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En estos días ¿en quién podemos confiar?

La desconfianza hace los negocios más caros y más complicados. Lamentablemente, es el estado que impera en la actualidad.
lun 24 octubre 2011 10:42 AM

La confianza pública se ha visto rota en diferentes niveles a lo largo de los últimos años. Uno sólo tiene que mencionar nombres como Madoff, Enron y FIFA para darnos cuenta de la situación. Las grandes instituciones financieras traicionaron al público, pero debido a que eran ‘demasiado grandes para fallar', sus bonos ejecutivos y de recuperación fueron patrocinados por el mismo público; el CEO de BP deseaba tener "su vida de regreso" cuando la empresa fue responsable del mayor desastre ecológico en la historia de la humanidad. En repetidas ocasiones, los gobiernos desinformaron al mundo acerca de las armas de destrucción masiva en Irak. Los países con problemas de deuda, que subsistían más allá de sus medios y, tal vez, jugando con diferentes reglas, ahora probablemente tengan que declarar la moratoria y, por lo tanto, devaluar completamente su moneda.

Estas faltas multiniveles a la confianza del público contribuyen a la amenaza de un ambiente global de poca confianza. Hoy en día, menos de 25% de los ciudadanos estadounidenses piensan que su gobierno siempre hará lo correcto para beneficio de su nación. El reciente teatro político con respecto al límite de la deuda de Estados Unidos ha reducido aún más la fe en los políticos. La confianza de alemanes y británicos en sus gobiernos iba a la par con Rusia incluso antes de la ‘eurocrisis', y la confianza en las empresas multinacionales y globales es más baja que en otros países.

La confianza es un elemento fundamental para que un sistema económico funcione con eficiencia. Reduce los costos de transacción y facilita el intercambio de información, así como compartir el conocimiento. En esencia, la confianza es un componente vital de un gobierno efectivo, del desempeño económico, la seguridad, la paz y la estabilidad. Es más, la confianza aumenta la felicidad de las personas, directa o indirectamente.

Los países que tradicionalmente disfrutan de los más elevados niveles de confianza (por ejemplo, Alemania y Escandinavia) prosperan porque existe la confianza en todos los niveles de la sociedad, esto es, de manera individual, grupal y en el gobierno. La gente confía entre sí, incluso confía en los extraños. Existe la confianza entre los grupos de personas y la mayoría de los ciudadanos confía en las autoridades comunales y gubernamentales. Esto puede estar a punto de cambiar y Noruega nos muestra un caso trágico.

¿Qué pueden esperar los negocios de este creciente escepticismo? Mientras el mundo puede seguir funcionando bajo un ambiente de poca confianza, es probable que veamos los siguientes cambios de mentalidad:

La incertidumbre y la poca confianza desmotivarán el pensamiento y las inversiones a largo plazo. Los consumidores y los negocios no podrán planear o atreverse a planear gastar su dinero.

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Los gobiernos se verán forzados a incrementar las regulaciones y el monitoreo, por ejemplo, en los mercados financieros. La gente y las organizaciones irán pidiendo más documentación, testimonios, contratos más específicos o seguridad colateral antes de iniciar las relaciones económicas.

Estos cambios representan retos considerables, ya que probablemente compliquen los negocios, hagan la vida más cara y empujen al mundo a una mentalidad cerrada. Pudieran incluso dificultar los procesos de globalización y conllevar a una discriminación aumentada, así como a más proteccionismo.

En un escenario de poca confianza, las empresas, incluso los países, necesitarán enfocarse más en la gestión de la reputación. Algunas compañías puede que prosperen bajo relaciones comprobadas de largo plazo debido a que las interacciones repetidas y positivas regularmente construyen la confianza o pueden conllevar a los negocios a integrarse a otros mercados que crezcan rápidamente debido al mayor control, a la certificación, a la intermediación de riesgo y al monitoreo.

El autor es investigador invitado del imd. Comentarios: opinion@expansion.com.mx

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