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¿La tercera es la vencida?

En sólo un año tres bancos han sido intervenidos por manejos irregulares. En este caso los quebran
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

La crisis financiera sigue creciendo como epidemia. La primera caída: Grupo Financiero Havre. La segunda: Unión-Cremi. Y la tercera: Grupo Financiero Asemex-Banpaís.

- No es novedad. La trama de esta historia se entretejió durante 1994 y fue ventilada por doquier. Sólo se esperaba un anuncio formal por parte de las autoridades. La problemática no dista mucho de los casos de Havre y Unión, una costumbre que ya parece arraigada entre los neobanqueros graduados entre 1991 y 1992: autopréstamos y créditos a los socios.

- Así, pese al establecimiento de acuerdos privados, como el pacto de caballeros cerrado en octubre pasado entre Ángel Rodríguez Sánchez, presidente del grupo, y Pedro Aspe Armella, entonces secretario de Hacienda, mediante el cual el primero se comprometía a revisar y corregir los faltantes en el capital, no pudo evitarse finalmente el trago amargo de la intervención gubernamental. Rodríguez no experimentó en cabeza ajena.

- Los líos de esta institución financiera comenzaron a evidenciarse en julio de 1994, por información filtrada por la Comisión Nacional Bancaria (CNB). Sin embargo, detallan fuentes de esa comisión, la estrategia de Rodríguez fue aprovechar el respiro que le dieron las autoridades financieras en octubre –cuando se anunció el fraude de Carlos Cabal Peniche con Unión-Cremi– para dejar claro que nada ocurría en Asemex-Banpaís. No hubo renuncias de sus ejecutivos cercanos, ni se manifestó preocupación alguna por la debilidad de sus números. De hecho, toda explicación fuera de orden se atribuyó al programa de reestructura llamado Banpaís 2000, que se convirtió en el pretexto perfecto para encubrir y maquillar resultados.

- El problema nodal de esta intervención fue que Rodríguez tapó agujeros abriendo otros nuevos y, más pronto que tarde, el globo reventó. En marzo de este año –cuando las investigaciones ligadas a la intervención todavía estaban inconclusas–, los faltantes se estimaban en un mínimo de N$ 2,000 millones de nuevos pesos. Las utilidades estaban infladas con los supuestos recursos que se obtuvieron de una operación inmobiliaria hecha con el edificio sede de Asemex. Además, se había realizado un número importante de compra de acciones con autopréstamos.

- Por otra parte, los créditos relacionados con los socios seguían sin cubrirse y, de un total de N$600 millones de nuevos pesos, casi N$450 millones habían caído en mora. En cuanto a la cartera crediticia, entre la calificación realizada por Asernex-Banpaís y la que presentó posteriormente la CNB había una diferencia de más de N$1,000 millones de nuevos pesos. Todo esto, en conjunto, y el anunció formal de la intervención, sé tradujeron para el grupo financiero en la cancelación de más de 20% de sus contratos entre el 3 y el 15 de marzo de 1995, según reconocen fuentes del propio Banpaís.

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- Las cancelaciones se concentraron en tarjetas de crédito, inversiones a plazo y créditos hipotecarios, automotrices y empresariales, que su clientela buscó transferir a otras instituciones.

- ¿Qué más saltará?
Hasta el momento no hay indicios de que la intervención deba extenderse a la casa de bolsa Mexival y a la casa de cambio, según aseguran directivos de Banpaís. Sin embargo, no descartan que en la revisión "hormiga" de la CNB salten nuevas sorpresas de operaciones penadas, para encubrir los faltantes de capital. Y es que el equipo interventor –encabezado por Manuel Espinosa de los Monteros– tiene previsto detectar todas las irregularidades, para luego sanear financieramente al grupo y ponerlo en venta de inmediato.

- Lo más cuestionable dentro de esta historia, señalan analistas, es la actitud asumida por las autoridades financieras mexicanas. El quebranto financiero de la filial Asiática de Baring que sacudió al mundo y que llevó a la quiebra a esta institución inglesa durante los primeros días de marzo fue del orden de $1,100 millones de Dólares. Y esta es, exactamente, la cantidad que han inyectado las autoridades mexicanas a la deteriorada mancuerna Unión-Cremi, sin obtener ningún avance concreto.

- ¿Volverá a repetirse el error de no permitir que las instituciones quiebren cuando son insolventes? Ni la Secretaría de Hacienda, ni el Banco de México, ni la CNB son suficientemente claras al respecto. El futuro de Asemex-Banpaís sé vislumbra con pocas perspectivas en el contexto de crisis, falta de liquidez y desgano que existe en el sistema financiero mexicano. Se habla de sustituir a Rodríguez –que, por cierto, nadie sabe dónde anda– por empresarios como Enrique Molina, Carlos Peralta o Pablo Funtanet. Otra opción más, que circula extraoficialmente, es la posible adquisición del grupo financiero por parte de alguna institución extranjera que aporte capital fresco y la logre rescatar. La moneda está en el aire y el final de la trama habrá de escribirse antes de que concluya este mismo mes.

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