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Rusos, chinos o estadounidenses

Proponer soluciones distintas para un mismo problema no es tan malo cuando hay foros y voluntad para discutir.
lun 05 diciembre 2011 05:33 PM

Durante las juntas en las que los editores discutimos el tema de la portada de esta edición varias veces salió a colación una plática que tuvimos hace años con un colaborador cercano del entonces secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, quien estuvo al frente de la dependencia durante siete años.

El funcionario le explicó a los editores de esta revista por qué los presidentes solían nombrar como titular de Turismo a personas de corte más político que técnico. La razón, dijo, es que la actividad turística cruza transversalmente muy diversas industrias y autoridades de gobierno.

Si esta secretaría, por ejemplo, propusiera construir o mejorar una carretera para hacer más accesible un destino, debe negociar con la de Comunicaciones y Transporte, a cargo del mantenimiento de este tipo de vías. A la de Hacienda debe pedirle los recursos para realizar la obra. Con los gobiernos estatales y municipales debe acordar que el destino tenga la infraestructura (cuartos de hotel, restaurantes, gasolinerías, entre otras cosas) para que puedan hacer frente a la nueva demanda. Nadie mejor que el perfil de un político para negociar con tantas dependencias y organismos públicos y privados.

"Eso debe suceder en casi todos los puestos del gobierno. No veo por qué esta interdependencia sea exclusiva del sector turismo", fue la respuesta de un editor. "La diferencia", respondió el ex funcionario, "es que el turismo no tiene la misma prioridad para todos y sus efectos tienen intereses muy diversos, por eso hay que saber negociar".

Esto fue lo que nos encontramos en esta historia: una serie de intereses que por el momento lucen encontrados y que no permiten alcanzar una meta que, a primera vista, le conviene a todos, como es duplicar en seis años el número de turistas, nacionales y extranjeros.

Cuando Elizondo fue sustituido por Gloria Guevara, una mujer que dirigía una de las empresas de reservaciones más grandes del mundo, el perfil de la secretaría cambió. Los principales actores del sector firmaron un acuerdo para impulsar el turismo. A juzgar por las metas impuestas al sector, con este cambio se ganó en audacia y en contactos internacionales que le han venido bien al país, sobre todo en el marco de su papel en la Organización Mundial del Turismo. Si se juzga por la relación que hoy existe entre el gobierno y los empresarios, a pesar del acuerdo que ambas partes firmaron, se perdió en capacidad de interlocución y de negociación.

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El gobierno federal sabe que el turismo es una gran fuente de empleo y de divisas. La crisis económica de Estados Unidos y la caída en el número de visitantes de ese país a México le hizo pensar en la necesidad de diversificar. Parece un buen negocio traer a México a un ruso o a un chino, quienes en promedio gastan varias veces más que los estadounidenses o los canadienses.

Atraerlos requiere cambios que pueden ser costosos, desde adaptar las señalizaciones de los caminos y los menús de los restaurantes hasta contratar y capacitar guías que dominen el idioma del turista. Muchos empresarios no están seguros de que valga la pena hacer esa inversión.

Además, hay que adaptar todo el canal de distribución, el cual está basado en intermediarios de distintos tamaños quienes ya tienen montadas una serie de oficinas de ventas y diseñados los paquetes de viaje. Hacer cualquier cosa distinta es empezar de cero, con los costos y las oportunidades que eso implica.

Suponemos que ambos modelos no son excluyentes. Es muy probable que el gobierno deba cargar con una parte de los riesgos que implica cambiar el modelo, hasta que pruebe buenos resultados y eso anime a la iniciativa privada a seguir por este rumbo, tal como lo hace cuando impulsa un nuevo destino.

Lo que más preocupa es que no haya puntos de contacto donde se pueda dirimir estas diferencias. Y el turismo no ha sido el único sector donde no hay foros suficientes o eficientes para este intercambio de ideas. Hemos visto lo mismo en otras industrias. El caso de las telecomunicaciones es el más evidente.

Entendemos que no es fácil conciliar los intereses que se generan alrededor de una actividad que afecta a tantas ramas como el turismo. Pero estaremos más lejos de la solución si no se tienen o no se usan los foros en donde se puede y se debe discutir estas diferencias.

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