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Adiós al modelo capitalista

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lun 24 diciembre 2012 10:26 AM
Del idéntico valor de todos los hombres proviene nuestra igualdad, asegura Christian Felber, en su libro La economía del bien común. (Foto: Dayán Jiménez)
libro la economia del bien comun (Foto: Dayán Jiménez)

 

En una frase: Las empresas no necesitan competir entre ellas, pueden cooperar por el bien para la sociedad.
Especial para: Empresarios que, tras esta crisis mundial, deseen explorar o conocer un nuevo modelo económico.

Imagina que estás en tu puesto de trabajo y de pronto tienes que investigar algo rápidamente. Seguramente consultarás Wikipedia y probablemente usarás el buscador gratuito Firefox. Quienes crearon estos servicios digitales libres lo hicieron bajo el principio de transmisión de conocimientos y herramientas abiertas en contraposición al beneficio personal o comercial.

Estos servicios podrían pasar inadvertidos porque son gratis. Esto lleva a pensar que el principio del regalo es universal e imposible de erradicar, incluso dentro de las sociedades capitalistas. Christian Felber, autor de La economía del bien común, se basa en esta teoría para construir un modelo económico alternativo e intentar convencer al lector de que es posible llevarlo a cabo.

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"Cada vez más personas son conscientes de que, actualmente, no vivimos una crisis económica o financiera aislada, sino que las burbujas económicas especulativas, el desempleo, el reparto desigual, el cambio climático, la crisis energética, las hambrunas, el consumismo, la crisis de valores y, en lo más profundo, la crisis de la democracia están relacionados y son síntomas de una crisis general del sistema -dice Felber-. El capitalismo como sistema económico está en declive".

Por eso, promueve un cambio de raíz a nivel macroeconómico y microeconómico, en el sector público y en el sector privado.

El autor propone nuevos indicadores económicos para la medición del éxito financiero. Éste no se medirá sólo con parámetros  monetarios. En las economías nacionales sustituye el Producto Interno Bruto (PIB) como indicador con el Producto del Bien Común (PBC). En el ámbito internacional, cambia el balance financiero, por el Balance del Bien Común (BBC).

Cuanto más social, ecológico y solidario es el comportamiento y la organización de las empresas, mejores los resultados que alcanzan, sostiene Felber.

"La economía del bien común no suprime los balances financieros ni prohíbe que las empresas privadas persigan beneficios -dice Falber-. La diferencia con el capitalismo radica en que el beneficio financiero ya no es la finalidad empresarial, sino un medio para el propósito verdadero: prestar la aportación más grande posible al bienestar de la sociedad".

La búsqueda de beneficios y la competencia condujeron al mundo empresarial a concentraciones, abusos de poder, adquisiciones hostiles (en las que sólo un lado gana), destrucción ecológica y deterioro de los valores.

Felber pone entonces en primer plano el valor de la dignidad humana, que menciona la Declaración Universal de los Derechos Humanos. "Del idéntico valor de todos los hombres proviene nuestra igualdad", dice, y ése es el objetivo por alcanzar con este modelo.

El Reino de Bután encontró un buen indicador del bienestar: la ‘felicidad nacional bruta'. El gobierno pregunta directamente a sus 400,000 hogares cosas como: ¿Cómo ve su futuro y el de sus hijos? ¿Confía en su vecino? ¿Tiene tiempo para descansar, meditar, rezar?

Los economistas sostienen que la felicidad no se puede medir, pero las autoridades sí podrían llegar a un acuerdo para decidir indicadores que compongan el PBC de un país.

La misma maniobra podría repetirse con cualquier empresa.  "El beneficio de una empresa nos ofrece información de cómo sirve a sí misma, pero no cómo sirve a la sociedad. Y ése es justo el problema", agrega Felber.

Dinámica idealista

En la economía del bien común  los productos fabricados y gestionados de manera ética y justa serían más baratos que los desechables confeccionados con métodos no éticos, por puro principio.

Felber destaca la idea ya en funcionamiento del Comercio Justo, el cual se asienta como un contrapunto al libre comercio. En Austria, la organización EZA Fairer Handel empezó hace 35 años a dar una oportunidad a los ‘perdedores' del sistema -pequeños granjeros, artesanos y trabajadores del sector textil- a través de una retribución apropiada por sus productos y unas relaciones comerciales fiables con menos intermediarios.

Actualmente, las tiendas de Comercio Justo en Europa impulsan la expansión del concepto. La facturación mundial de productos con certificado de Comercio Justo fue de 3,400 millones de euros en 2009.

Felber menciona un modelo de cooperación entre el Estado y la población en Porto Alegre, Brasil. Ahí, el servicio de suministro de agua se organizó como una asociación pública popular. En esta alternativa trabajan conjuntamente la administración municipal y la población.

Con este modelo, 99% de la población está conectada a la red de agua potable. Los ricos que riegan sus campos de golf o llenan sus piscinas tienen que pagar fuertes tarifas que aumentan progresivamente. El programa abastece a los pobres de agua potable con tarifas reducidas y la empresa popular no necesita ayudas del presupuesto comunal y se financia sin un céntimo de dinero público.

Respecto del sistema financiero, Felber plantea la idea de que no van a existir bancos enfocados al beneficio de pocos: "La economía del bien común necesita un sistema financiero completamente distinto -dice-. El dinero en forma de crédito debe ser un bien público y los mercados financieros deben ser cerrados".

En la actualidad, asegura, algunos bancos ya se comprometieron con el servicio al bien común. La cooperativa de crédito alemana GLS Bank es el primer banco universal de Alemania que trabaja según principios socioecológicos fundamentales. Financia más de 6,500 empresas y proyectos en los ámbitos de guarderías y escuelas gratuitas, energías renovables, instalaciones para minusválidos, construcción sostenible y calidad de vida para mayores.

La economía del bien común es un libro que propone un cambio de modelo económico que a veces  puede parecer utópico e, incluso, disparatado, dada la casi imposible misión de romper la inercia mundial del sistema capitalista. Pero de fondo, transmite una filosofía humana que, cuando menos, suena pertinente para la situación económica mundial.

La economía del bien común, Christian Felber, 286 páginas. 19 dólares en Amazon.

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