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En busca de la corona

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mié 13 diciembre 2006 12:00 AM

Inteligente, impaciente y ambicioso. Son las cualidades con las que más comúnmente se describe a uno de los personajes más discretos en el mundo de los negocios en Estados Unidos, Edward S. Lampert, el creador del fondo de inversión de alto riesgo (hedge fund) esl Investments, que ganó notoriedad mundial hace un par de años, primero por el alto rendimiento sostenido de esl a sus clientes, y después por el rescate de la cadena de tiendas de autoservicio K-Mart, que fusionó con Sears Roebuck and Co., para convertirlas en la tercera mayor cadena del país.

La buena reputación de Lampert es suficiente para hacer subir el precio de las acciones de cualquier empresa que se asocie con su nombre o el de su fondo, y el caso más reciente es el del gigante cervecero estadounidense, Anheuser-Busch, propietario de 50% de la empresa Grupo Modelo.

Ni el empresario ni Anheuser han querido comentar sobre la especulación desatada en octubre (que supondría una operación por 44,000 millones de dólares, a 56 dólares por acción), pero semanas después de los primeros rumores, Wall Street sigue hablando del tema y los inversionistas no quitan el dedo de ese renglón.

Lampert, un moderno ‘rey Midas’, pertenece a una estirpe de empresarios con poco apetito por los reflectores así como por la publicidad, que casi siempre operan tras bambalinas, y que son considerados, por muchos, como la realeza del capitalismo contemporáneo.

A los 44 años tiene un historial profesional de sólidos resultados para sus clientes (un promedio de 27% de utilidad anual desde que estableció esl en 1988) y a menudo se le etiqueta como el ‘próximo Warren Buffett’, una alusión al veterano magnate estadounidense, quien, por cierto, es el mayor accionista individual de Anheuser, con 5.7% del total de la empresa, al pasado 30 de junio.

Edward Lampert nació en julio de 1962 en Roslyn, un poblado de judíos situado al norte de la ciudad de Nueva York, y tenía apenas 14 años cuando su padre, abogado, murió sin poder heredarle seguridad económica a la familia. Su madre encontró empleo en la tienda Saks Fifth Avenue, y mientras ella trabajaba, Lampert era educado por su abuela, de quien desde pequeño aprendió el abc de los mercados de valores; una curiosidad inusual para un chico de su edad, que se convirtió en vocación y que marcaría su vida para siempre.

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Cuando ingresó a la escuela preparatoria, Lampert estaba ya familiarizado con la teoría financiera y los extensos reportes corporativos. En 1984 se graduó de economía en la Universidad de Yale, donde fue seleccionado para la elitista Skull & Bones Society, una de las fraternidades de mayor prestigio académico del país, y meses más tarde se convirtió en asistente de James Tobin, el economista keynesiano, ganador del Premio Nobel de Economía en 1981.

“Ed tuvo la mala suerte de perder a su padre cuando era muy joven y la buena fortuna de estar siempre al lado y aprender de los mejores”, indicó el año pasado en una reunión del Economic Club de Nueva York, John Weinberg, el legendario ceo de la banca de inversión Goldman Sachs, al presentar a Lampert en una cena en su honor.

De la tutela de Tobin, en Connecticut, el joven Lampert pasó en 1985 a la de Robert Rubin al mudarse a Manhattan, donde había conseguido su primer trabajo en Wall Street. Rubin, quien después sería secretario del Tesoro de Estados Unidos, fue su mentor en el departamento de arbitraje de Goldman Sachs durante tres años. En ese lapso, Lampert se convirtió en un especialista de análisis de riesgo y pese a su limitada experiencia previa y pocos años en la empresa, pudo ‘blindar’ al área en la que trabajaba del crack bursátil de 1987, tras darse cuenta, semanas antes, que la sobrevaluación de las acciones de decenas de compañías podría terminar en catástrofe.

Unos meses después, él decidió que había llegado el momento de probar suerte solo y con 26 años estableció su propia firma de inversiones.

En unos cuantos años, los números de esl construyeron una reputación de oro al joven neoyorquino. “El ojo que tiene para identificar oportunidades donde casi nadie más las ve, es quizá su sello más característico”, manifestó Rubin a Expansión, sobre su ex alumno.

Como tantos otros amigos de Lampert, conscientes de su aversión a la publicidad, Rubin declinó hablar sobre él, pero en una comunicación escrita no dejó duda de la admiración que le profesa. “Ed es una de las mentes más agudas, analíticas y veloces con las que he trabajado a lo largo de mi carrera”, señaló el hoy vicepresidente de Citigroup.

Otros que han trabajado con Lampert, sostienen que el secuestro que sufrió a principios de 2003 acentuó el celo por su privacidad y la de su mujer y tres hijas.

Un día que salía de su oficina en Greenwich, Connecticut, fue amagado con pistola en mano por tres sujetos cuando se disponía a abordar su auto.

Los detalles de su liberación nunca fueron del todo esclarecidos, ni por él ni por la policía. Lo que si se sabe es que los responsables fueron detenidos cuando utilizaron una de las tarjetas de crédito de su víctima para pagar una pizza.

El secuestro pudo haberle convertido en un ser más retraído y discreto, pero no hay ninguna señal de que haya diezmado su pasión por los negocios o el apetito por hacer dinero.

Semanas después de haber quedado en libertad, Lampert comenzó a instrumentar la estrategia de su nueva fase en el mundo financiero, con la que disparó los activos de esl, su fortuna personal y la de sus clientes, y con la que se ha ganado a pulso el título de mejor gestor financiero en su generación.

Con el dinero de esl, empezó a comprar acciones de la cadena de tiendas para clases populares K-Mart, que se encontraba en bancarrota y sin medios para poder hacer frente a una feroz competencia. Con menos de 300 millones de dólares, esl adquirió una posición controladora (53%) cuando la compañía estaba en quiebra.

Mientras Lampert lideraba el proceso de reestructuración financiera, en paralelo se abocó a aumentar su participación en Sears Roebuck and Co., hasta alcanzar 15% del total de las acciones, y el 25 de marzo de 2005 quedó cerrada la fusión entre ambas –manteniendo la identidad de cada marca– y la creación de la tercera cadena de autoservicio mas grande del país, Sears Holdings Corp., valuada entonces en unos 11,000 millones de dólares.

Sus críticos, muy pocos, han sembrado dudas sobre si a la larga, Lampert podrá trasladar su probada destreza financiera al mercadeo, indispensable para atraer a K-Mart y Sears a consumidores que prefieren la imagen más sofisticada de la cadena de tiendas Target, o el ahorro que ofrece el líder del sector, Wal-Mart.

La filosofía tras la inversión
Como Warren Buffett, Edward Lampert tiene en la mira empresas infravaloradas, con administración deficiente, de fácil comprensión, maduras y con altos niveles de flujos de efectivo. Se concentra en tratar de generar vastas cantidades de efectivo en el largo plazo, para potenciar la reestructuración y el valor de las mismas, a través de reducción de costos e inventarios, y generando ingresos con la venta de los inmuebles cerrados por ser poco o nada rentables.

De acuerdo con Maurice Keener, especialista de la firma bnp Paribas, Lampert pone un enorme énfasis en la investigación y “no se anima a invertir hasta que ha comprendido y probado cada aspecto del negocio”, como hizo con Autozone y AutoNation, dos empresas del rubro de autopartes en las que ha amasado más de 25% de sus acciones.

Durante meses, se ha rumorado que Lampert tomará el control absoluto de esas compañías.

The Gap y Home Depot fueron también mencionadas como parte de la lista de objetivos del niño prodigio de Roslyn, hasta que Anheuser-Busch salió a escena y concentró (y concentra) los titulares asociados a Lampert.

“Los rumores de que el señor Lampert va a comprar tal o cuál empresa son tan usuales como un día lluvioso en Londres”, dijo Martin Whitman, un veterano administrador de inversiones en la firma Third Avenue Management. Cuando lo haga “nos enteraremos una vez que ya sea un hecho consumado, fiel a su estilo. Si yo fuera él, tampoco revelaría mis secretos”, agregó.

En una de sus contadas apariciones públicas anuales, durante una junta de accionistas el pasado mes de abril, una mujer iba en busca de ese secreto. Pidió a Lampert “cualquier consejo” para poder maximizar la rentabilidad de otras inversiones personales.

Según la minuta de la reunión, él sonrío y se limitó a decir: “Compre el libro Crazy Busy, del doctor Edward Hallowell”. Este libro narra las peripecias de un psiquiatra que atiende de manera exclusiva a pacientes con problemas de concentración. La tesis del doctor es que, al final del día, rinde más dedicar toda la atención personal a una tarea a la vez, que tratar de hacer cinco cosas al mismo tiempo. “Es mi mejor y mi único consejo”, dijo Lampert.

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