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Director: Toma al ‘toro por los cuernos’

Los gerentes que evitan las disputas organizacionales en su trabajo están ‘condenados’ al fracaso; saber ejercer tu influencia en el ambiente político de una empresa es indispensable en un buen jefe.
lun 18 julio 2011 06:02 AM
Un jefe efectivo sabe influir en otros para obtener lo que su grupo necesita y cumplir con lo que deba realizarse en la empresa. (Foto: Photos to Go)
junta empresa (Foto: Photos to Go)

Llamémosle conflicto organizacional , políticas de oficina o simplemente drama; muy pocos disfrutan el desacuerdo o la confrontación, ya sea en el trabajo o en otro lugar. De hecho, muchos de nosotros pasamos una parte significativa de nuestro tiempo y energía evitándolo. 

"Yo no sé manejar las políticas de la oficina", dijo una gerente de rango medio que se nos acercó en una conferencia administrativa reciente. "Todos están peleando todo el tiempo. En mi último trabajo, yo simplemente podía mantener la cabeza abajo y concentrarme en mi costura. ¿Cómo puedo quedar fuera de todo eso?". 

Desafortunadamente, tuvimos que decirle algo que seguramente no quería escuchar. Ella no necesitaba jugar juegos políticos, pero no podía -ni debía- evitar el conflicto organizacional que lleva a la gente a jugar esos juegos. En nuestra experiencia, su actitud es común entre gerentes, y es una enorme barrera que suele volverlos mucho menos efectivos de lo que necesitan ser.

Esta lección fue muy clara en la experiencia que nos describió otro gerente en publicidad. En una reunión crucial de trabajo sobre el uso de contenido editorial entre divisiones, él planteó de forma convincente el tema de no cambiar las políticas de la empresa. 

La política consistía en fomentar que los trabajadores compartieran -sin competencia- contenidos sin costo, algo esencial para su modelo de negocios. En la junta descubrió que quienes se oponían a él se habían reunido antes de la junta y se habían puesto de acuerdo en el cambio que querían. De hecho, habían decidido la posición oficial de la reunión de tareas incluso antes de que él pudiera presentar su postura. 

¿Injusto? Para él fue otro ejemplo de las políticas sucias de oficina. "Nunca jugaré ese juego", nos dijo.

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Pero creemos que está equivocado. Él confundió las políticas menores, es decir, la búsqueda de aspiraciones y necesidades personales, con el desacuerdo genuino sobre una cuestión importante. ¿Qué tiene de malo buscar aliados y presentar un frente unido cuando los verdaderos problemas de negocios están en juego? Le preguntamos por qué él no habló con el equipo intentando encontrar aliados antes de la reunión. 

Debemos ser claros: nunca decimos a un gerente que ‘sea político' o que ‘juegue a la política', sino les recomendamos que estén dispuestos y sean capaces de operar de forma efectiva en el ambiente político que ya existe en todas las organizaciones. Su éxito dependerá de su capacidad para manejar no sólo sus propios grupos, sino organizaciones más amplias dentro de las que operan. 

Vemos demasiados gerentes que se mantienen al margen y lidian con otros sólo cuando es absolutamente necesario. No comprenden la naturaleza del conflicto organizado. Creen que es algo disfuncional o una señal de diseño administrativo pobre. O asumen que surge de grupos que compiten por el dominio. 

De hecho, el conflicto es natural e inevitable debido a tres rasgos inherentes de todas las organizaciones modernas.

1. División de labores. Las organizaciones funcionan asignando distintas tareas a distintos individuos y grupos. No todos pueden hacer todo. Aunque operen sobre la misma sombrilla organizacional, estos grupos desarrollan inevitablemente sus propias posturas, objetivos y prioridades. 

2. Interdependencia.  Cada grupo depende de otros grupos en la organización para hacer su trabajo. Ningún grupo puede funcionar o tener éxito por su cuenta. 

3. Recursos limitados. Ninguna organización puede hacer todo lo que sus miembros quisieran. Se deben tomar decisiones; cuando los recursos como el dinero, la gente, el espacio, el tiempo y la atención están repartidos, siempre habrá ganadores y perdedores. Obviamente, todos los grupos quieren ganar.

La mayoría de los conflictos organizacionales surgen de la lucha de egos, pero con diferencias de opinión legítimas entre diferentes grupos sobre lo que el negocio debería hacer. Son problemas cómo invertir en cierto mercado o en otro, crear una planta en un lugar u otro, o crear cierto producto u otro. 

Claro que la gente juega juegos organizacionales. Hay abusivos que buscan el dominio , y también hay aspectos disfuncionales del conflicto organizacional que se manejan a través de personalidades individuales. Pero con frecuencia el conflicto legítimo, es decir, las diferencias de opinión sobre los problemas de negocios reales, pueden lucir personales porque la gente ya involucró sus emociones en sus posturas, una respuesta lamentable pero completamente humana. Esto no significa que los problemas sean personales, sino que los involucrados deben trabajar para separar su ego de los problemas subyacentes. 

Si los conflictos organizacionales son inevitables, y no puedes evitarlos porque suelen involucrar cuestiones importantes, debes comprender cómo se resuelven. Nos gustaría pensar que las opciones se crean a través de análisis razonables basados en información, la cual revelará la ‘mejor' respuesta, o la respuesta ‘correcta' a todos los participantes. Pero aunque el análisis siempre es útil y suele ser iluminador, los problemas más importantes son demasiado complejos como para generar respuestas indisputables. 

La mayoría de los conflictos organizacionales se resuelven a través de la influencia. Los grupos con jefes que tienen influencia obtendrán lo que necesitan, a diferencia de quienes no la tienen. 

Si la idea de acumular y ejercer tu influencia de forma consciente te molesta, imagina las consecuencias de no tener ninguna influencia. Tú y tu grupo estarían a merced de lo que otros te exijan. Sí, el poder puede corromper, pero la falta de poder también corrompe. Sólo piensa en toda la gente en la historia que ha explicado el mal que hizo diciendo, "no tenía opción. Tuve que hacer lo que era necesario". 

Para ser un jefe efectivo debes influir en otros, ya sea gente o grupos sobre los que tengas control, para obtener lo que el grupo necesita y para trabajar para lo que consideras que es mejor y correcto. Tu propia gente contará contigo para que lo hagas porque no podrá hacer bien su trabajo de otra forma. Tu organización depende de voces como la tuya para que permanezca en el camino adecuado. 

La mejor manera de crear influencia es formando relaciones duraderas para obtener una ventaja mutua. No hay razón por la que no puedas hacer esto mientras te ajustas a los altos estándares de apertura, honestidad, justicia y respeto. 

‘Jugar a la política' y ejercer influencia en un ambiente político no es lo mismo. Irónicamente, la forma de lidiar con las ‘políticas' disfuncionales es comprometer a otros, no evitarlos. Agacharse sólo te hará menos influyente y mucho menos efectivo.   

Compromete a quienes están a tu alrededor, no para que jueguen juegos políticos sino para que construyan puentes reales; siempre y cuando esperes cumplir con el trabajo que crees que necesita hacerse. 

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