Bajar de peso es mucho más que hacer dieta y morirse de hambre. Es saber diferenciar entre una cuestión de salud y una de moda.
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El doctor Jorge González Barranco, jefe del Departamento de Diabetes del Instituto Nacional de la Nutrición, asegura que actualmente la obesidad afecta a más de 35% de la población mexicana adulta y a 40% de los niños del país. La comercialización de imágenes estereotipadas y la presión a la autoestima –si no eres delgado eres rechazado– contribuyen a crear una situación en la que varias empresas y charlatanes han hecho el negocio de su vida, con ventas por más de $1,000 millones de pesos anuales sólo en México. Ofrecer soluciones mágicas para bajar de peso sin esfuerzo continúa siendo el mejor anzuelo para vender. Según el doctor Arturo Lomelí, presidente de la Asociación Mexicana de Estudios para la Defensa del Consumidor, en el mundo el valor del mercado de los fármacos que prometen ayudarle a "recuperar su figura" representa unos $25,000 millones de dólares al año.
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Al final se empeora una enfermedad agregando padecimientos cardiovasculares, diabetes y hasta cáncer.
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De acuerdo con el presidente de la Asociación Mexicana para el Control de la Obesidad, doctor Armando Dávalos Ibáñez, "todos los productos para bajar milagrosamente de peso están proscritos y carecen de sustentación médica". Agrega que la Norma Oficial Mexicana (NOM-174-SSA1-1998), corregida en abril de 2000, se encarga de poner un "hasta aquí" a estos artículos, y establece lineamientos para proteger a los pacientes de prácticas que ponen en riesgo su vida. Además prohibe la prescripción de "medicinas" secretas, así como tratamientos estandarizados. Establece que los fármacos autorizados por la Secretaría de Salud son los únicos con resultados comprobados para adelgazar.