El presidente Vicente Fox parece estar perdiendo la guerra de Chiapas. Por una parte ha ofrecido concesiones al subcomandante Marcos, sin que éste haya otorgado nada a cambio. Por otra, a pesar de que hasta hace poco se le tenía por el gran maestro del marketing político en nuestro país, ha sufrido derrota tras derrota ante el dirigente zapatista en los medios.
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Se puede argumentar que no hay en realidad una guerra en Chiapas. Y si no hay guerra, no hay guerra que perder. Pero esta apreciación es falsa. Quizá no se hayan registrado batallas formales entre los zapatistas y el Ejército Mexicano desde enero de 1994. Pero sí ha habido conflictos, algunos peores que cualquier batalla, como el que culminó en la matanza de Acteal de diciembre de 1997.
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Las guerras modernas, más que pelearse en el campo de batalla, se dirimen en los medios de comunicación. Está ahí la intifada palestina, en la que ha sido más importante la televisión que las balas. Y, por supuesto, tenemos el ejemplo de la guerra del internet por excelencia, la guerra de Chiapas.
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El subcomandante Marcos puede sentirse satisfecho hasta este momento. Si el presidente Fox no pudo conseguir la paz en Chiapas en 15 minutos, sí logró revivir al EZLN en menos de ese tiempo. Marcos ha obtenido de Fox concesiones que nunca soñó en el sexenio de Zedillo. Ha organizado una marcha de varias semanas que lo ha colocado en el centro de atención de los medios nacionales y extranjeros. Incluso ha conseguido mejores ratings que el presidente en sus entrevistas y actos mediáticos.
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Pero Marcos corre un riesgo. Su victoria tiene que ser total: como la que le permitió a Castro entrar a la Habana el primero de enero de 1959 para mantenerse en el poder durante el resto de su vida. Si Marcos no logra este triunfo total, sus posibilidades de cambiar el rumbo del país, de la manera en que él quiere, parecen destinadas al fracaso.
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El dirigente zapatista propone un sistema de producción agrícola basado en prácticas colectivas centenarias que difícilmente competirá con la agricultura moderna. Pide también que las comunidades indígenas se mantengan aisladas, en un tiempo en que ya nadie puede ponerle barreras a la globalización de las comunicaciones y la economía.
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Si Marcos no obtiene el poder de manera inmediata y definitiva, ¿qué hará para seguir promoviendo sus objetivos? ¿Se presentará sin capucha como candidato a diputado, a senador o a presidente de la República? Todos los ex guerrilleros centroamericanos o sudamericanos que han seguido ese camino han fracasado. Las actuales victorias de Marcos son por ello peligrosas: porque lo pueden acercar a una derrota de la que ya no haya retorno.
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El autor es columnista del periódico Reforma, es investigador adjunto del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales.