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Retrato de un integración

El cambio de encuadre regional del corporativo, puso en la mira a México. He aquí las escenas más
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Cuando hace tres años Charles N. Griffin, entonces presidente y director general del Grupo Kodak México, daba cuenta de la integración de la filial mexicana a la estrategia mundial de Eastman Kodak Company, apenas relataba los primeros capítulos de la historia. El proceso ha continuado con Francisco Mora Jardón, quien al heredar la estafeta de manos de Griffin ha asumido la responsabilidad de convertir a Guadalajara en la sede de sus operaciones en México y, próximamente, de la región norte de Latinoamérica.

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En realidad, los preparativos de la integración de la sucursal mexicana arrancaron en 1994, momento en que Eastman Kodak montó su plan estratégico global, con el que busca aumentar su competitividad y afinar su enfoque de servicio al cliente; su idea fija es garantizar su posición en el futuro como la firma líder en el mercado de imágenes.

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El primer paso que todavía le correspondió dar a Griffin fue alinear la comercializadora de Tlalpan y la planta de manufactura de Guadalajara, entidades que hasta antes de enero de 1995 habían caminado por senderos distintos, en una sola empresa (Kodak México). Otro de los movimientos estratégicos que hizo el entonces director fue centralizar en las instalaciones tapatías parte de las funciones de la organización; se transfirieron las áreas de finanzas, recursos humanos, sistemas, distribución y tráfico, mientras que en la Ciudad de México permanecieron la dirección general, el departamento legal, las áreas de relaciones públicas y gubernamentales, y las unidades de negocios.

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A su llegada a la presidencia del grupo, en 1997, ante las evidentes sinergias ganadas con el proceso de centralización, Mora decidió continuar con los trabajos iniciados por su antecesor, siempre que, desde luego, recibiera el visto bueno de la corporación, localizada en Rochester, Nueva York. Y la recibió. “La corporación –refiere– tuvo la confianza y la certeza de que, siendo mexicano, y dado que conocía la situación del negocio y del país, era conveniente dar este paso.” (Mora es el primer mexicano que ocupa el máximo puesto de Kodak México.)

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Fue así como el resto de las áreas que permanecían en la capital del país fueron trasladadas a la capital jalisciense –incluyendo la dirección general–, que así se convirtió, a partir de este año, en el centro operativo del grupo. “En la Ciudad de México –aclara Mora– sólo hemos dejado oficinas de venta y algunas unidades de negocios, pero (el área de) imágenes de consumo, que es la principal, está en Guadalajara, con todo el equipo de mercadotecnia.”

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En contracorriente a esta centralización, la empresa lleva a cabo una descentralización de su fuerza de ventas. ¿La razón? “Estar más cerca de nuestros clientes, darles un mayor soporte y el mejor servicio”, explica el directivo. Gracias al concepto de “oficina portátil” –que requirió de inversiones en sistemas de telecomunicaciones y de información–, ahora tanto vendedores como ingenieros de soporte se desplazan a cualquier punto del país donde se encuentren los clientes y mantienen una comunicación constante con su oficina central a través de sus lap-tops.

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Foto de familia
El proceso de integración, en principio, también incluía las plantas de manufactura de Monterrey y Tijuana. Sin embargo, después de ciertos movimientos ocurridos en esas fábricas, la única operación manufacturera que hoy en día mantiene Kodak en la república es la planta tapatía, donde produce películas, discos compactos grabables y cámaras de un solo uso.

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Mora explica que las operaciones regias fueron transferidas a Guadalajara para hacerlas converger con su operación de cámaras desechables, toda vez que en la fábrica de Monterrey se ensamblaban las del Sistema Avanzado de Fotografía de características intermedias (mejor conocidas por su marca Advantix), cuya producción se vino abajo al aumentar la demanda por las cámaras de esta misma marca, pero más sofisticadas, así como por las de menor nivel. De cualquier forma, “la planta cumplió su cometido, puesto que nos ayudó a lograr el arranque que requerían las cámaras del nuevo sistema”, justifica.

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En cuanto a la planta de Tijuana, la corporación decidió venderla, lo que ocurrió en marzo pasado, junto con otras operaciones de ensamble de fotocopiadoras que pertenecían a la unidad Office Imaging, con oficinas en Rochester, Nueva York, y en Muelhausen, Alemania; el comprador fue Heidelberg Druckmaschine AG, una compañía líder en equipos de impresión. El entrevistado adelanta que no obstante, al mantenerse una alianza estratégica con la firma alemana, en el futuro se estarán introduciendo al mercado nuevos sistemas de impresión.

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A un lustro de que se pusiera en marcha la integración de Kodak México, Mora asegura que no pudieron haber tomado una decisión mejor. “Los hechos nos están demostrando que las sinergias que estamos obteniendo van más allá de lo que pensamos que ocurriría.”

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¿Y los resultados? “Los resultados no los puedo mencionar en cifras de millones ahorrados. Lo que puedo decir es que tenemos una productividad importante, que nos ha permitido sortear todas las adversidades que se presentaron con la crisis financiera de 1994, contrarrestar la competencia que llegó con la apertura del mercado, así como volver más eficiente la fábrica de Guadalajara”, dice un cauteloso presidente y director general, que acata la cerrada política informativa de la organización.

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Habla, empero, de la existencia de un círculo virtuoso en el que las reducciones de costos y los incrementos de productividad han hecho posible atraer más inversiones al país, y estas, a su vez, generar mayores exportaciones. Ante la insistencia, acepta comentar que, tras haber invertido $250 millones de dólares en el bienio anterior, este año inyectarán otros $35 millones de dólares para incrementar la capacidad en las diversas áreas de manufactura.

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Balance revelador
Al abundar sobre cada una de las líneas de producción, resalta el crecimiento que ha tenido la operación dedicada a las cámaras que se usan una sola vez. “Desde que arrancamos (en 1997), prácticamente hemos estado duplicando el volumen de producción”, asevera. En cambio, en el área de discos compactos grabables reconoce que, a fin de compensar la agresiva incursión de otros fabricantes al mercado internacional, tuvieron que elaborar programas de productividad y de reducción de costos con el fin de hacerla más rentable. En tanto que la fábrica de películas, más orientada a la producción de las radiográficas y para la industria de las artes gráficas, se ha convertido en una “operación de clase mundial”, logrando “contrarrestar” así la competencia que existe en este segmento de mercado.

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Aun con enemigos en diversos frentes, en conjunto las ventas del grupo alcanzaron el año pasado los $800 millones de dólares, de los cuales $600 millones correspondieron a exportaciones. Cauteloso con los números, el directivo prefiere reservarse los pronósticos que la compañía tiene para este año, y a lo sumo adelanta que espera un incremento de la facturación tanto en el mercado exterior como en el doméstico. En particular, en este último mercado confía en que surtan efecto las inversiones publicitarias que actualmente se están ejecutando, sobre todo las destinadas a la televisión, medio al que se ha canalizado un presupuesto 40% superior al del año anterior, gracias a los ahorros obtenidos por los avances en productividad.

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La otra integración
Desde que este gigante identificado por el rojo y el amarillo de sus empaques definió cuál sería su enfoque global en el mercado de imágenes, ya se vislumbraba que en algún momento tendrían que integrar su operación conforme a bloques regionales con el fin de defender mejor la tajada de mercado que otros competidores quieren arrebatarle. Ese momento ha llegado para Latinoamérica, la cual han dividido en dos subregiones con esos propósitos.

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En la subregión norte incluyen  México, Venezuela, Colombia, Centroamérica, Puerto Rico y los países del Caribe, y tiene como base la capital tapatía. La subregión sur comprende Brasil, Argentina, Chile y Paraguay, y será controlada desde Brasil, aunque todavía está por definirse si la sede será Manaus o São José dos Campos.

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En su calidad de presidente y director general en México, cargo al que llegó en marzo, Mora es el responsable de la subregión norte de Latinoamérica; explica que la integración de este bloque seguirá un curso análogo al proceso que se realizó al interior de México. Es decir, se concentrarán en Guadalajara algunas operaciones, para desde aquí darle soporte a los países que estarán bajo su responsabilidad. De hecho, “ya estamos trabajando en forma acelerada en la estandarización de los procesos que nos faciliten la integración”, asegura.

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Aunque uno de los premios de la nueva misión encomendada a la filial mexicana será el incremento de las exportaciones, el directivo no oculta los retos que hay que librar. El primero de ellos es lograr que las otras operaciones que conforman la subregión “tengan la confianza de que el equipo mexicano podrá darles el soporte, así como llevarles propuestas de valor con nuestros productos y servicios a nuestros clientes en forma efectiva y eficiente”. El otro reto es “trabajar, verdaderamente, en equipo, algo muy fácil de decir, pero que tiene grandes dificultades”.

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Mora confía en el “gran equipo” con que cuenta en México (en total 4,000 empleados) y no titubea al manifestar su certeza de que llevarán a buen término su nueva misión. Apuntala su confianza con otro argumento: “Al haber vivido un proceso de integración local, ya tenemos una curva de aprendizaje que nos servirá mucho para reducir el ciclo de tiempo de este nuevo proceso.”

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