Hace 20 años, CTC, la empresa chilena de telecomunicaciones, empezó a cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York con una OPI de 75 mdd. La oferta marcó el fin simbólico de la llamada ‘década perdida'.
En los últimos 20 años los sistemas bancarios se fortalecieron, los mercados nacionales de bonos se profundizaron, los mercados de acciones se expandieron, los fondos nacionales de pensión crecieron y se multiplicaron los mercados alternativos -desde los mercados de derivados y de fondos cotizados (ETF) a los fondos de inversión privados-. BM&F Bovespa, la Bolsa de Valores brasileña, es actualmente la tercera Bolsa del mundo.
Los mercados latinoamericanos, con su excepciones, sobrellevaron la crisis financiera global relativamente bien.
En los primeros nueve meses del año, las emisiones de bonos de países latinoamericanos alcanzaron los 120 mdd, según Dealogic. Las fusiones y adquisiciones crecieron 3% y llegaron a los 110,000 mdd, mientras los volúmenes globales de F&A caían 15%.
El gran desempeño de los mercados latinoamericanos de capital es gracias a una serie de factores combinados, desde mejores políticas económicas, regulaciones y supervisiones financieras hasta mejores sistemas de pago, unidos a un pujante crecimiento económico.
El Fondo Monetario Internacional espera un desarrollo regional de más de 3% para este año y 4% anual hasta 2017.
Sin embargo, este éxito relativo hace que la complacencia sea el mayor riesgo en la región. "En muchos sentidos", concluye un reporte del FMI llamado The Road Ahead (‘El camino hacia adelante'), "la industria de servicios financieros de la región está subdesarrollada en comparación con los estándares internacionales".
En términos generales, los mercados latinoamericanos de acciones carecen de liquidez y están altamente concentrados.
Si bien ha habido un auge regional del crédito al consumidor, siguen rezagados los préstamos y los créditos hipotecarios para empresas pequeñas y medianas.
Según el Banco Mundial, los mercados de capital relativamente subdesarrollados podrían reflejar el turbulento pasado financiero de la región.
Aun en tiempos de bonanza, siempre hay más trabajo por hacer.