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¿Falló la economía de mercado?

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Desde que estalló la crisis financiera, una oleada de acusaciones políticas afirma que la falla en 1994 no estuvo en e cálculo financiero o la incapacidad de las autoridades de prever hechos políticos o delictivos, sino en el mismo sistema de economía de mercado.

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Grupos populistas y de izquierda han lanzado una campaña para comprobar que la devaluación del peso y la consecuente crisis son consecuencia de las fallas inherentes al llamado "sistema neoliberal".

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No debe sorprender que este ataque en contra de las reformas económicas de mercado haya adquirido tal fuerza. La izquierda y el populismo se han encontrado en retirada desde el desplome del bloque socialista. La crisis mexicana les ha proporcionado la última oportunidad para demostrar que el mercado es un instrumento económico imperfecto, por lo que hay que regresar a los tiempos del cierre de fronteras y del Estado propietario.

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El éxito que ha tenido este ataque concertado es manifiesto. Al finalizar su sexenio, Carlos Salinas obtenía un sorprendente grado de aceptación en las encuestas de opinión: más de 60% de los mexicanos le manifestaba su respaldo y declaraba que su trabajo en el campo económico había sido lo más notable de su gestión.

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Después de la devaluación, sin embargo, la situación cambió de manera radical: la gente no sólo culpó a Salinas de lo acontecido, sino que se inició un proceso de linchamiento expresado en los intentos, primero, por entablarle un juicio político y, después, por someterlo a un proceso penal. Los sondeos de opinión empezaron a mostrar que los mexicanos estaban ya insatisfechos con lo que la prensa, siempre enemiga de los mercados, insiste en llamar con el término despectivo de economía neoliberal.

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El éxito de la campaña no sólo es consecuencia del impacto de la devaluación del peso en la confianza de los inversionistas, sino del esfuerzo que unió a grupos de izquierda tanto del PRI como del PRD y políticos de la derecha conservadora que siempre se mostraron opuestos a la apertura de los mercados.

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Otra razón del éxito de la campaña es que los propios defensores de la economía de mercado la presentaron con una perspectiva excesivamente optimista. Se argumentó en demasía que las privatizaciones y la apertura comercial introducirían mágicamente al país al mundo desarrollado. Pocos se molestaron en apuntar que, incluso en países con un mercado mucho más perfecto que el nuestro, el proceso de desarrollo puede llevar varias décadas.

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Hoy, sin embargo, es importante que se reflexione seriamente sobre lo que pasó. Tenemos que entender si la devaluación, y la subsecuente crisis de confianza, fueron efectivamente producto de la perversidad de los mercados o de meros errores políticos o financieros que pueden subsanarse en el futuro. ¿Nos habríamos visto obligados a devaluar si Colosio o Ruiz Massieu no hubieran sido asesinados, o si el subcomandante Marcos no le hubiera declarado la guerra al gobierno? ¿fue la devaluación producto de un déficit de cuenta corriente resoluble simplemente con dar al peso un tipo de cambio más competitivo? ¿El problema fue más de comunicación y explicación que verdaderamente económico?

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Las respuestas a estas interrogantes nos permitirán definir si es necesario dar marcha atrás y regresar a los tiempos del Estado propietario y del ogro filantrópico. Las fuerzas de la izquierda y del populismo, hoy unidas en una desesperada alianza para revertir las derrotas del socialismo, tienen ya una conclusión y buscan convencer de ella al resto de la sociedad. Es importante, sin embargo, que los mexicanos sepamos si queremos vivir en una economía de mercado o no, y para ello tendremos que juzgar las reformas de los regímenes de Salinas y de la Madrid con la cabeza y no con las vísceras.

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El autor es columnista de EXPANSIÓN desde hace 10 años.

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