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Nada volverá a ser igual

La rápida evolución de los productos de cómputo y su aceptación se resumen en gran poder concent
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Es muy joven la historia de la tecnología en nuestro país. Aunque prácticamente todo lo que tenemos en la actualidad es resultado del desarrollo del cómputo de otras naciones, lo cierto es que hoy en día es impensable que los empleados de una compañía no tengan una computadora en su escritorio, que los mecanismos de cualquier línea de producción manufacturera no estén automatizados o que no existan transacciones electrónicas interbancarias, por la sencilla razón de que la tecnología es parte de nuestro modo de vida.

- Valga la analogía: la informática es como un tornado que en muy poco tiempo cambia de manera drástica el panorama de una población.

- En definitiva, el impacto que ha tenido en la forma de vivir nos ha colocado en una realidad completa y absolutamente ajena a la que se vivía en la década de los 60, sin computadoras en escritorios, sin correo electrónico y muchos menos celulares o dispositivos personales.

- Luego de la Revolución Industrial, la Revolución Tecnológica ha sido la que de forma más veloz ha brindado beneficios tangibles al desarrollo de la sociedad en ámbitos tan distintos como urbanismo, salud, educación, agricultura, comercio, investigación científica, aeronáutica, manufactura, telecomunicaciones, transportes, cinematografía, deportes, artes, industria militar, etcétera.

- Si se tuviera que definir la fecha en que México entró en este torbellino diríamos que fue en 1959, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) adquirió una computadora modelo 650 de IBM. “Era una máquina rentada”, recuerda Alejandro Pisanty, director general de Servicios de Cómputo Académico en la casa de estudios.

- Un año más tarde IBM y Bull llegarían al país; para 1965 ya había unas 50 computadoras instaladas en Pemex, CFE, Ferrocarriles Nacionales, Compañía de Luz y Banco Nacional de México.

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- Ese extraño mundo
Máquinas grandes que requerían un cuarto espacioso, semejante a una gran pecera, piso falso, fuentes de corriente especial y aire acondicionado eran operadas por especialistas técnicos de bata blanca. Los equipos se rentaban y para manejarlos era necesario contratar gente especializada; funcionaban con códigos comandados por tarjetas perforadas y nadie, prácticamente nadie, podía meterles mano.

- Las instituciones del gobierno, las educativas y las empresas generalmente rentaban los equipos porque era muy caro adquirirlos. El simple arrendamiento podía costar la friolera de $50 millones de pesos al año (claro, de los viejos), sin tomar en cuenta el salario de operadores, cintas magnéticas y tarjetas.

- Por más ilógico que hoy nos parezca, las computadoras no se consideraban como una bendición, al contrario. Algunas empresas no podían justificar su uso, en tanto que otras no las empleaban porque no lograban adecuar sus procesos a los de la nueva máquina.

- Marcas como Honeywell, Bendix, Bull-General Electric, Burroughs, Control Datal, MAI, National Cash Registrer, Olivetti, RCA y Univac estaban en el mercado y, como era de esperarse, incitaban a las compañías a utilizar sus soluciones.

- La tecnología no encaja en la onda a go-go
El Caprice 76 estaba de moda, los pantalones acampanados y las solapas tipo Drácula predominaban hasta en los trajes de los más altos ejecutivos de cualquier firma y en el mercado circulaba publicidad de Telecopia, que promocionaba las bondades de su telefax, un aparato que enviaba y recibía una página con contratos, planos, requisiciones, pedidos, reportes, información de maquinaria en tan sólo seis minutos. (Expansión, julio 7 de 1976). ¿Qué prisa había? Era la época de hacer el amor, no la guerra.

- Por fortuna, la evolución de la actividad económica había resultado mucho más dinámica de lo planeado y el país había crecido 6%. A pesar de que Olivetti promocionaba su Studio 46, una máquina de escritorio de tamaño compacto, lo cierto era que las microcomputadoras empezaban a verse en las compañías, sobre todo las de Apple, que en 1976 dio a conocer su primer modelo, seguida por Radio Shack.

- Ya no se trataba de inmensos artefactos extraños encerrados en un gran cuarto de vidrio, sino de equipos mucho más pequeños que ya podían ubicarse en un cubículo normal y ser operados por poca gente, aunque eso no implicaba que fueran sencillos. De esta forma, una fábrica podía contar con un modelo de este tipo en las oficinas y otro en el centro de producción. “A la gente se le van ocurriendo más aplicaciones en control de gestión, operación de plantas, inventario y logística. En realidad, estos son los antecedentes de lo que hoy conocemos como ERP. El único limitante de esos años fue que el gobierno había impuesto una prohibición para que se realizaran transmisiones de datos por las redes telefónicas. No olvidemos que Teléfonos de México era una empresa gubernamental, así que el cómputo distribuido se vio seriamente afectado; sin embargo, algunas universidades se las arreglaron para rentar las líneas”, recuerda Pisanty.

- Justamente con la mayor aceptación de las minicomputadoras, una corporación mexicana conocida por la venta de calculadoras y equipo de oficina decidió incursionar en el negocio de la tecnología. Jorge Espinosa Mireles, director de Printaform, creó su línea y se lanzó a conquistar el mercado.

- “El crecimiento y el potencial demostrado por la nueva tecnología movieron a nuestros gobernantes a tomar en serio la industria; el resultado fue la redacción de un plan que tenía por objetivo fomentar el desarrollo independiente, crear los recursos humanos que necesitara el país, incrementar la eficiencia económica en el sector y mantener los precios del equipo de computación cercanos a los niveles internacionales de los otros sectores de la economía mexicana”, relatan Aquiles Cantarell y Mario González en Historia de la computación en México.

- Entonces surgió el Programa de fomento y desarrollo a la industria de la computación –el cual, dicho sea de paso, nunca fue publicado en el Diario Oficial–, criticado por algunos como proteccionista para los posibles fabricantes nacionales y un obstáculo para los extranjeros, pues les impedía traer a México las novedades que ya circulaban en sus países.

- La era del software
José López Portillo trataba de llevar las riendas del país, la Secretaría de Hacienda prometía que las nuevas reformas fiscales de 1981 no serían inflacionarias y Carlos Salinas de Gortari, en su calidad de director de Política Económica y Social de la otrora Secretaría de Programación y Presupuesto, aseguraba que aunque aumentaba notablemente el ritmo de endeudamiento del país, México tenía la capacidad interna de saldar sus pagos.

- Un año más tarde, aunque llorara y pidiera perdón, López Portillo sumió al país en una severa crisis económica. Pese a ella, la industria del cómputo creció. Entre 1982 y 1989 el mercado tuvo un desarrollo rápido, de aproximadamente 17% anual. En 1989 el consumo de equipos de computación en el país fue de $399.7 millones de dólares, aproximadamente 0.8% del estadounidense.

- Aunque todavía se hablaba de las microcomputadoras, la aparición de la PC de IBM trajo consigo el brote de muchas compañías, precisamente porque el llamado gigante azul publicó la arquitectura de esta máquina, en lugar de mantenerla reservada y patentada.

- Con la masificación de los equipos surgió otro elemento clave, el software. Algunas de las aplicaciones del momento eran VisiCalc, un tabulador electrónico que antecedió a Lotus 1,2,3. Por muy precarios que hoy parezcan, en su momento dieron respuesta al por qué utilizar una PC. “La gente empezó a entender el uso de la computadora. Inventarios, tráfico en almacenes, facturación, compras, ventas, cotizaciones y nómina se convirtieron en aplicaciones básicas, primero sobre VisiCalc, luego en Lotus y sólo mucho más tarde en Excel”, recuerda Pisanty.

- El siguiente paso fue el procesador de texto. Quienes poco tenían que ver con los números se convencieron de la pantalla negra y las letras verdes de una PC gracias a él. ChiWriter era el favorito de los científicos, por contener letras en griego y simbología para ecuaciones.

- Fue así como se diferenciaron los programas de base que ya venían cargados en las máquinas respecto del software de aplicación. En 1984 Apple presentó su sistema Macintosh con una interfaz gráfica muy intuitiva para el usuario. Poco le duraría el gusto: Microsoft, la empresa de Bill Gates, llegó al país en 1986; en un principio con su célebre sistema operativo MS-DOS. Desde entonces traía consigo el esquema de negocio que proponía que el software valía por sí mismo, la gente lo podía adquirir y no era inherente a las máquinas. Esto revolucionó el mundo de la computación. En esos años, 70% del presupuesto de una compañía correspondía a la compra de hardware y solamente 30% a la de software.

- Las empresas mexicanas se beneficiaron con la nueva oferta de productos. Sellos como WordPerfect, Lotus, Borland y Microsoft se lanzaron a capturar la preferencia del consumidor. El primero era un programa muy robusto que corría en MS-DOS y además venía precargado en prácticamente 70% de las unidades vendidas, debido a que las primeras versiones de Windows eran muy inestables y complicadas. Sin embargo, Windows 3 fue bien aceptado por sus herramientas Word y Excel, así que muchos empezaron a migrar hacia los programas de Gates que, además, ofrecía ediciones en español.

- WordPerfect dejó de ser el producto consentido y cometió un terrible error: tardó mucho en sacar una versión que corriera en Windows; cuando lo hizo no cumplió con las expectativas del público, así que la gente optó nuevamente por Microsoft.

- Más allá de la oferta de programas, otro de los puntos importantes de la década fue el intercambio electrónico de datos (EDI, por sus siglas en inglés). Las compañías establecían conexiones entre sus mainframes –aquellas grandes máquinas setenteras–. Para buena parte de los usuarios era increíble este tipo de operación: las sesiones de acceso a sus computadoras permitían la transferencia de bases de datos para actualizar inventarios, requerimientos, etcétera.

- Con todo esto, para finales de los 80 el modo de hacer negocios era completamente diferente. El Banco Nacional de México ya contaba con infraestructura de telecomunicaciones, de tal suerte que sus clientes podían hacer uso de Videomático, un servicio de banca electrónica que consistía en instalar una terminal en las oficinas o domicilio del interesado para que pudiera realizar algunas operaciones sencillas y hacer consultas. Claro, no era un acceso a internet como el que conocemos hoy en día, pero sí un enlace a la base de datos del banco.

- De hecho, la primera red de comunicaciones vía satélite en el país fue Skygate, creada en 1989. Los suscritos obtenían acceso al satélite y podían transmitir voz, datos y video para servicios de videoconferencia, correo electrónico, facsímil y conexión con redes internacionales. Evidentemente, era un sistema al que sólo algunos podían entrar debido a los costos de suscripción.

- Lástima que la confianza en el uso de la tecnología se viera ensombrecida por la caída del sistema en las elecciones presidenciales del año 1988.

- Los estándares
Al igual que en cualquier otra industria, en la de tecnología los estándares dieron paso a un uso más difundido y aceptado no solamente de computadoras sino también de software y protocolos de comunicación y conexión de redes.

- Estándares cerrados y arquitecturas propietarias eran muy usados por empresas como IBM, que creaba sus propias plataformas.

- Era una firma grande, con desarrollo de máquinas poderosas (mainframes), de minicomputadoras y después PC e impresoras, así que no tenía necesidad de adaptar sus equipos a estándares de otros fabricantes, pues ella lo hacía todo, o por lo menos todo lo que en ese momento se requería. Además, esa era su carta fuerte: presentarse como una empresa que ofrecía una solución y que tenía las respuestas idóneas para resolver muchas de las necesidades de una compañía. Y si no, ya había empresas que se habían acogido a su sombra manufacturando productos que fueran compatibles con los de ella.

- Por lo anterior, en la década de los 70 el lema “compatible con IBM” significaba que el aparato funcionaba a la perfección con equipo de esta marca, lo que representaba un plus porque era la más vendida. Y así, las compañías copiaban la arquitectura que el gigante azul había seguido para crear su PC, o bien, empleaban una propia. Después lo importante fue la compatibilidad con los programas de cómputo.

- Marcas como Macintosh, de Apple, DOS y Windows, de Microsoft empezaron a ser las plataformas que sirvieron de base para el desarrollo de software de aplicaciones más específicas. Exactamente por la misma razón, la gente las empezó a preferir sobre otras del mercado.

- Otro ejemplo es un programa denominado Unix, una plataforma en la que los comandos todavía son empleados y cuyo código de programación ha permanecido abierto desde su creación. En la actualidad existen muchos sabores y empresas como Sun, Oracle, IBM, Corel y hasta la propia Microsoft tienen software que corre en esta plataforma.

- El boom del internet y la desilusión de las punto com
La inquietud que provocaba en 1994 el conflicto zapatista apuntaba naturalmente a que la primera acción decidida del gobierno estuviera dirigida a Chiapas. En cambio, el primer anuncio público de Ernesto Zedillo versó sobre la reforma del Poder Judicial.

- Las caídas paralelas del peso y la Bolsa, frenadas por la Casa Blanca y la Reserva Federal de Estados Unidos, fueron un terrible golpe para la industria del cómputo porque las compras se detuvieron debido a que los precios de los equipos se cotizaban en dólares. Se congelaron las inversiones en tanto que la situación no fuera más estable. Algunas firmas fijaron un tipo de cambio propio absorbiendo parte del costo de la devaluación para animar a los usuarios a comprar. La inercia de los años 80 parecía irse deteniendo poco a poco.

- Sin embargo, el objetivo era sobrevivir y la tecnología era la herramienta para lograrlo. Así que unos años después tal concepción cambió por completo: las compañía se cuestionaban si haber invertido grandes sumas de dinero para la compra de equipo y desarrollo de sistemas incrementaría su productividad y se traduciría en beneficios. Esto fue el parteaguas para muchas que aprendieron que el éxito no radica en comprar o no, sino en cómo y cuándo incorporar la informática a los procesos de las organizaciones.

- Andersen Consulting, Deloitte y PricewaterhouseCoopers, entre otras, entraron de lleno en escena para asesorar a los compradores sobre qué hacer con lo que ya habían adquirido y que ahora no sabían cómo aprovechar al máximo, o bien, en incorporar otro tipo de tecnología que en esta época sobrepasó los límites de los bytes para transformarse en una moda empresarial: los famosos ERP, software de planeación de recursos empresariales.

- Otra de las grandes noticias fue la apertura de la distancia nacional e internacional y el fin del monopolio de Teléfonos de México. Con la nueva ley de telecomunicaciones, que definía las reglas del comienzo de un nuevo nicho de mercado, se creó un extenso sistema de comunicación con grandes inversiones en México de firmas como Avantel (formada por MCI y Banamex) y Alestra (creada por Grupo Alfa y ATT).

- Aquello que era conocido como la telefonía inalámbrica, impulsada por Iusacell en sólo algunas zonas del país, se transformó en telefonía celular cuando otras agrupaciones como Pegaso y Telmex se dieron cuenta de la aceptación del mercado. A partir de entonces surgirían diversos planes de contratación de equipo e iniciaría la carrera por la reducción del tamaño de los celulares, cada día con más horas de duración, menor peso y más variedad de herramientas.

- Internet se encontraba en vías de masificación. En la pantalla grande Meg Ryan y Tom Hanks protagonizaban una cinta en donde el amor cibernético era el principal ingrediente de una comedia rosa con toques tecnológicos.

- Todo este ambiente de aceptación dio origen al brote indiscriminado de portales electrónicos basados en distintos temas como deportes, salud, subastas, asesoría para bodas, música, etcétera. Tales sitios surgieron gracias a la inversión de fondos o bancos que creían en esta nueva forma de hacer negocios. Bien a bien, nunca mostraron un esquema sólido y mucho menos rentable a corto plazo, sino que se mantuvieron esperanzados en que el público mexicano navegara y adquiriera sus productos o servicios en línea. La magnitud con que aumentaba el precio de las acciones de todas las empresas punto com se convirtió en un furor bursátil que concluyó en una gran decepción, pues así como aparecieron muchos portales, también se esfumaron para dar paso a un problema más inmediato, el Y2K.

- En tanto décadas atrás las compañías no se convencían de adquirir equipo de cómputo, en los 90 la tecnología era el núcleo de negocios y de prácticamente todos los sectores productivos del país y del mundo. Detrás de casi cualquier firma, sin importar su giro, existía una máquina con información valiosa de la operación del día a día. Así que el cambio en el código de programación para que se aceptara una fecha mayor a 1999 y se registraran los tres ceros implicó la reprogramación de cientos de miles de millones de líneas de código y el reemplazo de miles de servidores para que el 1 de enero de 2000 no sucediera nada grave.

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