En un intento más por no engordar –quizá el temor más difundido en la actualidad–, el ser humano ha desterrado de su dieta alimentos ricos en vitamina E. El aguacate, los pistaches, las almendras, los cacahuates y los aceites son sólo algunos de ellos.
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Quizá sea por eso que la vitamina E se ha vuelto un favorito en tiendas como GNC, cadenas naturistas y, desde luego, en farmacias. Su popularidad se debe a las propiedades antioxidantes, los beneficios para pieles maduras y la capacidad para prevenir enfermedades de corazón y cáncer. Además, la e fortalece el sistema inmunológico, reduce el riesgo de bloqueo de las arterias, y mantiene en forma el sistema nervioso y muscular.
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Si el organismo no está recibiendo la dosis adecuada de esta vitamina, probablemente lo sabrá cuando sea demasiado tarde. La deficiencia en el organismo es irreversible y puede tardar en manifestarse hasta dos décadas.
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Aunque es conveniente consultar a un médico, la dosis recomendada es de 15 Unidades Internacionales (UI) en el caso del hombre, y de 12 en el de la mujer. Así que, un puñito de pistaches no es mala idea.
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Pero incluso esta dosis, según algunos, sólo resulta suficiente para prevenir problemas de corte neurológico. De hecho, los expertos aseguran que el cuerpo demanda una cuota mayor para efectos de prevención y conseguir así una óptima salud.
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Por ello, las autoridades sugieren tomar al menos 100 UI, cantidad que es ciertamente difícil ingerir a través de la dieta diaria. Y es aquí donde hace su aparición la característica perla dorada.