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Si Carlos regresara...

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

“Lo peor que les puede pasar a muchos de los que piden que Carlos Salinas de Gortari regrese a México para rendir cuentas, es que efectivamente el ex presidente regrese y hable.”

- Dicho lo anterior, el Gordo Basurto se llevó a la boca su copa de vino tinto y saboreó el contenido como si fuera un Vega Sicilia, a pesar de que la botella indicaba que sólo era un decoroso Cabernet Sauvignon del país. Atentos, los demás comensales aguardamos durante varios segundos a que el Gordo concluyera su razonamiento, o al menos nos diera pistas sobre el significado de la paradoja que había formulado.

- Por fin, el Gordo dejó suavemente la copa sobre la mesa, derramó una cálida mirada sobre todos nosotros y sentenció: “Aún está tierno”.

- Nunca pude saber si el Gordo se refería al vino, al ex presidente Salinas, al eventual regreso del villano favorito a estas tierras o a otro personaje. Sin embargo, la afirmación sobre el trastorno que podría significar el regreso de Salinas me sigue atormentando.

- En alguna ocasión escuché que se me clasificaba como “salinista”; la acusación —porque parecía tal, dado el tono en que se formulaba— me resulta sorprendente. Las contadas ocasiones en que tuve oportunidad de conocer personalmente al personaje de marras las decliné pretextando otras ocupaciones más provechosas. Ello fue cuando Salinas gozaba de todos los privilegios y atractivos que nuestro sistema político otorga a los presidentes y algunos más que él supo agenciarse. Ni el señor Salinas derivaba alguna ventaja de conocer al amigo del Gordo Basurto, ni éste encontraba deseable que su trabajo, aun sin darse cuenta cabal de ello, se contaminara con la frecuentación de tan poderoso personaje.

- En ese sentido, la situación no ha cambiado un ápice, a pesar de que la percepción especializada y popular acerca de Salinas haya variado sustancialmente.

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- Con todo, sería interesante que el ex presidente hiciera acto de presencia en México y dijera lo que piensa y sabe de muchas cosas: la devaluación de diciembre de 1994, los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, las privatizaciones, la apertura económica, la política fiscal, la política monetaria y demás.

- Lo interesante es que diría cosas difíciles de tragar para muchos de los que hoy piden a gritos que regrese a dar cuentas. Y es que, bien vistas las cosas, tiene muchos argumentos a su favor que hoy convenientemente se pasan por alto.

- Dejemos a un lado, por lo pronto, las sospechas acerca de los sonados crímenes políticos. Basta decir que uno de los mayores perjudicados por esos asesi­natos resultó ser Salinas.

- Por lo que hace a las reformas económicas el legado de Salinas es apreciable: apertura comercial en serio, autonomía del banco central, finanzas públicas sanas, privatizaciones de costosísimas e ineficientes empresas paraestatales (de la telefonía a la televisión), abatimiento de la inflación, desaparición de monopolios privados (del autotransporte a la televisión)...

- Si en el proceso hubo corrupción, que se demuestre y que se castigue. Pero ello no debe ser pretexto para dar marcha atrás. Es comprensible que los beneficiarios directos o indirectos del estado de cosas que alteró Salinas de Gortari sueñen con una marcha atrás, pero los beneficios de las reformas para la sociedad mexicana están a la vista.

- ¿Esto hace de Salinas un héroe? No. Su indudable ambición de perpetuarse en el poder, su reticencia a una verdadera reforma política, los equívocos con los que jugó en la tenebra del juego político y su probable complicidad o complacencia con actos de corrupción no lo hacen que digamos el mejor ejemplo para la juventud y la niñez mexicanas.

- Pero no tiremos el agua sucia de la bañera con todo y el niño.

- Que regrese Salinas. Que en su cara lo expulse del PRI su antiguo subordinado, Santiago Oñate. Que los mismos que hoy dicen detestarlo, y ayer cantaban las glorias del salinismo a través de cámaras y micrófonos, le digan en su cara que los engañó, que les hizo creer que este país podía ser del primer mundo.

- Sería interesante escuchar la versión de Salinas y juzgarla con objetividad.

- ¿O acaso alguien tiene miedo de que él hable?

- En fin, habrá que esperar a que el Gordo Basurto vuelva a descorchar una buena botella de vino, nos invite a paladearlo y comprobemos que ahora sí ya no está tan tierno.

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