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La miseria y la ignorancia atizan penas de los niños 'brujo' de Nigeria

En pleno Siglo 21, muchos en África achacan sus problemas a la existencia de brujos, que se hacen pasar por menores, a los que maltratan
dom 29 agosto 2010 09:09 AM
niño brujo
niño brujo niño brujo

Justo pasada la media noche, el pastor toca la frente de una mujer con su enorme mano y ella cae al suelo gritando y retorciéndose de dolor. "¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!", gritan los fieles, agitando las manos en el aire.

Los miembros de la congregación del oficiante Celestine Effiong son "liberados" de la hechicería de la que se creían presa. Y en la oscuridad de la ciudad y muchos pueblos, gritos y alaridos similares se repiten en cada iglesia improvisada.

"Hoy me liberaron de los brujos y magos", dice una mujer visiblemente exhausta.

Los sacerdotes en el sureste de Nigeria afirman que las enfermedades y la pobreza son causadas por brujos que traen una terrible desgracia a los que están a su alrededor. Y aquellos acusados de brujería tienen que ser purificados a través de una limpia o expulsados.

Cuando amanece y viajamos a través de las aldeas es claro que los más vulnerables a esta estigmatización de brujería son los niños.

Una multitud se reúne alrededor de dos hermanos y su hermana. Las lágrimas escurren en la cara de su madre mientras expulsa a sus hijos de la familia, acusándolos de ser los responsables de la muerte prematura de dos de sus parientes a través de la magia negra.

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"Tengo miedo. Son hechiceros y me podrían matar fácilmente", dice la madre entre sollozos.

Con paciencia, mientras habla con la madre, Sam Ikpe-Itauma, un hombre robusto que lleva una camiseta de “Red de Rehabilitación y Derechos de los Niños”, ha venido a tratar de rescatar a los tres menores.

"Si no estuviéramos aquí, podrían arrojar a los niños al río, enterrarlos vivos o matarlos a puñaladas", dice Sam.

Trata de convencer a la multitud y a la madre de que los niños no son brujos pero nadie le cree. Y así, Sam sube a los niños a su camioneta y los salva llevándolos a su orfanato.

Sam maneja la "Red de Rehabilitación y Derechos de los Niños" (CRARN, por sus siglas en inglés). Se trata de un santuario que alberga a cerca de 200 niños. Todos ellos han sido acusados de brujería y expulsados de sus familias, muchas veces después de haber sido torturados.

El orfanato provee seguridad, servicios de salud, nutrición y orientación.

Confesión a golpes

La historia de Godwin es típica. Sentado a su lado, Sam dice que después de la muerte de la madre de este pequeño de 5 años, el pastor de la iglesia le dijo a su familia: "Godwin es el responsable".

Sam investigó, interrogó a Godwin y conversó con los vecinos. Afirma que cuando un pariente le preguntó a Godwin si él era un brujo,  “el pequeño dijo que no pero lo golpearon hasta que confesó que sí, que él había matado a su madre”.

Sam comenta que Godwin fue encerrado con el cuerpo de su madre cada noche durante tres semanas, con poca comida o agua, antes de que un vecino contactara a Sam, quien entonces lo rescató.

Otros niños en el orfanato llevan las marcas tras haber sido golpeados, atacados con agua hirviente, y heridos con machetes. A pesar de ello, estos niños tuvieron suerte de haber sobrevivido.

Según Sam, "se dice que un niño brujo con el poder de transformarse en gato, serpiente, vibora, insectos, o cualquier otro animal, es capaz de causar estragos como matar gente, traer enfermedades o mala fortuna a la familia".

"Cuando un niño es acusado de ser un brujo, el infante es repudiado por todos los que lo rodean, así que el pequeño es expulsado de su casa", dice Sam.

"Desafortunadamente esos niños no sobreviven mucho tiempo, muchos de ellos pueden ser asesinados, abandonados por los padres, torturados en la iglesia o vendidos fuera de la ciudad.

Sam, que no cree en la brujería, quiere crear conciencia en las comunidades actualmente azotados con la histeria.

La creencia en la brujería está arraigada por siglos de tradición, pero es hasta los últimos 10 años que se asocia con el abuso infantil.

"Es una crisis social", añade. "La pobreza impulsa este fenómeno de brujería infantil y la pobreza es hermana gemela de la ignorancia".

"La mayor parte de los niños vulnerables provienen de padres solteros, padres divorciados, familias disfuncionales". agrega.

Todo por negocio

El orfanato tiene muy poco espacio para más niños y con sus agotados recursos apenas puede pagar a sus 16 empleados y alimentar a los niños.

En muchos casos los niños son abandonados en la calle.

"Mis padres me corrieron de la casa, dijeron que era un brujo", dice Samuel, de 15 años, que ha vivido en la calle los últimos cinco años después de que un sacerdote lo culpó de muertes inesperadas en su familia".

"Fui golpeado por el profeta en la iglesia", comenta con voz suave.

Samuel vive en un edificio abandonado con otros 10 niños acusados de brujería. Un grupo local "Buen paso, Nigeria" que ayuda a los niños de la calle, los visita.

"Los líderes religiosos se aprovechan de la ignorancia de algunos padres en las aldeas para hacer dinero con ellos", dice Lucky Inyang, coordinador de grupo.

"Pueden decir que tu hijo es un brujo y si llevas al niño a la iglesia pueden liberar al pequeño, pero a la larga no liberan a los niños… los padres regresan con el pastor y preguntan: '¿Por qué no ha liberado a mi hijo?', y el pastor responde: 'Ay, éste no se puede liberar, ha comido demasiada carne, así que tienen que botar al niño'".

La mayor parte de los pastores cobra una cuota por liberación de 300 a 2,000 dólares.

Una de los religiosas más notables e influyentes es Helen Upkabio, de la Iglesia del Evangelio de la Libertad

Su famosa película de 1999, El final de los malditosha sido fuertemente atacada por grupos de derechos de los niños por su representación de pequeños poseídos.

Upkabio había accedido a una entrevista pero el encuentro fue pospuesto continuamente durante dos días.

En su sermón de la Iglesia del Evangelio de la Libertad, Upkabio anuncia historias exitosas de cómo ha expulsado demonios a través de la liberación.

"Brujos y magos han empezado a sentir miedo. Nunca les doy descanso", grita ante su animada congregación.

Por otro lado, el gobierno local acusa a Sam Ikpe–Itauma y a Lucky Inyang de utilizar a los niños para una estafa.

"Insistimos en que el nombre del estado de Akwa Ibom deje de ensuciarse y que la gente en todo el mundo no se deje engañar por algunas organizaciones que aseguran que cuidarán a los niños estigmatizados", dice Aniekan Umanah, vocero estatal.

"Es una treta, están ganando dinero para ellos mismos", asegura.

El gobierno asegura que una iniciativa sobre los derechos de los niños, que prohibe su estigmatización, casi ha terminado con el problema.

Pero a pesar de algunos arrestos, hasta el momento, el gobierno reconoce que no ha habido cargos.

"Problemas hay, pero se han exagerado y hay gente que gana al pintar de negro el estado de Akwa Ibom con algo que comúnmente es un problema social", afirma el vocero.

Sam y otras organizaciones niegan tal deshonestidad, insisten que sus finanzas son públicas y súplican por el apoyo del gobierno.

Mientras tanto, con la noche vienen los alaridos de más liberaciones, y hay más brujos que expulsar.

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