Perú atraviesa por una fase de inestabilidad política y social agudizada tras el paro nacional convocado el pasado 14 de julio por la principal central obrera del país. La violencia ha comenzado a reemplazar el acuerdo político entre el gobierno de Alejandro Toledo y el pueblo que lo eligió hace tres años. El último informe de la Defensoría del Pueblo peruana enumera 48 conflictos entre la población y autoridades regionales en lo que va del año.
- Sin embargo, estallidos de violencia como el del pasado mes en Ayacucho, y anteriormente en Arequipa y Cuzco, de carácter espontáneo, obedecen más a la indignación por las condiciones de pobreza que a directrices de partidos políticos.
- Hay que sumar también el estancamiento de las medidas anticorrupción para desmantelar la gigantesca red armada por el “fujimontesinismo” (como se denomina en Perú al régimen anterior, presidido por Alberto Fujimori) que han hecho caer la popularidad de Toledo a 8%.
- Para algunos, el paro nacional convocado por la Confederación General de Trabajadores de Perú con el objetivo de reformar la Carta Magna elaborada durante el “fujimorismo” servirá para que las diversas manifestaciones sociales de descontento, dispersas, se articulen alrededor de una plataforma única. Algunos medios nacionales advierten que Toledo no llegará a 2006.