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La nueva economía es más fuerte de lo

Algunas personas -en particular los aterrorizados creadores de las políticas monetarias en la Reser
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Como en la vieja fábula del lobo y el pastor (¡ahí viene el lobo, ahí viene el lobo!), Allan Greenspan y sus secuaces en la Reserva Federal (Fed) quisieron hacernos creer que la bestia nos comería.  ¿Recuerda aquella célebre frase acerca de “la exuberancia irracional de los mercados”?; pues bien, ese fue el estribillo con que el máximo jerarca de la política monetaria estadounidense intentó advertirnos de que la inflación asomaría su horrible cabeza.

- Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en la fábula, Greenspan y sus muchachos se inquietaron sin una buena razón. La economía estadounidense está bien; en realidad, nunca ha estado mejor: firme, flexible y ansiosa por crecer, y así seguirá durante muchos años si el gobierno –claro– logra mantener sus intenciones políticas fuera del camino.

- En otras palabras, la nueva economía es fuerte porque está basada en un sistema de negocio que funciona. Cualquier estructura que implacablemente expulse la ineficacia, obligue a la reingeniería inteligente de procesos y brinde a los clientes más de lo que quieren será sostenible. La nueva economía es poderosa porque, además, está cimentada en diversos factores importantes a los que los economistas tradicionales, en general, no dan mucho crédito: la admiración de Estados Unidos por los emprendedores y su tolerancia al fracaso, sin mencionar su fácil acceso al capital.

- La nueva economía es robusta, también, porque atrae a las mejores y más brillantes mentes del país. Hubo un tiempo cuando todas las personas inteligentes con maestría en Administración de Empresas se dedicaron a la consultoría y a la banca de inversión. Ahora, estos individuos se están convirtiendo en emprendedores o están corriendo a Silicon Valley para unirse a un equipo existente, donde giran el manubrio y jalan las palancas que hacen prosperar un sistema que se está expandiendo. Por ahora se puede tratar  primordialmente de un fenómeno estadounidense, pero en pocos años empezará a mostrar sus efectos en todas partes, volviendo al mundo entero más productivo.

- No estoy afirmando que el camino que se avizora no tenga baches ni curvas pronunciadas. Algunas de las compañías más rápidas, grandes y brillantes en la economía actual pueden muy bien estrellarse, incluso Yahoo  o Microsoft. Algunas de las nuevas tecnologías más prometedoras que facilitan el crecimiento de la economía, como la telefonía por internet y el mapeo genético, podrían nunca dar resultado por completo o, lo que es más posible, pueden cambiar abruptamente, haciendo obsoletas muchas de las más grandes inversiones. Pero eso, precisamente, forma parte de la nueva economía: compañías que atacan al status quo y a los jugadores atrincherados; que experimentan con tecnologías innovadoras para mejorar o reemplazar a las anteriores.

- Dicha actividad no debe causar alarma. Los factores económicos, sociales y culturales que apuntalan a la nueva economía son una piedra sólida. Todo lo que tenemos que hacer es dejarlos en paz.

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El nuevo modelo de negocio
Antes la economía estadounidense se caracterizaba por tener empresas engreídas, bastante ineficientes aunque protegidas por barreras de acceso cuidadosamente construidas. Debido al financiamiento limitado, los negocios que iniciaban eran pocos y espaciados. Por ejemplo, en 1975 casi no había capital de riesgo flotando alrededor de la economía, ni dinero para ofertas públicas iniciales. No es que la economía de Estados Unidos fuera terrible; es sólo que no era particularmente competitiva. Las empresas podían mantener altos sus costos mientras sus precios siguieran el mismo camino. - Todos sabemos lo que sucedió después. La competencia extranjera les aguó la fiesta. El suministro de petróleo se secó y los precios se elevaron de manera precipitada. La Fed aumentó sus tasas de interés para contrarrestar la inflación, haciendo más difícil y caro reunir fondos para financiar las inversiones. Grandes cantidades de personas fueron despedidas, y pocas pudieron iniciar su propio negocio porque aún no había capital de riesgo disponible. Las cosas empeoraron con rapidez.

- Los tiempos difíciles sembraron las semillas para el sector empresarial de finales de los 70 y principios de los 80. Fue entonces cuando compañías pequeñas como People Express, Staples, Dell o Home Depot empezaron a aparecer , en forma inesperada, con fundadores que decían: “Fuimos a trabajar para la gran compañía  segura, ¡…y resultó no ser tan segura! El sistema actual es pésimo. Los costos y los precios son demasiado altos. Los clientes no están obteniendo lo que quieren. Nosotros vamos a hacer las cosas en forma diferente. Si fallamos, por lo menos no será porque algunos burócratas tomaron decisiones equivocadas”.

- Estas empresas empezaron a buscar un nuevo Santo Grial, un modelo de negocio tan eficiente que los costos se contraerían  radicalmente, los precios caerían  de manera proporcional  y el volumen se elevaría. Y si ese modelo significaba aplicar reingeniería en los procesos de negocio de la organización de principio a fin, bienvenida.

- La búsqueda del nuevo modelo coincidía con los cambios críticos en el escenario competitivo estadounidense. El primero –la desregulación en diversos mercados grandes, incluyendo los servicios de transportación y financieros– ocurrió entre mediados y finales de los 70.

- Casi al mismo tiempo se desarrollaron el microprocesador y las herramientas de la ingeniería genética. Estas nuevas tecnologías no fueron aceptadas por las compañías líderes de ese tiempo, pero se las apropiaron de inmediato los nuevos participantes, como Apple Computer, Microsoft, Amgen y Genzyme.

- En medio de esta revuelta económica, algunas empresas lograron un rápido e inesperado éxito. Y no lo hicieron sin ruido. De hecho, muchas observaron con admiración cómo se hacían  públicas de golpe (los casos de Apple Computer y Genetech, en 1980, son dos ejemplos notables). Los capitalistas de riesgo que habían respaldado a estas firmas prosperaron y, por supuesto, otras trataron de reproducir su éxito.

- Alrededor de 1994 entra internet. Este avance continuó alimentando la tendencia hacia una economía más empresarial. Si antes las nuevas compañías trabajaban asiduamente para terminar con la ineficacia, internet profundizó y aceleró las reducciones, pero también disminuyó o eliminó las barreras para entrar en docenas de industrias.

- La combinación empresa e internet ha permitido a las compañías de la nueva economía establecer esos eficientes modelos de negocio que buscaban. Los costos disminuyeron y ahora son empujados hacia bajo todos los días. Huelga decir que también los precios están descendiendo. De hecho, la nueva economía ha creado tal presión en ellos que se puede decir, sin temor a equivocarse, que la inflación está muerta… completamente muerta.

- Esto es así y seguirá siéndolo, a menos de que la Reserva Federal –léase Greenspan y secuaces– estropeé las cosas elevando las tasas de interés o que otras agencias del gobierno interfieran con el proceso competitivo. El modelo de negocio de la nueva economía funciona perfectamente por sí solo. Crea un sistema en el que, tanto los negocios como sus clientes, salen ganando.

- Tómese el caso de FreeMarkets Online, compañía con base en Pittsburgh. Esta empresa ha desarrollado software que permite a los grandes compradores industriales organizar subastas en línea para proveedores calificados de partes semiestándar, como ciertos componentes electrónicos. En las 48 subastas que FreeMarkets ha conducido a la fecha, la mayoría de los participantes ha logrado un ahorro de más de 15%, y otros hasta de 50%. FreeMarkets está creciendo a un ritmo trimestral de 40%.

- Una vez que una compañía –sin importar el ramo al que pertenece– empieza a comprar en línea, sus costos se reducen. Por tanto, puede bajar sus precios para el usuario final con el fin de conseguir participación de mercado o puede asignar algunos de los ahorros a otras áreas como mercadotecnia, investigación y desarrollo o todas. En cualquier caso, las reglas han cambiado. Los compradores que se integren se volverán más eficientes y sus clientes estarán más contentos.

- Otro botón de muestra. Priceline.com permite a los consumidores establecer el precio al que comprarán un boleto de avión. Las aerolíneas pueden decidir si quieren “pegarle a la oferta” y llenar el pedido del cliente. Lo harán si el ingreso marginal que reciben excede el costo marginal de proveer el asiento –es mejor volar un avión lleno que uno a la mitad–. La idea de Priceline se popularizó tan rápido que la compañía ha extendido su modelo a cuartos de hoteles, hipotecas y coches.

- ¿Y dónde está el lobo?
La ineficacia también se está apartando de la economía por los nuevos megacomerciantes, como Amazon.com, y su habilidad para ofrecer una mayor selección a menores precios, todo, mientras utilizan cantidades menos fuertes de capital. Para ilustrar, Amazon “casi” no requiere de dinero para operar su tienda en línea. ¿Cómo es esto? Cuando compra un libro en esa librería virtual, usted lo paga de inmediato, mientras que la empresa paga a sus proveedores en 50 o 60 días.

- Invierte poco en planta y equipo porque tiene inventarios modestos –ha contratado servicios externos en muchas funciones de logística e inventario para proveedores como Ingram–. Cierto, las recientes inversiones hechas por Amazon en almacenes requerirán más capital, pero no se preocupe: el costo de los mismos, estimado en varios cientos de millones de dólares, no afectará materialmente el modelo de negocio de la compañía relativo a los minoristas tradicionales de libros.

- Actualmente, la firma pierde dinero porque gasta mucho en ventas y mercadotecnia para capturar clientes. Aun así, si se observan con cuidado las cifras, se descubrirá que la empresa ha invertido menos de $80 millones de dólares en efectivo para adquirir más de ocho millones de clientes, una inversión razonable dado el posible valor de duración de uno de esos consumidores. La existencia de Amazon provoca una intensa presión a la baja en los precios de los libros –tanto al menudeo como al mayoreo–, al mismo tiempo que aumenta en tamaño y poder relativo de regateo.

- Su modelo se está desplegando a través de la economía en sectores tan variados como lo son la venta de artículos para mascotas, hasta la de farmacéuticos y muebles. Sin duda, esta nueva ola de competencia aún está en pañales. Mientras gana ímpetu, la presión en las industrias existentes será intensa. En cinco años, ningún rincón de la economía estará intacto por la presión de la baja de costos y precios. Las compañías se verán forzadas a elevar la productividad, a implementar reingeniería en los procesos de negocio y, básicamente, deleitar a los clientes en formas mucho mejores. Si eso no es una fuerza inexorable para la transformación positiva de la economía, nada lo es.

- Se podría preguntar: “¿Qué influirá en las empresas como Amazon para que no aumenten los precios, especialmente una vez que controlan el mercado?” La respuesta es que hay otros competidores, incluso algunos nuevos como Buy.com, OnSale.com y ValueAmerica.com, que venden productos al costo o casi al costo.

- Los precios también se mantendrán abajo por la posibilidad en internet de ofrecer tiendas de comparación. Firmas como Compare.net o MySimon.com buscan en la red el precio más bajo de cualquier artículo. Los consumidores pueden tomar decisiones de compra como si tuvieran un ejército de ayudantes inteligentes corriendo a todas las tiendas alrededor del orbe para determinar con precisión el precio más bajo. Eso nunca sería posible en el mundo físico, pero en internet es relativamente fácil e instantáneo.

- Ahora que si pagar el solo “costo” de un producto o servicio es demasiado para usted, no hay problema. Las compañías están empezando a proveer artículos gratis. Por ejemplo, hace poco, Freepc.com regaló una computadora a los primeros 10,000 clientes que se inscribieran en este sitio. Más de un millón de personas se registraron. El modelo de negocio de la empresa está basado en vender publicidad en las “computadoras gratis”.

- Es muy probable que pronto las compañías den un paso adelante y empiecen a pagar a la gente por usar (o anunciar) productos o servicios. En realidad, hay un ejemplo reciente de dicho enfoque en AllAdvantage.com. La empresa pasa los pagos de sus anunciantes a los consumidores que mantengan un banner abierto mientras navegan en la red. La compañía afirma que pagará a los usuarios hasta $20 dólares al mes por mantener la ventana de publicidad abierta todo el tiempo.

- ¿Hasta dónde llegará?
El músculo que impulsará la eficiencia para que, a su vez, impulse a la nueva economía está en las mejores condiciones, pero tiene sus límites. Esto es, algunos sectores de la economía simplemente no pueden transformarse en miserables máquinas de negocio.

- Tómese como ejemplo la poda de pasto, “industria” que está destinada a ser siempre fragmentada. ¿Y qué tal las cafeterías de las esquinas? Le puedo asegurar que nunca serán reemplazadas ni podrán servir con mayor eficiencia a través de internet; tampoco el negocio de cabañas en zonas de pesca ni los ranchos para turistas. Pero incluso estas industrias se verán beneficiadas al proveer más información a más clientes utilizando las herramientas de la red mundial.

- Otros sectores que alguna vez parecieron impenetrables para la mejora sistemática se están viendo atacados (para su bien). Tómese el caso de la educación. Literalmente existen cientos de nuevos competidores en este campo, desde escuelas con extensión electrónica hasta universidades en línea, muchos de los cuales ofrecen programas de alta calidad que están cotizados mucho más abajo que sus contrapartes tradicionales. Quizá no se pueda reproducir la educación en línea de Harvard, Stanford o Wellesley, pero es posible obtener una buena educación acorde con los requerimientos personales de cada cual a mucho menor costo.

- ¿Qué tal el cuidado de la salud? Empresas como Millennium Pharmaceuticals están utilizando computadoras para disminuir en forma drástica el tiempo necesario para encontrar y evaluar futuros medicamentos, reduciéndolo de años a semanas. A medida que esta tecnología avance, la presión a la baja sobre los precios de las medicinas se intensificará (aunque la rigurosa protección de propiedad intelectual permanece en su lugar).

- Internet también puede presionar a la reducción de costos del cuidado de la salud haciendo que la información esté disponible tanto para los pacientes como para los doctores. Los enfermos con dolencias menores pueden usar la red para aprender sobre tratamientos alternativos sin pasar por la penosa situación de visitar a un médico tras otro y pagar cada consulta.

La economía mundial
La nueva economía es un gran fenómeno estadounidense, pero parte de su fuerza radica en que se está expandiendo. ¿Qué me hace decir eso? La respuesta es enteramente anecdótica. En el pasado, mis estudiantes extranjeros recibían sus maestrías y se quedaban, uniéndose con gran entusiasmo a las compañías estadounidenses. Hoy en día, la mayoría toma su posgrado y corre a casa a empezar sus propias versiones locales de los exitosos negocios de la nueva economía. - Un gran ejemplo es AsiaMail, una empresa que pretende proveer correo electrónico gratuito y otros servicios de e-commerce a usuarios en todo Asia. El equipo, que tiene como líderes a dos recién egresados de la maestría en Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de Harvard, reunió más de $20 millones de dólares para financiar su plan. También otro grupo de estudiantes extranjeros de la misma maestría está iniciando una empresa para aplicar reingeniería en el sistema de entrega de medicamentos en Europa, con el mismo modelo utilizado por Drugstore.com y PlanetRx.

- Los modelos de negocio de la nueva economía también están brotando en el extranjero sin la ayuda de los egresados estadounidenses. Algunos emprendedores de 26 años de edad lanzaron OfficeNet en Argentina (una versión latinoamericana de Staples, a la cual parece irle muy bien). Otro ejemplo es Patagon.com, con base en Buenos Aires, que está tratando de ofrecer comercio electrónico para títulos financieros en América Latina; una vez más, los fundadores son dos jóvenes empresarios argentinos que han sido capaces de atraer importantes cantidades de capital de riesgo.

- Estos ejemplos no pretenden demostrar una marejada de cambio. La globalización de la nueva economía aún es una ola suave. Pero el mundo de hoy está tan conectado por los medios masivos, el correo electrónico e internet, que sólo es cuestión de tiempo. Cuando algo funciona tan bien como la nueva economía, todos quieren un pedazo. En realidad, el sector empresarial continuará floreciendo.

- Los que critican agresivamente a la nueva economía argumentan que la bolsa de valores se volvió frenética y que la fatalidad pronto asomará la cabeza.  Sin embargo, desde una perspectiva diferente, la “exuberancia irracional” de la bolsa de valores en realidad ha jugado un papel muy importante en aumentar la productividad y disminuir la inflación. ¿Por qué? Cuanto más dinero fluye en las compañías desorganizadas de la nueva economía, mejor funciona su modelo de aplacar la ineficacia y de comprimir la inflación.

- Mientras las compañías de la nueva economía se vuelven más fuertes, ejercen más presión competitiva sobre los jugadores existentes, forzando costos y precios hacia abajo, abajo, abajo. La verdadera amenaza para la economía en este momento no es el crecimiento sino el gobierno –y sus intereses políticos– que le pone un alto artificial elevando las tasas de interés.

- Por otra parte, a muchos trabajadores se les pide aprender habilidades o encontrar nuevos empleos al mismo tiempo. Como en todas las revoluciones, no todos se beneficiarán por igual ni el dolor se esparcirá equitativamente. Pero, en unos años, veremos este tiempo como la edad de oro. Esto es, si los que dirigen el régimen  monetario estadounidense no convierten a la nueva economía en una pauta meramente política. 

- -William A. Sahlman es profesor de Administración de Negocios, de la Maestría en Administración de Empresas en la Escuela de Negocios de Harvard en Boston. La traducción es de Cecilia Huerta.

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