Javier Cañas Caramelo se considera un hombre ambicioso: su meta es vestir a 10% de la población del planeta. ¿No es suficiente?, se pregunta. Para este creativo de la moda, que en sus diseños imprime practicidad y glamour, el patrimonio más importante de su empresa es la gente que la integra. “Lucho para que mi equipo de trabajo se involucre con mi filosofía y he conseguido que todos estemos compenetrados a ella. Todo lo que tengo lo logré gracias a la gente que me rodea.”
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Inició su carrera en la moda desde temprana edad, debido a que la elaboración textil era una tradición familiar. Sus padre tenía tiendas de ropa y su madre una escuela de corte y confección. “Me pasaba horas viendo las revistas y figurines de mi madre, lo que me costó más de una bofetada”, recuerda Javier.
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Mientras no se ponga de moda estar desnudos, la gente se vestirá de cualquier manera, pero él diseña para cada momento u ocasión. Su reto es adivinar cómo va el mercado y después brindar una imagen: “si quiero vestir a alguien lo tengo que hacer de lunes a lunes, para el trabajo, para un coctel, etcétera. Mi reto no es vender más pantalones, sino un look, quiero captar adictos a un estilo, no a una prenda determinada”.
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La propuesta es Caramelo, es todo, y él disfruta ver que la gente llegue a una tienda y sin ver la marca le guste una prenda. “Pero sobre todo, que cuando se la ponga diga ‘me encanta’, y al final lo que más satisfacción me causaría es que dijeran, ‘claro, es Caramelo’”.
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Para hombres
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Para mujeres
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