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La segunda década

Oh, sorpresa: el tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos no solucionó los problemas
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

En 1998, las autoridades municipales de Tecate, Baja California, tuvieron las primeras noticias de la existencia de la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza, organismo encargado de certificar los proyectos que financia el Banco de Desarrollo de América del Norte (NADbank, por sus siglas en inglés). La vida de este municipio, de apenas 80,000 habitantes, cambió a partir de ese momento.

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La ciudad ha recibido de NADbank financiamientos a fondo perdido por $3.5 millones de dólares y recursos totales por $6 millones de dólares para realizar obras de agua potable, saneamiento y alcantarillado. Con ello se ha beneficiado directamente a más de 15,000 personas que viven en 16 colonias marginadas. “Digan lo que digan, aquí sí se han visto los beneficios del TLC”, opina Patricia Ramírez, directora de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tecate.

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La institución financiera nació como fruto de las negociaciones del TLCAN, por una iniciativa de Estados Unidos para obtener votos hispanos. Se ha concentrado en proyectos de la frontera, en materia de medio ambiente. Pero sus resultados son muy modestos.

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A la fecha apenas ha otorgado créditos por $646 millones de dólares para financiar planes con un valor total de $2,164 millones de dólares. La verdadera importancia de esta cifra radica en que “se trata de los únicos fondos estadounidenses de apoyo a proyectos de infraestructura”, explica Raúl Rodríguez, director del organismo, con sede en San Antonio, Texas.

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México no buscó negociar con Estados Unidos más fondos. Sencillamente, no se contaba con los votos necesarios en el Congreso de ese país para su aprobación. Se necesitaba conseguir el apoyo de  218 diputados y 60 senadores.

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“Para que estos fondos en realidad tuvieran un efecto en la economía nacional, se hubieran requerido por lo menos entre $10,000 y $20,000 millones de dólares al año”, explica Luis de la Calle, ex subsecretario de Negociaciones Comerciales Internacionales de la Secretaría de Economía. El Congreso de la unión americana no los  hubiera autorizado sin pedir nada a cambio. “Quien afirme lo contrario no conoce cómo funciona el Legislativo estadounidense.”

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Una agenda más ambiciosa del TLCAN, admite el entrevistado, debió contener un acuerdo para financiar infraestructura de transporte para el cruce fronterizo, uno de los puntos clave. Otro de los requisitos para la convergencia, apunta el director del NADbank, es desarrollar infraestructura, algo similar a lo que ocurrió en España y Portugal cuando se integraron a la Unión Europea.

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Paralelamente, en estos 10 años el financiamiento de la banca comercial hacia las empresas ha disminuido de 60% del PIB, en 1994, a 30% en 2002. Así, la falta de inversión en infraestructura y el escaso crédito son factores que han hecho que las compañías mexicanas pierdan competitividad frente al exterior y han pulverizado las ventajas comparativas que se tenían cuando se negoció el acuerdo.

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México no hizo la tarea
Durante los primeros 10 años del TLCAN el comercio trilateral tuvo un aumento de 109%, mientras que el bilateral con Estados Unidos aumentó 185%. En el sector manufacturero el crecimiento ha sido mucho mayor. Las exportaciones del sector aumentaron 25 veces entre 1980 y 2002, a $142,000 millones de dólares.

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Los flujos de inversión en México también aumentaron. La cifra anual se multiplicó por cuatro en la última década respecto al promedio entre 1987 y 1993, cuando México ingresó al GATT, a una media de $14,193 millones de dólares. Canadá y Estados Unidos representan 70% de tal inversión.

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En síntesis, el TLCAN tuvo éxito en este terreno. Pero la cosa no es tan sencilla. Lo anunció la mañana del 14 de agosto de 1992, en su discurso ante el Senado de la República, Jaime Serra Puche, entonces secretario de Comercio: “El Tratado no será la panacea. Hoy que han concluido las negociaciones quiero reiterarlo para que no se generen falsas expectativas.” Y alertaba: “[Es preciso] no abandonar la búsqueda de más competitividad.”

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Esto es justamente lo que no se ha hecho. Mientras hoy México debate acerca de cómo ser más competitivo en materia energética y laboral, el resto del mundo no lo discute, lo ha realizado.

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En el Índice de desarrollo humano que elabora la ONU, el país pasó del lugar 51 en 2001 al 54 en 2002. Las otras naciones mejoraron en áreas como educación e infraestructura.

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“Perdemos competitividad no sólo por lo que no hacemos sino por lo que hacen otros –observa hoy Serra Puche– y eso amplía la brecha.”

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Durante los últimos tres años China ha mostrado un crecimiento sostenido en sus exportaciones hacia Estados Unidos, con tasas de crecimiento por encima de 20%, logrando superar a México en el mercado de importaciones del país vecino.

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La manufactura, ¿en camino?
El ejemplo más claro lo vive la industria maquiladora. Este sector, que ya era dinámico antes de la firma el TLCAN, alcanzó tasas de crecimiento promedio de 10% entre 1994 y 2000. En 2001, cuando se alcanzaron los picos más altos, había 3,684 establecimientos en activo, pero al mes de agosto de 2003 operaban 2,830 plantas. En este periodo se perdieron casi 200,000 empleos.

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El crecimiento se detuvo por la deceleración en la unión americana, a lo que hubo que añadir otro factor: China.

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“Las empresas [maquiladoras] que más perdieron fueron las ensambladoras, aquellas cuya inversión dependía 100% de Estados Unidos. Ellas sólo competían con bajos salarios. No tienen ingeniería, diseño y mucho menos control de calidad, por eso cuando China salió con mano de obra más barata las multinacionales prefirieron irse”, explica José Ibarra, gerente de Administración de la planta de Hitachi en Tijuana, Baja California.

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Esta fábrica, de origen japonés, opera en México desde octubre de 1986. Empezó con 500 empleados y hoy trabajan en ella más de 3,000. Su éxito radicó en añadir alta tecnología a sus productos. “Pero nosotros hemos visto cómo han ido y venido muchas empresas. Algunas abren sólo por seis meses y se van a donde les salga más barato producir; no únicamente a China, sino hacia Centroamérica.”

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Sin embargo, a los chinos no todo les ha ido sobre ruedas, debido a su situación geográfica y a los problemas de idioma. Por eso muchas firmas han regresado a México, además de que la economía de Estados Unidos ha acelerado su ritmo de recuperación. En noviembre, el Índice de compras del sector manufacturero (ISM) alcanzó 62.8 puntos y durante el tercer trimestre la productividad de las empresas subió 9.4%; en ambos casos se lograron los niveles más altos en 20 años.

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Esto hace pensar en un repunte del sector durante la primera mitad de 2004, siempre y cuando se aprueben las reformas pendientes, tanto la fiscal como la energética, opina Guillermo Gutiérrez, director de Relaciones Gubernamentales en Delphi México, compañía maquiladora de autopartes con 25 años en el país –tiene 95 plantas en 12 estados de la república–. El directivo reconoce que a la organización sí le fue bien con el TLCAN, por el crecimiento que tuvo el sector automotriz durante los últimos años.

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No obstante, al igual que el resto de la industria mexicana, sus principales dificultades para operar han sido los altos costos: insumos, transporte y energéticos son caros, y la regulación es excesiva.

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Competir o sobrevivir
Actuar con prontitud en estas áreas puede ser la diferencia entre sobrevivir o morir. Rafael Rubio, representante de Hylsa y actual presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Cámara Nacional del Acero (Canacero), insiste en que México enfrenta un problema de competitividad.

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El del acero es, precisamente, uno de los sectores en donde el TLCAN ha actuado como espejo para dejar ver las debilidades y fortalezas del país. Durante estos 10 años ha experimentado un importante aumento en sus exportaciones. Mientras en 1998 vendía a Estados Unidos un millón de toneladas, en 2003 espera colocar el doble. En la década hubo empresas que tuvieron que cerrar y otras, como Altos Hornos de México, enfrentaron severos problemas financieros. En los dos últimos años la industria empezó a recuperarse gracias a los aranceles proteccionistas aplicados simultáneamente en 2001 por los tres países del TLCAN, pero las utilidades generadas a partir de este momento servirán para pagar las deudas de inversiones que se hicieron años atrás. El gobierno de George W. Bush acató en diciembre la resolución de la Organización Mundial de Comercio en contra de estas medidas proteccionistas, lo que plantea incertidumbres sobre el sector.

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El acero fue objeto del primer gran conflicto dentro de un panel de solución de controversias. En septiembre de 1995 el organismo, al amparo de uno de los artículos más problemáticos durante la negociación, falló en contra de México para eliminar impuestos antidumping a la placa de acero de hoja procedente de Estados Unidos.

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Hacia 2013
El TLCAN es perfectible. Se ha logrado una convergencia comercial y tecnológica con Estados Unidos, pero quedan pendientes las tareas referentes a los salarios –esto a pesar de que las exportaciones han aumentado 40%, en promedio– y al nivel de vida de los mexicanos. Según el Banco Mundial, 45 millones son pobres y viven con menos de dos dólares al día.

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Eso se lleva más tiempo. A la Unión Europea le tomó medio siglo llegar al relativo equilibrio actual desde sus primeros acuerdos.

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En términos generales, el TLCAN ha sido una buena herramienta para los industriales, según Francisco Ruiz Sacristán, presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin). Como los negociadores del acuerdo, opina que el primer paso necesario es concretar las reformas estructurales, si México quiere “jalar hacia delante”.

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El NADbank ha dado el primer paso para ampliar su zona a 300 kilómetros de la frontera, con el fin de beneficiar una cadena de ciudades como Hermosillo, Chihuahua, Saltillo, Monterrey y Ciudad Victoria. Su operación, asevera Raúl Rodríguez, por muy pequeña que sea, puede servir de acicate para que en el futuro exista una mayor cooperación con Estados Unidos y contar con más recursos para inversión.

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Hoy, en municipios como Tecate, la población marginada siente los efectos positivos del TLCAN. Pero falta mucho por hacer para que logren el nivel de vida de quienes viven a unos pocos kilómetros, al otro lado de la frontera.

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