Después de un intenso periodo de sesiones –de seis días, con sus respectivas noches– los diputados finalmente dieron vida a la reforma fiscal, que desde su nacimiento comenzó a hacer de las suyas. La discusión por la aprobación de impuestos al vapor y sin conocimiento de las industrias hoy está superada por la controversia dentro y fuera de las cámaras en torno a la legalidad de las medidas. Por ejemplo, el impuesto especial a artículos de lujo fue propuesto por el Senado, situación que según los expertos es inconstitucional dado que sólo la Cámara de Diputados tiene esa facultad.
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Asimismo, la premura del tiempo llevó a los diputados a cometer errores que confunden a los expertos en cuestiones fiscales. Rubros como telefonía básica, refrescos y restaurantes son los menos claros; incluso las disposiciones de un párrafo a otro se contraponen. El Decreto fiscal emitido por la Cámara de Diputados en su página electrónica difiere del texto publicado en el Diario Oficial de la Federación. Así que la verdadera faena de los congresistas apenas comienza, pues grupos empresariales y políticos inconformes formulan ya demandas de amparo para evitar el pago de algunas cargas impositivas.
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