Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Juegos peligrosos

La adicción al juego ataca las principales ciudades de México. Y hay algunos tímidos esfuerzos por combatirla. Aquí hay algunas soluciones a la ludopatía.
lun 10 octubre 2011 12:33 PM

Rafael perdió dos casas y puso en bancarrota el negocio de su familia por participar semanalmente en todos los sorteos posibles -desde Melate y Lotería hasta Chispazo y Tris-; Javier chantajeó y robó a su familia para seguir apostando, y el esposo de Linda dejó de pagar el seguro de gastos médicos de su hija, quien perdió la atención para un padecimiento que tenía desde el nacimiento.

La ludopatía, o adicción al juego, tiene graves consecuencias para el patrimonio y está asociado a la adquisición de deudas incontrolables.

Un día a las ocho de la mañana, frente a la pluma del estacionamiento de un casino en Chihuahua, después de haber pasado la tarde y la noche anteriores jugando, de haber perdido lo que llevaba para jugar y mucho más -aparte de la deuda en tarjetas de crédito superior a 100,000 pesos por apuestas que ya tenía-, abatida, sin haber comido nada en ese lapso y con un gran vacío, Nanys se dio cuenta de que su adicción al juego terminaría por destruirla y que necesitaba ayuda desesperadamente.

Habían pasado dos años desde que empezó su afición al juego. Comenzó como un simple entretenimiento. En los viajes a Las Vegas jugaba una cantidad fija y, cuando se acababa, buscaba otra forma de esparcimiento.

"El problema fue cuando pusieron los casinos en Chihua-hua, al principio va uno por divertirse, pero va creciendo el gusto". Ese ‘pasatiempo' llego a ocuparle 12 horas del día.

Nanys, ahora de 55 años, asegura que el juego fue desplazando de sus prioridades a su matrimononio y a sus dos hijos.  "Apostando pierdes la noción del tiempo, de los afectos, a mí no me gustaba gastar en nada que no fuera el casino, iba a una tienda y un vestido de 1,000 pesos se me hacía caro, pero eso en el casino me lo gastaba en 30 minutos", recuerda.

Publicidad

En México no existen cifras oficiales acerca del número de adictos al juego. El Consejo Nacional contra las Adicciones no cuenta con especialistas en el tema, a excepción de asesores médicos privados. La Organización Mundial de la Salud incluye la ludopatía en el Catálogo Internacional de Enfermedades desde 1992, bajo ‘Desórdenes de los hábitos y los impulsos', junto con la piromanía y la cleptomanía.

En 2000, en la Ciudad de México sólo existía un grupo de Jugadores Anónimos, integrado por tres personas y pasaron cinco años para que se abriera otro grupo. Hoy hay cuatro grupos tan sólo en el DF, el más reciente abrió el verano pasado en Interlomas. El crecimiento puede observarse en todo el país. Hay grupos de Jugadores Anónimos en Chihuahua, Saltillo, Monterrey, Torreón, Guadalajara, Puerto Vallarta, Hermosillo, Tijuana, Mérida, Ajijic y Ciudad Obregón.

La búsqueda de ayuda se ha incrementado, pero esto no es necesariamente proporcional a rehabilitaciones exitosas. Rafael dice que según Gamblers Anonymus (www.gamblersanonymous.org), sólo uno de cada 10 adictos al juego pide ayuda y de cada 10 que lo hacen sólo uno se recupera.

"La buena noticia es que la ludopatía es una enfermedad, entonces se puede tratar; la mala, es que no se cura y es para siempre. Yo digo soy Rafael y ‘soy' jugador compulsivo, no ‘era' jugador compulsivo", afirma Rafael, quien es uno de los fundadores de los grupos de Jugadores Anónimos en el DF.

Hasta hace poco las opciones de tratamiento en el país eran escasas. Javier González, consejero en adicción al juego y director del Centro de Tratamiento Samadhi, una clínica especializada en ludopatía de Chihuahua, buscó ayuda en grupos de alcohólicos anónimos, ya que no encontró centros especializados en su estado y se trató en Estados Unidos.

Tras 10 años de adicción al juego, Javier había llegado al punto en el que cargaba una pistola para ver qué día se "envalentonaba" y se quitaba la vida. Su esposa le dijo que iba a terapia o se divorciaban. Su familia insistió en que se tratara y ofreció apoyarlo.

Una vez concluido su tratamiento, el abogado de 42 años se certificó con el National Council on Problem Gambling y en 2007 fundó el primer centro de jugadores anónimos de Chihuahua, el quinto en el país.

El caso de Rafael fue similar: al no existir terapias especializadas en el tema, un psiquiatra lo envió a grupos de Alcohólicos Anónimos, ahí conoció a otras dos personas adictas al juego, con quienes contactó a Gamblers Anonymus, organización con sede en Los Ángeles y fundada en 1957, de donde les enviaron manuales. El grupo creció a 10 primero, aunque los otros dos fundadores recayeron y lo dejaron. Ahora tiene en promedio 20 personas por sesión.

Los síntomas de la enfermedad

El juego compulsivo puede confundirse con ‘esparcimiento', explica el consejero Javier Hernández. Los síntomas son:
* Gastarse más dinero del que puedes en una actividad recreativa.
* Pasar apostando más tiempo del que tenías planeado y descuidar trabajo o estudios por estar jugando.
* Descuidar tu propio bienestar y el de tu familia a causa del juego: "Si tenemos cita con el médico falto porque estoy en el casino; había prometido llevar a la familia al cine y me quedo y les miento".
* Mentir acerca de la manera de jugar, las pérdidas y las deudas.
* Perder el sueño por pensar en el juego y las deudas y por la ansiedad de ir a jugar al día siguiente. O dormir en exceso, a causa de la depresión que genera jugar compulsivamente y la acumulación de consecuencias negativas.

La ludopatía es una adicción que puede pasarse por alto, porque parece un ‘entretenimiento glamoroso', asegura Javier Hernández. Identificarla puede ser difícil aun para las personas más cercanas al adicto. Linda estuvo casada con un adicto al juego durante siete años y no supo que él padecía de ludopatía sino hasta los últimos dos años y medio.

Comenzó a notar que su ahora ex esposo tenía deudas como a los tres años y medio de casada, después de que había nacido su primera hija. Durante el año y dos meses de noviazgo que tuvieron él sólo le pedía esporádicamente que lo acompañara al bingo o a las maquinitas. Ya casados él se atrasaba con pagos del mantenimiento o le decía frecuentemente que no tenía dinero. Como estaba muy ocupado con el negocio textil familiar, Linda le ofreció ayudarle con las cuentas de la casa y empezó a notar retiros que no tenían un pago que los justificara.

"Yo sabía que le gustaba jugar, pero no sabía cuánto y tampoco me imaginé la magnitud de las deudas. Yo decía: ‘Bueno, si quiere jugar 5,000 pesos al mes, es su dinero, él lo gana y mientras él no pase de este límite no pasa nada'", recuerda.

Las deudas empezaron a crecer y él tuvo que vender su auto. Lo justificaba diciendo que al negocio no le estaba yendo bien, pero que se recuperaría. Ella le creía. "Tenía muchas fantasías de que todo iba a mejorar y que cuando eso pasara iba a salir de deudas o haríamos ciertos proyectos de familia", cuenta Linda, quien recuerda que la fantasía es una de las características que le informaron que comparten los adictos al juego en los grupos de apoyo para familiares: "Siempre creen que se van a ganar la lotería".

Más adelante también vendió la camioneta de Linda y aunque aseguraba que era un ajuste temporal, la situación económica empeoraba.

Quien se dio cuenta de la adicción fue la terapeuta de Linda. "Yo no lo podía creer y cuando me dio la tarjeta de una especialista en adicciones me daba muchísima vergüenza y pensaba ‘cómo le voy a decir a él esto'".

Buscaron a Umbral, una asociación con especialistas para todo tipo de adicciones, y él accedió a ir a las reuniones de Jugadores Anónimos. Al principio parecía mejorar, pero unos meses después volvía a estar muy eufórico por periodos, volvía a tener deudas y llegaba siempre tarde a la casa. "Me decía que el lunes iba a terapia, el martes jugaba boliche con sus amigos, el jueves iba al grupo, siempre llegaba a la casa 10:30 u 11". Linda llamó al coordinador del grupo de jugadores anónimos, para preguntar por los progresos de su esposo, y se enteró de que no sabían de él desde hacía cuatro meses.

Peleaban mucho y en esa misma época quebró el negocio familiar. Él comenzó a trabajar en un espacio que le prestaba un amigo -ella pensaba que esto le iba a ayudar a tocar fondo-y Linda emprendió un negocio por su cuenta. "Emprender me ayudó mucho porque empecé a tener otras cosas en qué pensar aparte de si él jugaba o no, si hacía los pagos de la casa o no. Es algo que te enseñan en los grupos de codependencia porque te aíslas y todo gira en torno a su adicción".

Un miércoles, cuando su esposo debía estar en la oficina, descubrió que en realidad estaba en el casino Caliente. Ese día, Linda se dio cuenta de que él había dejado de pagar el seguro de gastos médicos de su hija que tenía un padecimiento desde que nació y lo requería para sus tratamientos.

"Eso era lo único que le había pedido cuando quebró el negocio de su familia, que estuviera pendiente del pago, él me aseguraba que sí y yo pensaba: ‘Es el seguro de la niña, cómo no lo va a pagar'". Tras ese incidente Linda pidió el divorcio. No sabe si su ex marido sigue jugando o no pero éste ve muy poco a sus hijos y tampoco paga pensión, lo que a ella le hace pensar que aún no ha podido retomar sus responsabilidades, un paso básico para la recuperación de los adictos al juego.

"La recuperación no es no jugar, puedes estar en la abstinencia y seguir con personalidad adictiva y vivir con la adrenalina hasta arriba, esto lo aprendí en Gam-Anon (un grupo de apoyo para familiares de adictos)", cuenta Linda.

Linda considera que, al tratarse de seres queridos, es fácil cegarse. "Aunque duela tienes que soltarlos y dejarlos caer, es la única forma, si ellos no lo deciden, no hay nada que los saque". A los familiares les recomienda buscar ayuda terapéutica o grupos de apoyo "por lo que su adicción genera en ti".

Nanys recuerda que llegó a ganar 30,000 pesos en una ocasión, pero no sabe cuánto había perdido para conseguirlos. Había empezado con apuestas de 200 o 300 pesos, le subió a 500 por visita al casino y después más. "Cuando empecé a perder 1,000 y luego volvía a meter 1,000 para ‘recuperarme' me preocupé, pero no paré".

Para Nanys, la consecuencia fue una deuda en su tarjeta de crédito por más de 100,000 pesos, que tardó un año en pagar. El mismo Javier Hernández, director de la clínica para ludopatía en Chihuahua, recuerda que él, con tal de seguir jugando, llegó a estafar y chantajear a sus familiares. Rafael hipotecó su casa para seguir con el juego compulsivo, ‘desfalcó' a la empresa familiar para pagar la hipoteca -luego vendió el inmueble-, y su padre tuvo que vender su casa para hacer frente a las deudas que contrajo firmando pagarés.

"Como adicto al juego siempre crees que en la siguiente te vas a recuperar", cuenta Rafael. "¿Qué me preocupaba gastar 5,000 pesos hoy en el juego y que mi familia no tuviera ni para pagar la luz, si el jueves me iba a ganar 50 millones?".

¿CÓMO SE CAE?
‘El gancho’. Es el primer acercamiento, alguien me invitó al casino o a comprar algún tipo de billete de un sorteo y gané. “Si soy una persona inmadura, si me escapo de los problemas en lugar de enfrentarlos, probablemente quiera hacer más dinero de esa manera”, explica Javier Hernández, director de una clínica para ludopatía en Chihuahua.
‘La ganancia’. La mayoría de los ludópatas gana durante una buena temporada al principio porque sabe cuánto está dispuesto a perder y cuánto quiere ganar. “Es como ir al cine, vas a ver una película, no te quedas seis funciones”, ejemplifica Hernández.
Durante las vacaciones y en sus primeras visitas a los Casinos de Chihuahua, Nanys, quien se declara ludópata, tenía un ‘presupuesto para apostar’, de 200 pesos diarios y después subieron a 500. Si se le acababa, se retiraba y de igual modo había un límite de tiempo para jugar y un estándar para irse si tenía ganancias. Ella recuerda haber ganado 30,000 pesos en una ocasión.
‘La pérdida’. Siempre llega. No siempre puedes ganar. En esa etapa, aparte de perder, los intentos de recuperar incrementan los números rojos.
Poco a poco, Nanys empezó a pasar más tiempo en los casinos. Cuando su esposo le preguntaba cómo le había ido, ella siempre decía que ganaba o que había quedado tablas, pero en realidad llegaba a sacar 20,000 pesos de la tarjeta, después de haberse gastado lo que llevaba en efectivo. Terminó con todos sus ahorros y adquirió una fuerte deuda en tarjetas por las apuestas.
‘La desesperación’. Decir que había ido al súper o a un cumpleaños cuando en realidad había estado todo el tiempo en el casino, mentir sobre su manera de jugar y sacar dinero de las tarjetas para apostar más como una forma de ‘reponerse’, comenzaron a volverse hábitos cotidianos para Nanys.
‘El fondo’. El día que Nanys decidió alejarse de los casinos estaba invadida por un “sentimiento de culpa bárbaro de no poder disfrutar ese dinero con la familia, un viaje o un regalo y no sabes lo que sentía al salir a las seis de la mañana del casino después de estar jugando desde las cinco de la tarde, con la desvelada y la cruda moral”.
EL TRATAMIENTO
El tratamiento de rehabilitación en el Centro Samadhi es de 35 días y tiene un costo global de 58,000 pesos (1,600 diarios) en los que se incluye el alojamiento, psicoterapia individual y grupal, especialistas en nutrición, médicos y especialistas en disciplinas como el yoga.
Páginas útiles
www.jamexico.org
www.gamblersanonymous.org
www.centrosamadhi.org
umbral.cc/index.php
www.gam-anon.org/about.htm
Encuentra un test para medir si eres adicto al juego:
www.jamexico.org/jugadoresanonimos_veintepreguntas.html

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad