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Más vale tarde...

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El tema del embarazo no deseado es tan viejo como el mundo. Se dice que durante la prehistoria, por ejemplo, algunas mujeres embarazadas se tiraban de los árboles para no ser madres. Hoy en día es posible disponer de un amplio abanico de métodos anticonceptivos. Preservativos, anticonceptivos orales (la famosa “píldora”), dispositivo intrauterino (DIU), el diafragma y otros más, son excelentes aliados –que no invencibles– contra situaciones embarazosas.

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Lo que no es tan sabido –dada la escasa educación sexual– es que el embarazo también se puede prevenir una vez consumado el acto sexual. Pasen y vean.

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Existen desde los años 70 y son contadas las personas que han oído hablar de ellas. Se venden en cualquier farmacia sin necesidad de receta médica y, en teoría, no causan mayores efectos secundarios. Tampoco son abortivas. Es más, mucha gente las tiene en su casa y simplemente no lo sabe. Se trata de las Píldoras Anticonceptivas de Emergencia (PAE), una efectiva manera de prevenir el embarazo una vez consumado el acto sexual.

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Según el Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población (Imifap), alrededor de 34% de las mujeres mexicanas en edad reproductiva no utiliza ningún método anticonceptivo. Si a esto le añadimos los accidentes ocurridos “sobre la marcha”, olvidos, errores y agresiones sexuales, el índice de posibles embarazos no deseados se dispara.

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Las PAE son píldoras anticonceptivas tradicionales, de las que se toman a diario, que administradas en dosis concentradas y por poco tiempo pueden evitar el embarazo hasta 72 horas después del acto sexual no protegido. Existen dos tipos: las combinadas (conocidas como régimen de Yuzpe), compuestas de las hormonas progestina y estrógeno, y las conocidas como “minipíldoras”, compuestas únicamente de progestina.

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Si son utilizadas correctamente, su margen de error es de sólo 2%. Pero no hay que cantar victoria: aunque puedan sacar de un mal paso, estas pastillas no sirven como método anticonceptivo normal, ya que si se abusa de ellas su efecto disminuye hasta anularse. Además, desde luego, tampoco protegen contra las enfermedades venéreas. Las PAE son eso: píldoras anticonceptivas de emergencia.

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Todavía no se conocen con exactitud los mecanismos de acción de estos anticonceptivos, pero los estudios realizados demuestran que, dependiendo del momento del ciclo en que se tomen, detienen la liberación de óvulos, impiden la fecundación o interfieren en la implantación del óvulo en el útero. De lo que no cabe ninguna duda es que no interrumpen un embarazo ya existente. “Estas pastillas –afirma la doctora Beatriz Velázquez, de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam)– evitan que el óvulo fertilizado llegue a la matriz y que anide ahí, lo que ocurre cerca de siete días después de la relación no protegida. Por eso hay que tomárselas en un lapso determinado. No son abortivas, porque hasta después de siete días no se puede afirmar científicamente que exista un embarazo, y este tratamiento es cuestión de horas.”

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Durante muchos años las PAE han sido puestas a la disposición de mujeres que han sido víctimas de violación, pero el ciudadano común y corriente parece no estar suficientemente informado acerca de su uso y utilidad. Carmen Fuertes, investigadora del Imifap, esboza una explicación: “No se conocen, porque darlas a conocer significaría aceptar que en México existen relaciones sexuales prematrimoniales y extraconyugales. Las parejas estables utilizan otros métodos anticonceptivos. Además, por otra parte no debemos olvidar que la iglesia católica está en contra de ellas... como de cualquier otro método.”

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Y es que el tema es delicado desde todos los puntos de vista. Sin ir más lejos, la situación legal de las PAE no está nada clara. “Son legales –explica Fuertes– porque son píldoras normales que se pueden comprar en cualquier farmacia sin prescripción médica, pero todavía no se encuentran, como en otros países, en cajitas con la dosis necesaria para este fin. Ahora mismo se está discutiendo si se legalizan del todo o no. La decisión depende del Instituto Mexicano del Seguro Social.”

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¿Del IMSS?: “No tenemos ninguna información sobre ese método anticonceptivo –aseguran en la oficina de Comunicación Social de dicha institución. Es un medicamento que no estamos estudiando y mucho menos legalizando. No podríamos decir nada sobre su situación en el país porque (este método) no debería estar aquí.”

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La confusión es enorme. Varios ginecólogos consultados aseguran que las PAE simplemente “no existen”. Si alguien pregunta por ellas en la farmacia, el boticario no siempre se las proporcionará.

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La situación tiene tanto de patética –por absurda y dramática– como de cómodo disimulo para las autoridades de salud. Curas y feministas duermen tranquilos. Hasta podría parecer un ejemplo de tolerancia... si no fuera porque huele a chamusquina.

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