Hace 32 años pocos conocían el apellido Corneliani fuera de Mantua. A principios de la década de los 70 un miembro de esa estirpe –Carlo Alberto– sin hablar otro idioma que italiano, decidió que la mejor manera de enfrentar la crisis que racionaba la gasolina y la electricidad en Italia era exportar sus trajes hechos a la medida, sin sacrificar un ápice de calidad ni bajar los precios.
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A partir de su fundación en los años 30, la casa tiene la política de hacer sus creaciones con las mejores telas del mundo, excelente corte y cuidada construcción, justo al gusto del cliente.
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Tanto esmero le ha valido a la marca ser considerada premium por los consumidores, quienes saben que su nombre representa una síntesis de modernidad y tradición realizada con refinamiento. La empresa ofrece una imagen de estilo total, que complementa los trajes con zapatos, corbatas, camisas y ropa sport.
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En México, la compañía estableció una alianza con la cadena Robert’s para comercializar su ropa. En estas tiendas se toman las medidas que se mandan a Italia, donde se factura la prenda hasta en sus últimos detalles: un servicio de sastre personalizado a través del Atlántico.
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La razón por la que tantos negocios italianos son familiares:
-En mi país le damos gran valor al linaje. Como en todo negocio, si no tienes a la gente correcta en el puesto adecuado, se viene abajo. Si cada quien disfruta su trabajo y tiene la capacidad de hacerlo bien, es una gran oportunidad. Hay grandes compañías familiares en Italia, como Ferrero o Barilla, que ni siquiera están en el mercado de valores.
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Qué significa estar bien vestido:
-Tener un estilo único, algo que se relaciona con el pasado, que te conecta con la tradición de lo que estas usando y al mismo tiempo se actualiza por las tendencias modernas. No quiere decir estar de traje todo el tiempo, ni hay reglas estrictas, pero existen algunas normas que se aplican.
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Tres reglas del buen vestir:
-* Usar ropa de calidad intrínseca.
-* Las prendas tienen que armonizar entre ellas.
-* Cuidar la elección de los zapatos, el reloj y hasta los anteojos: los accesorios terminan cualquier look.
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