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La nueva nueva economía

El año 2002 puede incluso tener un final feliz... Pero México no debe sentarse a esperar el result
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

¿Cuánto cambió el mundo en 2001? Nadie se atreve a prever cómo se verá el escenario mundial una vez que se levante la polvareda que dejaron los ataques terroristas contra Estados Unidos. La interpretación se complica con la respuesta bélica y el inicio de una recesión, no por esperada –algún día tenían que terminarse los años felices que vivió la economía de la unión americana– fácil de explicar. Pero los empresarios y el gobierno de México ya tienen que plantearse qué oportunidades pueden obtener de este nuevo "orden".

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En esta edición de los Triunfos y tropiezos de 2001, se consideran los ataques terroristas y la recesión como los dos mayores acontecimientos del año. Además del dolor que causaron, los atentados cambiarán la manera en que el vecino país del norte se relaciona con el mundo… y también la forma en que los estadounidenses se vinculan entre sí. Por eso se habla de los costos que la agresión y la respuesta militar pueden tener sobre la nación que se ostenta como el modelo de la democracia moderna. No es un tema menor. La unión americana tiene la oportunidad de demostrar que puede conservar y fortalecer sus instituciones democráticas, en lugar de reaccionar con furia ultranacionalista. De lograrlo, estará dando un buen ejemplo a otros países.

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Ese impulsó a la democracia también podría tener consecuencias favorables en la relación de Estados Unidos con el mundo. Cuando su gobierno trató de vengarse de los autores de los atentados encontró un terreno sembrado de odio. Durante mucho tiempo ese país, en su afán de ganar la guerra fría, se alió con las fuerzas equivocadas: dictaduras, grupos de fanáticos que incluían al señalado como autor de los atentados. Si está dispuesto a respetar su democracia y la de otros, entonces podría contar con aliados más confiables y duraderos: gobiernos estables y con un mayor respaldo popular.

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En este cuadro, también entra la caída de algunos gobiernos de Oriente Medio, que ya no tendrán el apoyo de un Estados Unidos decepcionado, tal como sucedió con los gobiernos del antiguo bloque socialista, cuando la entonces Unión Soviética dejó de considerarlos rentables políticamente.

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Este escenario optimista, de una superpotencia más respetuosa y que además encuentra una respuesta positiva entre los habitantes del mundo árabe, es el que abriría más oportunidades para México, que de esa forma encontraría nuevos mercados y hasta un mayor margen de maniobra en las relaciones con su vecino del norte. Y para completar el cuadro, hacia fines del año próximo, la confianza habrá regresado y la recuperación económica estará en marcha.

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Se trata, claro, de un panorama rosa. Lo cierto es que un final feliz está mucho más lejos. Aún así, esta es una oportunidad para México de brillar como un buen destino para las inversiones. La democracia que el país está construyendo –y vaya que le falta– será un valor muy apreciado, como garantía de estabilidad, en los próximos años. De manera que el gobierno mexicano tiene algo que presumir en la comunidad internacional.

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El mundo cambió. México dice que empezó a cambiar desde antes. No puede perder el paso. Al respeto del voto tendría que seguir el fortalecimiento del sistema de administración de justicia, que garantizara reglas aplicables a todos y un terreno parejo para hacer negocios. La apertura comercial debería completarse con un buen sistema educativo, que ofreciera buenas oportunidades a la mayoría de la población. En fin, que si el país quiere brillar, todavía necesita apretar bien el foco.

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–Los editores

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