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Roche-Syntex. La dosis necesaria

Sin dejar de lanzar nuevos productos al mercado, el grupo farmacéutico más grande del país sufre
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Grupo Roche-Syntex, el conglomerado de la industria farmacéutica líder del mercado en México y América Latina, y cuarto a nivel mundial -después de Glaxo, Merck y Hoechst-, estudia la posibilidad de desconcentrar sus dos plantas ubicadas en el Distrito Federal, "una decisión que tomamos antes de la crisis (que responde a la tendencia mundial de concentrar un producto en cada planta), pero que ésta acelera", subraya Olaf Brenner, director general de la empresa.

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Las alternativas son tres: desconcentrar las dos plantas e instalarlas en un anexo en la planta de Cuernavaca, en una nueva sede, o bien, conservarlas como están. Cualquier decisión que se tome se aplicará el próximo año y tendrá un costo mínimo de $50 millones de dólares, "ya que la inversión en una nueva unidad oscilaría entre $80 y $100 millones", Brenner.

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El laboratorio, que desde 1948 opera en México, contempla cerrar este 1995 con $250 millones de dólares en ventas, $50 millones menos que los $300 alcanzados un año antes. Avatares de la crisis. Y es que 70% del costo total de la operación de Roche-Syntex está dolarizado, debido a los insumos de importación. "Es parte de las desventajas de la apertura comercial", señala Max Bucher, subdirector general del grupo.

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Lo cierto es que, pese a todo, las inversiones continuarán, porque los ejecutivos suizos ratifican que esta empresa piensa a largo plazo. "Independientemente del marco político, consideramos que México está en problemas, pero avanza a pasitos. Por eso nosotros seguimos invirtiendo. Tenemos gran experiencia en crisis. No hemos huido antes de Argentina o Brasil. Nuestros planes son a largo plazo", agrega Bucher. A su vez, Brenner confía en que en un lapso de 18 a 24 meses se comenzará a sentir la mejoría en el país.

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Y en lo que se decide la mudanza -que será la que permita un mayor crecimiento-, durante este año Roche-Syntex invertirá $20 millones de dólares para la planta de Cuernavaca y $10 más en la ciudad de México, en rubros como fabricación, expansión de capital y mejoramiento de calidad. Aunque si se compara con lo que la multinacional invertirá a nivel mundial -$1,100 millones-, la suma se puede apreciar como bastante modesta.

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Por su parte, Víctor Manuel Miguelez, director de la División Farmacéutica del grupo, reitera a que éste es uno de los laboratorios que más invierte en la investigación y en la producción de medicamentos innovadores, "sin descuidar la elaboración de medicamentos para padecimientos ya reconocidos y que se demandan por país y por región. Anualmente, 23% de las ventas farmaceúticas se invierten en la investigación".

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Largo plazo. Seguros de su sobrevivencia, los suizos seguirán invirtiendo con algunas modificaciones en los plazos, de acuerdo con las pautas que va marcando la economía. Por lo pronto, en este mismo año, serán seis los productos lanzados al mercado en distintos segmentos (cáncer, cardiovasculares e infectología) y, para su comercialización, se han invertido $10 millones de dólares.

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El lanzamiento más reciente, en e rubro de medicamentos sin prescripción médica, fue Supradyn, un multivitamínico efervescente, que desde hace un par de meses circula en el mercado mexicano y, mediante el cual, Roche busca mantener el liderazgo en el segmento.

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Asimismo, las exportaciones (e importaciones) continuarán su camino, sin ninguna estrategia novedosa derivada de la modificación en la paridad cambiaria. En el primer caso, 80% de las ventas foráneas seguirán siendo facturadas en Estados Unidos. En importaciones, de 65 a 70% de los insumos provendrán de ese mismo país. Actualmente, la empresa fabrica 70 productos en México.

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Sin embargo, en el propio camino hacia ese largo plazo se vislumbran problemas. De entrada, como se queja Miguelez, "no existe visión ni política de salubridad a largo plazo en México. Tampoco hay continuidad o mejoramiento en las políticas de control de calidad".

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Por si fuera poco, añade Bucher, hay una suerte de xenofobia en el sector oficial que complica la comercialización de medicamentos extranjeros, incluso cuando los laboratorios mexicanos son insuficientes (o inexistentes) en el rubro que se requiere.

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Más allá de esos conflictos, el verdadero problema al que se enfrenta Roche-Syntex, y así lo admiten sus ejecutivos, es la disminución del poder adquisitivo y la espiral inflacionaria que ha hecho mella en la industria farmacéutica, y cuyos efectos nocivos se acentuaron tras la devaluación y el consiguiente aumento de costos de procesos e insumos.

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El bajo poder adquisitivo actual de la población mexicana se ha traducido en un fenómeno que está afectando de manera importante las ventas de los productores de fármacos: la gente acude menos a las farmacias privadas. En vez de eso, forma largas colas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a donde sólo asiste por dotación de medicamentos.

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La crisis del IMSS. "El IMSS tiene problemas financieros y con la crisis enfrenta una reducción dramática en su presupuesto. Además, está presionado por el incremento de usuarios y derechohabientes, que antes acudían al sector privado de salud", explican los directivos. En resumen, añaden, el IMSS atiende, con menos recursos, a cada vez más pacientes.

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Como afirma Miguelez, el IMSS "presiona a las empresas porque su desabasto de cuadros básicos de medicamentos es terrible y vive anomalías en la distribución. Asimismo, cuenta con más producto que no utiliza y carece del que requiere". Por ello, a principios de año el organismo llamó a las empresas para resolver su problema principal: el desabasto. ¿Cómo? Negociando individualmente con los laboratorios para obtener mejores precios.

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Roche-Syntex es actualmente el segundo proveedor del IMSS. Su volumen de ventas al organismo es de 12% de la producción de la firma (unos $35 millones de dólares al año). "Para nosotros el instituto tiene ahora más importancia que hace seis años -anota Brenner-. Por eso pensamos que deben haber mejores mecanismos que combinen ambos sectores: el oficial y privado, para que el paciente pueda recurrir al servicio privado y reciba un reembolso en el IMSS."

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"No se requiere de un elefante, sino de un sistema de reembolso dependiendo del padecimiento", ratifica Miguelez. Podría ayudar, en efecto. Disminuiría filas en el IMSS y evitaría más cierres de farmacias.

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