Cuando quieren, los empresarios tapatíos pueden ser modelo de iniciativa y pujanza. Así lo demostró un grupo de comerciantes encabezados por Miguel Moragrega –propietario de la cadena de supermercados Maxi, que después sería comprada por Gigante–, al abrir Plaza del Sol en noviembre de 1969. Considerado entonces como el más grande centro comercial de América Latina y uno de los mejor diseñados del mundo, este proyecto de $310 millones de pesos de esos días fue construido en tan sólo 10 meses y medio, reuniendo en un terreno de 12 hectáreas a 140 tiendas y 90 tipos de servicios. Por vez primera, un millón y medio de habitantes podían encontrar todo (o casi todo) en un solo lugar.
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Colgándose del éxito de Plaza del Sol, la ciudad vivió un boom de estos complejos al punto que para 1995 ya sumaban 85. Guadalajara era la capital de los centros comerciales. Tras una depuración natural, hoy el número se ha reducido a 40.
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Líder hasta la primera mitad de los 90, Plaza del Sol inició en 2000 un proceso de remodelación. La manita de gato le valió mantenerse atractiva dentro de un mercado cada vez más competido y exigente. Con 289 locales y una ocupación promedio de 96%, al día tiene un flujo de 60,000 personas y 11,000 vehículos. La pionera no se ha dormido en sus laureles.