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Jacques Rogozinski, de Fonatur. &#34Tene

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Detonador de algunos de los megaproyectos turísticos más exitosos de México, y también de algunos lamentables tropiezos, el Fondo Nacional para el Turismo (Fonatur) se encuentra en una etapa de transformación, no sólo determinada por la crisis financiera sino también por los cambios en las grandes tendencias del turismo. Su director general, el doctor Jacques Rogozinski, ofreció a EXPANSIÓN un panorama sobre la situación actual de la institución y sus estrategias para conducir el fomento turístico en los próximos años. A continuación, una versión editada de sus declaraciones.

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Aunque la crisis financiera de México sea coyuntural y los grandes proyectos de Fonatur son de mediano y largo plazos, lo cierto es que la incertidumbre ha paralizado o demorado muchas inversiones en el sector turístico. ¿Cuál es su visión al respecto?
A los clientes de Fonatur les interesa conocer el rendimiento que tendrán sus inversiones, pero ahora no sólo resulta difícil garantizar el rendimiento sino incluso planear o predecir cuáles serán esas inversiones. Esto tenderá a resolverse a medida que se estabilice la situación financiera. Mientras tanto, estamos trabajando al interior de nuestra organización, estudiando nuevos caminos y evaluando los proyectos realizados para corregir aquellos que no resultaron como nos hubiera gustado.

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En el futuro deberemos considerar los cambios en la tendencia del turismo. Muchos viajeros ya no necesariamente se interesan por lugares con mucho concreto para estar sentados en un cuarto o en la alberca. Los grupos de turistas quieren más actividades y no quedarse en un solo lugar. Los sitios como Cancún ya no son la tendencia del futuro, y habrá que desarrollar los destinos por regiones, para darles más variedad e interés.

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¿Habría que esperar nuevos cambios en la forma de operar de Fonatur?
Es posible que en el futuro Fonatur ya no construya la infraestructura y los primeros hoteles de los nuevos desarrollos, como ocurrió en el pasado. Ahora analizamos la posibilidad de vender los terrenos para que el sector privado financie la infraestructura con fondos propios. Así podría convertirse en un detonador de inversión y desarrollo regional, y dejar de ser un maximizador de ingresos para la Federación por la venta de terrenos. Hay algunos grupos mexicanos interesados en participar de estos modelos y esté próximo a cerrarse el primer acuerdo. Otra figura podría consistir en que Fonatur aporte los terrenos y quizá algo de capital, pero la intención ya no es la de ser socios de los desarrollos.

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¿Es posible que Fonatur deje de actuar como un órgano financiero para los megaproyectos, y que en cambio dedique esfuerzos al fomento de las empresas pequeñas y medianas que hasta ahora carecieron de apoyos específicos?
Fonatur ha venido perdiendo terreno en el otorgamiento de créditos a medida que creció la participación del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). En estos momentos estamos revaluando, con la Secretaria de Hacienda, hacia dónde debemos movernos. Creo que es una duplicación de funciones que no tiene razón de ser. El año pasado Fonatur otorgó préstamos por $50 millones de dólares y Bancomext por más de $700 millones de dólares. Queda muy claro que el promotor financiero es Bancomext y no Fonatur. Pero nosotros tenemos un know-how que no tiene el banco, y lo que habría que definir es el mejor modo de coordinar estas operaciones.

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Nuestros fondos podrían dedicarse a apoyar a pequeñas y medianas empresas turísticas, muchas de las cuales tienen viabilidad pero carecen de acceso al crédito. Podríamos integrarlas a nivel regional, como en el caso de las redes de hoteles pequeños y medianos que existen en Europa. Esto significaría bajarse del megaproyecto a una dimensión más pequeña, pero que genera muchos recursos y hemos desaprovechado. Estas operaciones tienen un gran potencial para el turista que no sólo se interesa por el sol y la playa. Es una demanda razonable: los pequeños y medianos empresarios sienten que Fonatur nunca se ha ocupado de ellos.

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¿Esto significa que Fonatur podría salirse de los grandes desarrollos, aun de los que todavía no han terminado de despegar?
Los megaproyectos que están en proceso hay que terminarlos, porque no se puede dejarlos abandonados. Pero hay que reconocer los matices. En el caso de Cancún, Fonatur opera como una presidencia municipal alterna, porque opera plantas de tratamiento de agua, hace obras de jardinería e instala pavimentos, servicios que podría prestar el municipio. Cancún ya maduró y es autosuficiente, y en una forma programada Fonatur podría traspasar esos compromisos. Esto nos permitiría utilizar los recursos en otros lugares como Loreto, que durante los últimos años ha estado casi parado. El esfuerzo de promoción debe ir a terminar de detonar áreas que tienen infraestructura pero no han despegado por completo.

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¿Cuáles son los proyectos que podrían desarrollarse para ajustarse a las nuevas demandas de turismo cultural, ecológico o de aventuras?
La Sierra Tarahumara puede competir con el Cañón del Colorado, y además tiene el incentivo de una gran carga cultural, pero no la hemos sabido promover. Las inversiones no tienen que ser enormes, porque este tipo de turismo no requiere elevados niveles de confort, y porque no se justifica ni tendría sentido construir un hotel monumental en medio de la sierra.

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Otro caso son los avistamientos de ballenas en Baja California. Es un atractivo cuya explotación irracional puede llevar a su depredación. Si se reglamenta y se publicita en los mercados podemos tener 4,000 o 5,000 turistas por año. Y no se trata sólo de salir a navegar, sino de educar a los viajeros, de darles información, de convertir el viaje en una experiencia cultural. Tenemos muchos de estos nichos, como el de los campos de golf. Algunos segmentos podrían considerarse elitistas, pero es evidente que México debe tener de todo y para todos los presupuestos.

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¿Qué otras acciones deberían realizarse para actualizar la oferta y asegurarse la afluencia de los nuevos segmentos del público?
Durante años nos hemos dedicado a atraer al turismo masivo de playa, pero tenemos que diversificarnos porque en este mismo mercado participaban la mayoría de los países de América y el Caribe. De lo contrario, la competencia terminará basándose en el precio y la reducción de las tarifas.

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Nos quedamos con la idea de que al turista sólo le interesaba sentarse en la playa a broncearse y quizá así fue en una época, pero ahora incluso se dice que mucho sol puede ser dañino para la salud. La gente esta cambiando y nosotros no estábamos preparados para ese cambio. En los alrededores de Cancún, por ejemplo ya hay suficientes actividades para hacer, pero esa variedad no la tenemos en todos los destinos. Sólo algunos hoteles de cinco estrellas se han modernizado en términos de tecnología y comunicaciones, una gran necesidad para muchos turistas, sobre todos los de ingresos altos, que requieren tener comunicación constante con sus oficinas. Cuando un empresario viene de negocios a México se puede quedar a pasar otros dos días en un destino turístico, pero a condición de estar en contacto con sus negocios en cualquier momento.

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En los últimos tiempos se ha hecho énfasis en la necesidad de integrar y coordinar a todas las instituciones públicas y privadas que pueden facilitar –y también desalentar– el flujo turístico. ¿Cuál es su opinión?
El turismo es visto como la parte marginal de cualquiera de las demás secretarias de Estado. Esto es un problema de fondo, porque la experiencia de fondo del turista empieza desde que llega al mostrador de la línea aérea. En el momento que llega al país y debe pasar por migración, por ejemplo, el funcionario que lo recibe debería estar más dispuesto a ayudarlo que a regañarlo porqué no llenó bien la forma. Lo mismo vale para el trámite en las aduanas, los transportes y una gama de intervenciones públicas y privadas. La secretaría de Turismo está tratando de integrar a todas las oficinas públicas y hacerles comprender que el éxito de este negocio no se limita a traer al turista una vez sino a conseguir que regrese. Si al turista le fue bien, si sintió que recibió por su dinero un servicio equivalente, él va a ser nuestro principal promotor. Esos turistas satisfechos son mejores promotores que los anuncios de publicidad, que terminan por parecerse unos a otros.

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