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La velocidad de tu estrategia

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lun 12 noviembre 2012 02:06 PM
Frank Partnoy muestra en su libro cómo usan su tiempo distintos tipos de personas, desde los que tienen pocos segundos o hasta años para tomar decisiones. (Foto: Dayan Jiménez)
libro Espera: el arte y la ciencia de posponer (Foto: Dayan Jiménez)

 

En una frase: Aunque el mundo moderno nos pide cada vez más velocidad, a veces es mejor actuar despacio.
Especial para: Ejecutivos impacientes o con problemas de gestión del tiempo.

Hace algunos años, la compañía de operaciones bursátiles UNX lanzó una nueva plataforma para comprar y vender acciones. Era un software mucho más rápido y moderno que el anterior. Gracias a él, la empresa ascendió rápidamente a la cima de los rankings del sector.

Sus clientes obtenían los mejores precios al vender y al comprar en el dificilísimo mercado de operaciones instantáneas manejadas por computadoras ultrarrápidas.

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En 2008, sus ejecutivos decidieron mudar los servidores de la compañía desde California hasta Nueva York, para reducir aún más el tiempo que tardaban sus computadoras en comprar y vender en la bolsa. Desde California, las operaciones demoraban 65 milésimas de segundo. Desde Nueva York, unas 35 milésimas.

Aquí es cuando la historia se pone extraña, según cuenta Frank Partnoy en Wait, un libro sobre el valor de saber esperar.

Tras la mudanza de un estado a otro, las operaciones de UNX se hicieron más rápidas, pero no mejores. Sus costos por operación aumentaron: los clientes estaban pagando para comprar acciones y recibiendo menos cuando las vendían. La velocidad era más alta, pero el desempeño del sistema era inferior. "Una de las cosas más raras que vi en mi vida", dice el CEO de UNX en el libro. La compañía entonces hizo más lentas sus computadoras a propósito (otra vez hasta las 65 milésimas de segundo), para ver qué ocurría. Lo que sucedió fue que UNX volvió al tope de las listas.

Esto parece raro, pero es más o menos habitual, explica Partnoy. La gestión de la ‘latencia' (el tiempo de espera disponible en un sistema), se ha transformado en una industria de miles de millones de dólares.

Ahora UNX sabe que a veces es mejor ser más lento y entrar al mercado después de otras empresas. "No siempre llegar primero es lo ideal", dice el autor.

La esencia del argumento de Partnoy es ésta: dado el rápido ritmo de la vida moderna, muchos de nosotros tendemos a reaccionar demasiado rápido. No nos tomamos (o no podemos tomarnos) el tiempo necesario para pensar sobre los desafíos cada vez más complejos que enfrentamos. Nos rodea la tecnología y nos acelera. Sentimos su presión cada día, tanto en casa como en el trabajo.

 "Aun así, los mejores administradores de su tiempo se sienten cómodos haciendo una pausa tan larga como sea necesaria antes de actuar, incluso ante las decisiones más importantes", dice en el libro. Algunos de ellos parecen detener el tiempo. Para un buen tomador de decisiones, el tiempo es más flexible de lo que marcan un metrónomo o un reloj atómico.

El libro de Partnoy, como muchos otros libros recientes en Estados Unidos, toma prestados estudios y tests de la economía del comportamiento para obtener lecciones que puedan ser útiles en la vida y los negocios. La lección principal de esta rama de la economía es que los humanos no somos tan racionales ni tan confiables ni tan egoístas como creía la economía clásica. Por eso, algunos de sus descubrimientos sirven para cambiar la forma en la que tomamos nuestras decisiones o entender las decisiones de nuestros clientes. Autores populares como Malcolm Gladwell, Jonah Lehrer y Dan Ariely publicaron libros en esta dirección en estos años. Como Partnoy, cuentan decenas de historias en sus textos, mezclando el lenguaje académico con anécdotas tomadas del mundo del deporte, los negocios o el espectáculo.

En Wait, Partnoy quiere mostrarnos cómo usan su tiempo distintos tipos de personas, desde los que tienen milésimas de segundo para decidir, como un bateador de béisbol, a los que tienen unos pocos segundos, como el comediante que espera para dar el remate de un chiste, o incluso años, como la empresa 3M, que guardó durante años la tecnología del Post-It antes de encontrarle utilidad comercial.

Partnoy dice que "en casi todas las situaciones" deberíamos tener más cuidado del que tenemos a la hora de tomar una decisión. Cuanto más esperemos, mejor. Y una vez que tengamos una idea de cuánto tiempo debería tomar una decisión, lo más recomendable es demorar la decisión hasta el último momento posible.

Si nos dan una hora, deberíamos esperar 59 minutos antes de responder. Si nos dan un año, deberíamos esperar 364 días. "Incluso si nos dan medio segundo, deberíamos esperar todo lo posible. Las milésimas de segundo también cuentan".

Uno de los primeros ejemplos del libro está tomado de los tenistas Jimmy Connors y Chris Evert, dos de los mejores del mundo en los 70. Connors y Evert eran especialmente buenos para devolver el saque de sus rivales. ¿Cómo se puede ser tan bueno en algo que dura menos de medio segundo? Un argumento recurrente de Partnoy es que los grandes atletas y artistas (y también dirigentes y empresarios) logran moldear el tiempo para servir sus propósitos. Cualquiera de nosotros es tan bueno como Connors para ver hacia dónde va el saque rival, que puede alcanzar una velocidad de 200 kilómetros por hora. Los novatos creemos que tenemos que reaccionar lo más rápido posible, para alcanzar la bola. Los profesionales (como Connors y Evert) saben mejor que nadie que en ese medio segundo hay tiempo suficiente para preparar el disparo y demorar el impacto hasta el último momento. Esto requiere concentración y, por supuesto, años de entrenamiento.

Otros estudios de laboratorio sobre jugadores de béisbol confirman que los mejores lo son no por cómo se "preparan" para el golpe. Si vieras a un beisbolista golpear una pelota en cámara ‘realmente' lenta, se vería como Warren Buffett, el mejor inversionista del mundo, comprando una acción: estudia primero el entorno y espera hasta el último momento para tomar una decisión.

El método de los atletas superrápidos es similar al que deberíamos usar en decisiones no deportivas en velocidades más lentas. El sistema del deportista de primero observar, luego procesar y después actuar en el último momento posible también funciona bien para nuestras decisiones personales y de negocios, explica el autor.

Pero todo esto es mucho más fácil de hacer si uno logra convertirse en un experto en su campo. Partnoy pone el ejemplo de los ajedrecistas cuando juegan partidas "rápidas", de sólo cinco minutos. Ante la presión, la calidad de los movimientos de los profesionales apenas se deteriora. "Eligen instintivamente la mejor movida", cuenta en el libro. Pero cuando un aficionado juega partidas rápidas, es un desastre. Su calidad, con respecto a las partidas normales, cae en picada. Los profesionales (en el ajedrez y en cualquier ámbito) funcionan bien bajo presión, cuando apagan su sistema consciente y confían en sus instintos. También ocurre lo contrario: los novatos funcionan pésimo porque piensan mucho y sus instintos están equivocados. "El mensaje está claro -dice Partnoy-. Si sólo tienes un par de segundos para tomar una decisión, más vale que seas un experto".

Cuando no somos expertos y no tenemos tiempo para comparar y elegir racionalmente entre varias opciones, lo mejor es, casi siempre, no hacer nada. Como los novatos tienden a hacer movimientos incorrectos, entonces el movimiento correcto es no hacer ninguno. Si somos novatos, en el momento que nos quedan sólo unos segundos para tomar una decisión, ya es demasiado tarde. Las mejores decisiones tomadas bajo presión son aquellas para las que nos hemos preparado.

Partnoy dedica un capítulo al pánico. El pánico, dice, puede transformar a cualquier experto en un amateur. Insiste en el concepto del tiempo elástico: cada vez más nuestros cerebros están aprendiendo a gestionar el tiempo. Pero para eso hace falta dejar de pensar. Como hacen los actores, por ejemplo: "El más mínimo pánico lleva a los actores a pensar en lo que están haciendo. Y los actores que piensan no pueden actuar", según el libro.

La velocidad del perdón

Otro capítulo, dedicado a cómo pedir disculpas, tanto en la vida profesional como personal, aplica los conceptos del resto del libro: ni muy rápido (porque parece poco sincero) ni muy despacio (porque parece que no te interesa). Partnoy ilustra esto con ejemplos de políticos en EU que pidieron disculpas a tiempo. En ejemplos tomados de la guerra y de un sitio de primeras citas (donde hombres y mujeres se reúnen para conocer una posible pareja futura), Partnoy escribe: "Sé flexible. No reacciones demasiado rápido. Dale tiempo a la otra persona de mostrar sus virtudes y defectos. Si te has dado suficiente tiempo, no hay razones para dudar: actúa".

Buffett define su estrategia en términos que entusiasman a Partnoy: a Buffett le gusta esperar.

Contra la tendencia a las operaciones de bolsa electrónicas e instantáneas, Buffett (y otros fondos citados en el libro) elige tácticas de largo plazo. Y, sobre todo, no tiene miedo a quedarse quieto si no ve una oportunidad. Ésa es una de las grandes lecciones de Wait: ten cuidado con la tentación de hacer algo por la simple razón de que consideras que debes hacerlo. Muy a menudo lo mejor es no actuar. Como dice el psicólogo Robert Sternberg, citado en el libro: "La esencia de la inteligencia parece estar en saber cuándo pensar y actuar rápido, y cuándo pensar y actuar despacio".

Wait: The Art and Science of Delay (‘Espera: el arte y la ciencia de posponer'), Frank Partnoy, 290 páginas. 16 dólares en Amazon.

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