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Vancouver orgánico

La ciudad canadiense deja la parafernalia y regresa a las raíces del buen comer; van por la naturalidad, la variedad y el buen precio.
vie 04 mayo 2007 07:42 AM
Una especialidad de Lumière, pez sable rostizado con frijol

Cerca de 1,700 restaurantes en Vancouver, de todas clases y estilos, forman parte de la evolución gastronómica que se gestó aquí hace 10 años, cuando célebres chefs, como Hidekasu Tojo y Matrin Yan, llegaron de Asia y Europa para transformar la forma de cocinar. Y es que esta ciudad les ofrecía grandes beneficios, como el clima, el mejor de Canadá, para hallar los ingredientes de las recetas en su forma natural.

En la actualidad, la variedad de sabores y estilos culinarios en Vancouver es un reflejo de su mezcla cultural. La nueva camada de chefs ha puesto su propio sello en los platillos, poniendo énfasis en la parte orgánica, aquella que se produce en las granjas locales; aquí no tienen cabida los plaguicidas, las hormonas, ni los transgénicos.

Además está la cuestión de los precios; por ejemplo, un platillo maridado con excelente vinos, cuesta la mitad de lo que vale en Miami. ¿Se puede pedir más?

Sanafir
El nombre de este restaurante proviene de un lugar en Egipto donde atracaban barcos de China e India, cargados de especias y comidas exóticas. Después del banquete de bienvenida venían las bacanales que duraban semanas.

Inspirado en esta idea, el dueño, Emad Yacoub, un emigrante egipcio, le dio al Sanafir una ambientación estilo Medio Oriente que incluye papiros originales de 10 metros sobre las paredes y candelabros de las mezquitas más antiguas de Asia y África. En el segundo piso hay una sección lounge con camas donde el cliente se acuesta mientras espera que le lleven su orden.

La carta, creada por el chef ejecutivo Mark McEwan, está basada en tapas y cada platillo es servido con tres porciones, simbolizando la unión de los continentes que inspiran el lugar: Asia, África y América.

Para comenzar el festín, una entrada de filete de salmón ahumado, cubierto con una combinación de salsa de lychee y finos tajos de coco. El plato fuerte es el cerdo marroquí asado con especias, sobre una cama de puré de papá y salsas de tomate. La compañía perfecta es un Cabernet Merlot. De postre se debe pedir moras marinadas en vino tinto.

Desde hace año y medio el Sanafir es el sitio de moda. Celebridades como Penélope Cruz, Shakira y Pamela Anderson no faltan a la cita gastronómica cuando están por estas tierras. Todo sea por los placeres de la boca… y de la carne.

Lumière
En francés, lumière significa luz en su forma más pura. En Vancouver, Lumière es sinónimo de gastronomía de ensueño. El responsable de ello es Rob Feenie, el chef ejecutivo y dueño.

Con una combinación de sofisticación europea en su decoración y sencillez asiática en la estética de los platillos, la cocina de este restaurante ha cautivado desde 1995 a los vancouverites.

Sugerimos probar el segundo de los arriba mencionados, que consiste en siete platillos, cada uno maridado con un vino distinto. Comenzamos con un caldo de apio y betabel, acompañado de una ostra escalpada –por su apariencia parecería una capuchino espumoso, pero si lo pruebas experimentarás una explosión de sabores–. El plato siguiente es una pequeña tarta de atún fresco al que le sucede una abundante ración de dulces escalopas cocidas, servidas con una ligera capa de crema. Como plato fuerte, halibut con almejas y chorizo, cubierto de queso y aderezado con aceite de cítricos. Para continuar, pequeñas rebanadas de pan tostado con pasas, untadas con salsa chutney, y un sorbete de caldo de zanahoria. ¿Y de postre? No hay como un panacott de vainilla, acompañado de un delicioso oporto.

C Restaurant
Una oda al minimalismo. Sencillo, blanco y limpio. Comer aquí es, simplemente, enamorarte de la comida marina.

Hace 10 años Harry Cambolis, el dueño, junto con su chef ejecutivo Robert Clark, ideó un recinto gastronómico que tuviera diversidad de platillos y la más alta calidad alimenticia. Por eso es que aún hoy, religiosamente cada mañana, Robert compra la materia prima directamente con los pescadores de la región.

Un plus del C, además de las 64 especies de pescado para agradar a sus comensales, es la manera en que se presentan los platillos, cosa en la que los cocineros no escatiman tiempo ni ganas. “La estética es parte fundamental”, comenta Robert Clark. “Lo que hacemos es tomar recetas clásicas y trazar conexiones a creaciones inesperadas”. Nos queda claro al verlo adornar una trufa de chocolate presentada en una concha de almeja.

En 2005, C fue condecorado con el premio DIRONA como el mejor restaurante de norteamérica y la revista Wine Spectator le dió el reconocimiento a la excelencia, que cada cliente puede ratificar al probar el pez sable con almejas a la mantequilla y salsa del gribiche. Simplemente delicioso.

El lugar es, por mucho, uno de los más exclusivos de la ciudad. Pero el elitismo no existe aquí; cualquiera que acuda bien vestido tiene cabida en la mesa. Para iniciar la orgía de sabores es bueno despertar el paladar en el tasting bar, que es la antesala del restaurante. Lo recomendable es pedir una entrada de Barbeque Duck Broth, elaborado con wonton de pato, albahaca thai y champiñones enoki. Ya en el restaurante, tienes la opción de elegir entre varios menús: vegetariano, de comida marina o de cocina de autor.

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