Un niño encarna un papel protagonista en una ópera como soprano
Michael Kepler Meo no está nervioso. Como ocurre con los cantantes que tienen un papel protagónico en una producción operística importante, sufre por los ajustes de maquillaje, peinado y vestuario de último minuto.
Al final se queda solo para prepararse para la actuación de la noche de Otra vuelta de tuerca, de Benjamin Britten. La madre de este jovencito de 12 años siempre lo acompaña.
“Cantar es muy divertido”, confiesa el adolescente mientras practica sus escalas y escucha pequeños extractos de la música que pronto interpretará en el escenario. Su voz es alta, limpia y clara. Es un niño soprano. Detrás de su voz, se esconde un poder y un control, que parecen casi ajenos a alguien tan pequeño.
El director musical de la Ópera de Los Ángeles, James Conlon, echa un vistazo dentro del camerino del joven Meo para desearle buena suerte. “A sus puestos, por favor”, se escucha a lo lejos dentro de los camerinos y envía a Meo detrás del montón de cables tras bambalinas hacia el escenario giratorio que pronto lo mostrará bajo los reflectores.
La carrera profesional de Michael como cantante comenzó apenas hace un par de años. Había estado cantando en el coro de niños de su nativa Portland, Oregon. Era una de muchas actividades, junto con el futbol y las clases de guitarra. La compañía de la Ópera de Portland estaba realizando audiciones para Otra vuelta de tuerca, y el maestro de coro de Michael le sugirió que asistiera a la audición.
“Yo tenía una idea muy vaga de lo que era la ópera”, recuerda Michael. “Sólo tenía la versión de escuela de la señora gorda cantando”. Michael se llevó el papel de Miles, un niño inquieto amenazado por fantasmas en un laberíntico pueblo en Inglaterra. Se trata de un papel esencial en la producción. También protagonizó la presentación premier de The Golden Ticket, una versión operística de Charlie y la fábrica de chocolates.
Conlon dice que sólo un puñado de niños es capaz de tomar papeles operísticos. “Debes encontrar a alguien cuya voz sea lo suficientemente fuerte, y alguien que pueda cantar a todos los niveles con un tono muy concentrado. Y Micheal encaja en todas estas peculiaridades.”
“Siempre estaba haciendo ruidos chistosos, desde que era un bebé”, dice la madre de Michael, Trudy Meo. Meo dice que ella no está segura de dónde es que su hijo tomó su talento musical. “Yo no soy musical”, dice. “Cuando canta yo casi no puedo ayudarle”.
Una carrera en la ópera ha implicado separaciones ocasionales del resto de su familia, mientras Michael y su madre viajan en el circuito de óperas. “No tengo mucho contacto con niños de mi edad”, dice Michael. “Siempre estoy trabajando con adultos. Extraño eso un poco, pero creo que vale la pena”.
Michael trabaja duro en los ensayos, disfruta de las presentaciones y ama los aplausos. “Tiene suerte de haber encontrado algo en lo que es tan bueno y a una edad tan joven”, dice su madre.
Según casi todos los medidores, el surgimiento de Michael en el mundo de la ópera ha sido meteórico. En cuanto su papel en Otra vuelta de tuerca termine en Los Ángeles, se irá a Nueva York para participar en la producción de la Ópera de Nueva York de Séance on a Wet Afternoon.
Pero, ¿cuánto durará? No pasará mucho tiempo antes de que cambie la voz del joven soprano. ¿Qué pasará después? Será un reto, pero “podría ser mejor”, dice Michael. “En la ópera puedes cantar aunque seas viejo”.
Y Michael ya está pensando en un mundo completamente nuevo de papeles que podría protagonizar como adulto.