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Señor Q

Hijos emprendedores, romances de cubículo y golfistas pésimos.
jue 17 mayo 2007 12:44 PM

ESTIMADO SEÑOR Q:
Mi hijo de 18 años insiste en que quiere seguir mis pasos y empezar un negocio propio en cuanto termine el bachillerato. ¿Qué consejo puedo darle si a mí esta fórmula me ha dado mucho éxito y dinero pero en realidad lo que quiero es que estudie una carrera universitaria?
Padre tenso, DF

Querido Padre tenso:
No hay que hacer demasiado caso de las súbitas euforias y desamores de los adolescentes. Para convencerlo de que vaya a la universidad, usa la doble pinza del deber y el placer. Dile, por un lado, que el mundo de hoy es mucho más complejo y competitivo que el de tu generación, donde el carácter y la ambición ya no son suficientes. También dile, por otra parte, que sus años de estudiante universitario pueden ser los mejores de su vida, que no deberá preocuparse por nada y que estás dispuesto –el Señor Q supone que posees el dinero suficiente– a costearle un máster en negocios en Estados Unidos. Dile que no se puede ser emprendedor sin conocer lo que hay lejos de uno mismo. Que salga, que viaje, que lea, que se enamore y se empape de mundo: cuando vuelva, sabrá mucho mejor qué tiene ganas de hacer.
Paternalmente, Q

ESTIMADO SEÑOR Q:
Inicié hace alrededor de un mes un romance con una compañera de trabajo en el bufete contable donde trabajamos. Empezó una noche en la que nos quedamos hasta las tres de la mañana terminando unos documentos, y desde entonces nos hemos visto cuatro o cinco veces fuera de la oficina. ¿Qué se debe hacer en estos casos? Ni siquiera tengo claros mis sentimientos hacia ella.
Romeo de cubículo, DF

Querido Romeo:
Lo primero que debes hacer es averiguar si tu compañía tiene alguna política oficial sobre las relaciones entre empleados. Posiblemente deban, tú y tu Julieta, hacerla pública en algún momento (la mayoría de las grandes empresas pide informar la situación a Recursos Humanos.) El cliché habitual desaconseja burlonamente tener a la novia y al jefe a menos de 20 metros de distancia. Fíjate en el escándalo que provocó la astronauta de la NASA que el mes pasado condujo 1,500 kilómetros en pañales (no quería parar ni para ir al baño) para amedrentar a una mujer con quien se disputaba el cariño de otro astronauta. El autor Marty Nemko recomienda, en estos casos, además del silencio –el machismo fanfarrón e indiscreto te hará pocos favores–, que seas muy claro con tu candidata sobre tus objetivos sentimentales: si crees que es algo de corto plazo, no envíes señales confusas que luego la humillen y, probablemente, justifiquen una venganza. Nemko sí cree que las relaciones con jefes y subordinados directos son arenas movedizas, en las que uno se hunde sin darse cuenta y después no puede salir.

‘¿Puedes venir el sábado?’, ‘mañana voy a buscar a mi madre al aeropuerto’ y ‘necesito un día extra de vacaciones’ son frases que, si hay sexo de por medio, se cargarán de tensión. El Señor Q, en definitiva, cree que deberías disfrutar el momento y comportarte como un caballero. (Dos consejos que, por otra parte, te serán útiles en casi cualquier situación de la vida.)
Cupidamente, Q

ESTIMADO SEÑOR Q:
Un empresario mediano, cliente de la consultora de tecnología donde trabajo, me invitó a jugar al golf con un grupo de colegas suyos, posibles clientes míos en el futuro. Por miedo mentí: le dije que sabía jugar, cuando lo cierto es que soy pésimo. ¿Cómo puedo participar de la partida, hacer buenos contactos y no pasar vergüenza deportiva?
Torpe con el ‘driver’, DF

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Querido Torpe:
Es poco probable que no pases vergüenza, y no sólo de la deportiva. El golf no sólo es un deporte difícil y traicionero, sino que para poder usarlo con objetivos profesionales –cultivar contactos, ablandar clientes reacios, explorar opciones de empleo– hay que tener un nivel al menos digno, que permita a los compañeros de salida jugar con relativa normalidad. Si eres tan malo como dices, el Señor Q te recomienda quedarte en tu casa: si estos empresarios te ven fracasar rotundamente en los ‘links’, probablemente pensarán que también eres un fracaso en otros órdenes de la vida.
Bajo el par, Q

SEÑOR Q encuentra solución a los problemas que rodean la vida profesional. Si él no tiene la respuesta seguramente nadie la tendrá. ¿Alguna pregunta?
Escribe a:
senorq@expansion.com.mx .

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