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México-EU, <BR><i>¿second chance?</i>

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Luego de más de dos años en la congeladora, y de una cadena de desencuentros, tensiones y decepciones, parece iniciar el deshielo en la relación de los gobiernos de México y Estados Unidos. Algunos datos permitirían conjeturar que ésta se encamina hacia una nueva etapa: 1) el voto de México en el Consejo de Seguridad de la ONU en favor de la resolución 1,511 sobre la reconstrucción de Irak, presentada hace un mes por el gobierno de Estados Unidos; 2) los encuentros recientes entre los presidentes Vicente Fox y George Bush junior, lo que hablaría de un clima político más favorable rumbo a la Cumbre Extraordinaria de las Américas, en enero próximo en Monterrey; 3) el despliegue diplomático de México en materia de seguridad hemisférica, que  no contraría –por el momento– los objetivos de la Casa Blanca; y 4) el abordaje del tema migratorio, aún sin grandes avances, en la XX Comisión Binacional.

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¿Second chance? Demasiado pronto para saberlo. Sobre todo si se considera que en unos meses inicia la contienda electoral por la Presidencia de Estados Unidos y el mandatario estará totalmente concentrado en la campaña. Por ello se anticipa que los avances en la negociación de un acuerdo migratorio llegarían hasta 2005 (en noviembre de 2004 se celebrarán los comicios), justo cuando empieza el fin del gobierno del presidente Fox.

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Por el momento, el futuro de la relación bilateral está atado a factores incontrolables para las dos partes: la reelección del presidente Bush que, a su vez, depende de la recuperación de la economía estadounidense, de la posguerra en Irak, de la capacidad de la administración del mandatario para seguir eludiendo los escándalos que continuamente rodean la Casa Blanca, de humores del electorado en la unión americana… De ser así, en el corto y mediano plazos se anticipa que el vínculo político entre México y Estados Unidos seguirá en stand by, aun cuando la relación personal entre ambos presidentes recobre parte del charm que perdió desde el 11 de septiembre de 2001. El acuerdo migratorio parece seguir enterrado entre los escombros de la Torres Gemelas.

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Si bien el complejo de relaciones y flujos bilaterales no se ha detenido, los últimos dos años han evidenciado la necesidad de fortalecer el vínculo estratégico con mecanismos e instituciones que aseguren, más allá de los humores de la coyuntura, un diálogo permanente y respetuoso, amén de propiciar un proceso de negociación y toma de decisiones más fluido. En esa dirección, un buen principio para México sería empezar por la casa: debatir amplia y rigurosamente sobre nuestra política exterior; qué queremos y qué podemos esperar de nuestros vecinos y hasta dónde queremos llegar en la integración con América del Norte.

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* El autor es director de Grupo Consultor Interdisciplinario.

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