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Primer semestre <br>Persiste la fragilid

El alza en las tasas, la caída en la Bolsa Mexicana de Valores y la presión sobre el tipo de cambi
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

A unas semanas de concluido el primer semestre, resulta interesante analizar los resultados económicos esperados y los riesgos previsibles, así como sus efectos sobre las empresas.

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En los primeros seis meses de este año, la inflación siguió una clara tendencia a la baja. Hasta junio registraba un crecimiento acumulado de 15.3%, en tanto que la inflación mensual se situó en 1.63%.

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Por su parte, el tipo de cambio nominal se mantuvo relativamente estable, mientras que el real se apreció casi 10% en los primeros meses.

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Asimismo, hasta abril, la producción industrial reportó un crecimiento acumulado de 3.6%, gracias a un aumento de 6.4% en la minería, 5.4% en la manufactura y 2.9% en generación de electricidad, gas y agua.

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A su vez, las exportaciones acumuladas hasta mayo sumaban $37,835.6 millones de dólares, 19.4% más que en el mismo periodo del año anterior.

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Sin embargo, no todo fue positivo. Hasta abril, la industria de la construcción —principal generadora de empleos— reportaba una caída de 5.3%.

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Los indicadores de la demanda interna, ventas y sueldos y salarios tampoco mostraron un cambio importante. De acuerdo con el INEGI, el índice promedio de ventas al menudeo durante los meses enero-marzo, fue inferior en 0.05% al de los meses abril-noviembre de 1995, los de mayor contracción ese año. Lo mismo ocurrió con las remuneraciones a los trabajadores, cuyo índice promedio en el primer trimestre fue inferior en 7.8% al del periodo abril-noviembre.

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Por otra parte, las importaciones se recuperaron rápidamente y para mayo sumaban $34,493 millones de dólares, 18.1% más que en los primeros cinco meses de 1995.

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No obstante, a pesar de que esos renglones reflejan debilidad, es de esperar un reporte positivo del PIB. Primero, porque en su evaluación serán determinantes los elementos que anuncian la recuperación: la producción industrial y el comercio exterior, y segundo, por el hecho de que se compara contra un periodo de fuerte contracción económica.

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Los avances se ponen a prueba
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Sin embargo, como ocurrió en 1994, nuevamente se comprobó que una estabilización que no se basa en una mayor productividad resulta vulnerable a todo tipo de factores. Así, a finales de junio y principios de julio, el mercado cambiario se vio presionado.

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En el exterior, la divulgación de cifras muy positivas acerca del comportamiento de la economía estadounidense —con reducción del empleo y aumentos en la producción—, llevó a suponer que la Reserva Federal de ese país (FED) decretaría un aumento en las tasas de interés. Aunque esa institución pospuso una decisión al respecto, en los mercados se mantuvo la turbulencia.

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En lo interno, generó incertidumbre la publicación de noticias confirmando los temores que tenía la población, en el sentido de que el proceso de privatización durante el salinismo fue poco transparente. Como consecuencia, algunos inversionistas temen que el programa de privatización del presidente Ernesto Zedillo no llegue a buen término. Si esta administración no demuestra que tiene autoridad para clarificar las privatizaciones a satisfacción de la sociedad, mantendrá abierta la posibilidad de que, a futuro, otro gobierno investigue más profundamente, lo que pondría en riesgo eventuales alianzas.

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Además hubo inquietud por el posible surgimiento de nuevos grupos de inconformes sociales, en un proceso en el que el sistema vigente se ha mostrado incapaz de encauzar las inquietudes de la población y aprovecharlas para construir. Inexplicablemente, se ha preferido tolerar formas de corrupción política, apoyos de turbio origen y caciques regionales. Sin duda, eso impide que los mexicanos comprometan su necesaria participación en el proceso de transformación nacional y en cambio crea la posibilidad de nuevas -inconformidades.

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En fin, nuevamente la inestabilidad cambiaria, que obedece a la fragilidad de la situación económica, puso en duda los avances en otros renglones.

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Por ejemplo, debido a que no se ha puesto atención a la necesidad de frenar el crecimiento de los precios mediante productividad, la disminución de la inflación se encuentra ligada a la capacidad de limitar los movimientos del tipo de cambio. En consecuencia, la reciente depreciación del peso ha fortalecido las -resistencias para obtener nuevos avances antiinflacionarios. En su caso, Tendencias Económicas y Financieras ya ajustó su pronóstico de inflación para el cierre de 1996, de 25.1% a 26.1%, seis puntos porcentuales arriba de la meta oficial.

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A su vez, la decisión de utilizar la base monetaria para estabilizar la economía, tiene como consecuencia que para frenar la especulación con el peso se apliquen alzas a las tasas de interés. Así, después de alcanzar un mínimo de 25.58% en la subasta del 31 de mayo, la tasa de Cetes a 28 días se acercó a 32% en las primeras semanas de julio. A su vez, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores pasó de 3,352 puntos el 22 de mayo, a niveles de 2,800 en el transcurso de la sesión del martes 16 de julio.

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Por supuesto, el problema se complicaría si llegara a concretarse el previsible aumento de las tasas por parte de la FED. En ese caso, el incremento del costo de la deuda pública se manifestaría tanto en la parte de deuda externa, como en la de deuda interna. En consecuencia, aumentaría el déficit financiero del sector público y la posibilidad de que se prolongue la contracción económica.

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Se ajustan expectativas
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El contexto reseñado confirma que son pocos los factores que pudieran justificar avances en los negocios orientados al mercado interno. De hecho, se puede adelantar que, respecto a la operación de las empresas, sólo obtendrán buenos resultados aquellas que destinen su producción a la exportación.

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Por otra parte, la inestabilidad cambiaria podría repercutir en pérdidas netas para quienes tengan pasivos en dólares. Además, la desconfianza acerca de las perspectivas del país provocará un aumento en el costo del financiamiento en moneda extranjera.

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En fin, una vez más se comprueba que el “coquetear” con una estabilidad sustentada en frágiles equilibrios económicos, políticos y sociales, no genera grandes beneficios.

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