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Un equilibrio delicado

Existe el reclutamiento porque son difíciles de prever los requerimientos de ejecutivos... ¡Gracia
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Ninguna organización pronostica con certeza cuáles serán sus necesidades de personal. Lo óptimo sería tener siempre alguien calificado, como sucesor, listo para ocupar la vacante. Pero las compañías no son clarividentes y sus requerimientos de promover o contratar gente adicional –debido a alguna expansión– son difíciles de prever. Así que la culpa de la existencia de reclutadores puede adjudicarse a aquellos a quienes servimos.

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Considere esto: cuando el cliente recurre a un cazatalentos, tácitamente admite que él no puede hacer el trabajo. Hay ciertos factores decisivos en la relación cliente/headhunter que se vuelven vitales para compensar las flaquezas de cada quien, por muy ocultas que puedan estar en este mundo fantasioso, tan consciente de la imagen.

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La credibilidad es vital en cualquier negocio dedicado al servicio. El reclutador de ejecutivos normalmente gana la ansiada confianza por medio de la efectividad de su actuación en búsquedas pasadas, y por una transparencia despojada del follaje verbal y la hipérbola promocional tantas veces asociadas con nuestra actividad. ¡Desdichado quien cae en las garras de un alistador propenso a la palabrería hueca sin logros tangibles!

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La seguridad, la capacidad de entregar lo prometido es, sin duda, tan esencial como delicada. Frecuentemente se pueden gestar problemas con el cliente porque los respectivos puntos de vista pueden ser contradictorios y confusos. Éste espera un candidato tan perfecto que no existe. Es una situación que el profesional entiende y debe manejar. El contratante a veces decide trabajar pensando que el supermán que tiene en mente será el que le presenten. La reputación de confiable que tiene el headhunter puede, como resultado, correr el riesgo de caer en la ignominia.

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El nivel de satisfacción o bienestar es quizás el equivalente a lo que se siente con el tradicional "doctor de cabecera". Debe haber un elemento de afinidad con el cliente que va más allá de lo puramente intelectual y alcanza lo emocional. El reclutador entiende este aspecto y hace todo lo posible para maximizar el tejido de una empatía en la relación.

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De lo contrario, no existirá un buen grado de satisfacción, como ocurre cuando la política de la organización dicta qué compañía de reclutamiento se debe usar según "los acuerdos corporativos de proveedores preferidos" el éxito de la búsqueda se encuentra en peligro desde el principio. El equilibrio delicado entre cliente y reclutador es menos frágil y expuesto cuando dichos factores se manejan con inteligencia por ambas partes.

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–El autor es presidente de Smith Search, firma de cazatalentos.

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