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Llaves abiertas

Tal como era de esperarse, las vísperas electorales traen consigo anuncios de inversión en infraes
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Es el camino hacia el 6 de julio. La manguera de la inversión pública ya está abierta. Es la típica historia preelectoral: los presupuestos de los gobiernos entran al juego del posicionamiento ante el mercado de los votantes.

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Benditos comicios, dirán algunos, con toda razón. Semanas atrás, Grupo ICA respiró otra vez gracias a un par de jugosos contratos, que suman $1,250 millones de dólares, para ejecutar trabajos de perforación y construcción de pozos petroleros en Chicontepec y el proyecto hidroeléctrico de El Cajón, en Nayarit. Hace unos días el propio Vicente Fox anunció, con bombo y platillo, la inyección de $1,700 millones de dólares a la refinería de Minatitlán. Para dirigir con más precisión su mensaje, dimensionó esta obra como un equivalente a 75 distribuidores viales, en evidente alusión a los trabajos que Andrés Manuel López Obrador lleva a cabo en la capital del país.

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Mientras tanto, los industriales de la construcción miran con beneplácito el renacimiento de un mercado por años aburrido (tanto, que dejó fuera de combate a otrora titanes, como Bufete Industrial, Grupo Mexicano de Desarrollo y Tribasa). Ahora, los sobrevivientes se frotan las manos con la intención de apropiarse de los nuevos contratos.

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Pero no nos vayamos con la finta. Todas estas obras son necesarias (y bienvenidas, a todas luces), pero insuficientes. En todo caso, si no se estructuran reformas en materia energética, estos proyectos podrían convertirse en flor de un día. Hace falta aún la visión integral que defina dónde (con todos los cómos) deben estar paradas empresas como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a fines del sexenio, y más allá.

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El país no puede avanzar a la velocidad necesaria si no cuenta con una infraestructura de energía que ampare las crecientes necesidades de compañías y de particulares. Estamos bastante lejos de ahí. Un buen ejemplo: la CFE perdió $5,516 millones de pesos en 2002 y, lejos de poder encabezar proyectos nuevos (y urgentes) para incrementar la oferta de fluido eléctrico, hoy envía mensajes al público para que consuma la menor electricidad posible. ¿Alguna vez imaginó a una empresa pidiendo a sus clientes que, por favor, dejen de comprar sus productos?

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–Los editores

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