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Si muero lejos de ti

Esta empresa busca opciones de negocio para sostenerse y crecer. El traslado de cuerpos a sus lugare
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Cuando el cuerpo de Lilia Machorro llegó al Aeropuerto Internacional de la ciudad de México, Roberto García, de 22 años, estaba ahí con una camioneta blanca para recibir el ataúd.

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Ella era una madre de 19 años, inmigrante en Estados Unidos, que había vivido durante dos años en Pomona, California, y había muerto de leucemia. Ahora retornaba a Santa Rosa en el municipio de Tecamachalco, Puebla, su pueblo natal, para ser enterrada ahí.

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Varias horas después de su arribo, Roberto guiaba lentamente por las calles de Santa Rosa una procesión de mujeres caminando con gladiolas, jóvenes en bicicleta, autos, camiones y hombres cargando el féretro hasta la casa de los padres de Lilia. Los camiones y coches alineados detrás de la camioneta blanca hacían sonar su claxon durante el recorrido por el pueblo. Las mujeres arrojaban confeti sobre el ataúd y la gente que lo sostenía. Para cuando llegaron a casa de los Machorro había más de 100 personas en el cortejo.

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“Claramente se notaba que esa mujer era muy querida –dice Roberto a este reportero mientras maneja su camioneta–. Mira cuánta gente está aquí y muchas veces ni siquiera saben qué día va a llegar el cuerpo. Otras veces no hay nadie más que la familia esperándolo. Puede ser deprimente.”

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Roberto sabe de lo que está hablando. Su negocio familiar, Funeraria Olimpia, ubicado en una pequeña oficina de la Calzada Ignacio Zaragoza, en el oriente del Distrito Federal, no lejos del aeropuerto, se ha adueñado de un nicho de mercado que requiere transportar cuerpos a otros lugares de la república. La van que llevó el cuerpo de Leticia Machorro es parte de la estrategia futura de Olimpia.

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En los últimos años una parte importante del negocio de la funeraria –20% o más– se ha basado en el deseo de los mexicanos de volver a casa. De acuerdo con el empresario, el último anhelo de cualquier connacional que muere en Estados Unidos es retornar a su lugar de origen. Y lo mismo sucede con la gente que emigra a la ciudad de México.

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El negocio mortuorio ha cambiado en los últimos cinco años. El número de casas funerarias se ha incrementado. Mientras tanto, las más grandes han cancelado acuerdos con Estados Unidos y hecho convenios con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estados (ISSSTE) y Pemex.

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Aunque Olimpia ha firmado acuerdos con instituciones de gobierno, han sido menores. “Estamos siendo excluidos [de eso], dice Carlos García, hermano de Roberto. Creemos que van a dejarnos sin clientes.”

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Como parte de la solución, Funeraria Olimpia ahora se dedica al transporte de cuerpos.

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Cada día muere un promedio de 100 personas en el Distrito Federal (37,000 al año). Muchas de ellas quieren ser enterradas en sus pueblos de origen en Veracruz, Oaxaca, Puebla, Michoacán, Estado de México, Hidalgo, etcétera. Otros 3,000 mexicanos fallecen cada año en la unión americana.

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Una llamada desde San Diego
Telésforo García, dueño de Olimpia y padre de Roberto y Carlos, se hizo cargo del negocio en 1968, después de su progenitor, quien lo iniciara en los años 20. En 1992, el director de una funeraria en San Diego le llamó para pedirle que se encargara del transporte del cuerpo de un inmigrante. Desde entonces, la empresa ha crecido de manera sólida, especializándose en el nicho.

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Cada año, la casa funeraria traslada de la capital a provincia 350 cuerpos, y otros 150 que llegan de Estados Unidos. Usualmente Olimpia cobra $180 dólares por los servicios de transporte; su tarifa máxima es de $350 dólares, dependiendo de la distancia.

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Roberto y Carlos empezaron a trabajar en la empresa cuando eran niños. Hoy, ambos planean dedicarse al negocio. El segundo está estudiando historia, enfocándose en la cultura mexicana de la muerte y las tradiciones funerarias dentro de cada clase social. El primero estudia ingeniería industrial. Ambos trabajan modernizando Olimpia y preparándola para competir con las grandes casas funerarias.

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“Quiero hacer estudios de productividad y tener control de costos en el negocio –comenta Roberto–. Nadie [entre las compañías pequeñas] lo hace en esta industria, digamos, determinar cuánto mantenimiento tenemos que realizar en el transcurso del tiempo o cuánto es nuestro costo por kilómetro. Hay que introducir en la compañía una administración del negocio más profesional, ya que se ha operado muy empíricamente.”

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En el México pobre, la muerte es un negocio de mucho volumen. No es casualidad que la funeraria esté situada sobre la Calzada de Zaragoza, vía que no está en Polanco o Satélite, sino en el lado este de la Ciudad de México, una de sus zonas pobres.

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La clave para que Olimpia pueda seguir haciendo dinero, al mismo tiempo que provee un servicio digno, es mantener bajos los costos.

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Esa es la razón de haber comprado la camioneta Dodge que Roberto empleó para recoger el cuerpo de Lilia Machorro. Los competidores de Olimpia todavía transportan los cadáveres en las carrozas tradicionales, que utilizan el doble de gasolina y requieren mayor mantenimiento. Además, con frecuencia los cuerpos deben ser desplazados por trayectos lejanos en el México rural, donde los caminos son difíciles de recorrer. La van funciona mejor en éstos que una carroza.

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Mientras tanto, el hermano mayor estudia la manera de ampliar la publicidad de Olimpia en el vecino país del norte. Planea diseñar una página web para la compañía.

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“Mi meta es, para julio del próximo año, estar transportando de 10 a 15 cuerpos a la semana desde Estados Unidos. Por el momento, el promedio es de tres. El mercado ya está ahí, sólo que está distribuido entre varias casas funerarias.”

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Unión para crecer
Entre tanto, la firma ha estado negociando con otras ocho funerarias pequeñas para formar una cooperativa que pondrá a funcionar un horno crematorio y ofrecerá una gama completa de servicios, incluyendo asesoría psicológica. Esto sólo existe en Monterrey. “Aquí en México no lo hay”, señala Carlos.

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Asimismo, ha estado buscando flujos extra de ingresos para resistir mejor los periodos de menor actividad. La muerte, como la agricultura, tiene sus temporadas. Los índices de mortalidad disminuyen en meses como abril y mayo, y se elevan en octubre. “Cuando el clima se vuelve más cálido, baja el índice de muertes. Cuando empieza el frío, aumenta. Así es en todo el mundo, pero se acentúa en los países pobres”, afirma Telésforo García.

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Olimpia firmó un acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública de la capital para hacerse cargo de los funerales de todos los oficiales de policía en la ciudad de México muertos en el cumplimiento de su deber, algo así como 15 o 20 al año. La empresa ahora también maneja todos los funerales de los trabajadores y asegurados de Estrella Blanca, la línea de autobuses.

Olimpia ha creado igualmente un negocio de pagos en abonos, en el que los clientes pagan por adelantado su propio servicio funerario en un periodo de cuatro años. Hasta ahora cuentan con cerca de 900 abonados en este sistema, lo cual provee un flujo adicional de ingresos.

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