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Una vez próspera, Misrata muestra ahora las cicatrices de la guerra

Luego de cinco semanas de batallas Misrata se ve sombría, sus calles lucen vacías y sólo grupos de rebeldes desafían la artillería pesada
jue 31 marzo 2011 02:21 PM

Luego de cinco semanas de batallas Misrata se ve sombría. Las balas hacen que los edificios parezcan un queso gruyere. Hay escombros tirados en las calles que lucen vacías, salvo por la presencia de fuerzas de oposición que defienden su ciudad en contra de la artillería pesada de Moammar Gadhafi.

El líder libio sitió la tercera ciudad más grande y próspera de la nación luego de que sus opositores tomaran el control aquí. Ubicada a dos horas al este de Trípoli, Misrata era el último fuerte de los rebeldes en el oeste.

Ahora es una ciudad con miedo, incertidumbre y sufrimiento humano.

Reporteros internacionales no habían tenido acceso al centro de Misrata y muchos de los reportes de CNN fueron hechos reuniendo una serie de entrevistas con testigos y médicos . Así ocurrió hasta el miércoles, cuando periodistas de CNN pudieron alcanzar la ciudad a bordo de un bote.

Las fuerzas de Gadhafi lanzan bombardeos desde campamentos en las afueras. Francotiradores en techos dirigen sus ataques a civiles en el corazón de la ciudad. Un residente de Misrata le había dicho a CNN que los hombres de Gadhafi están aterrorizando a la ciudad; una masacre "más allá de la imaginación" .

Las balas vuelan en el aire. La tensión cuelga densa y pesada.

Un opositor celebra arriba de los restos de un tanque. Otro enseña las consecuencias de la mano pesada de Gadhafi –escuelas, restaurantes, gasolineras y estaciones de bomberos destruidas.

Los enemigos de Gadhafi dicen que los superan en armas y que luchan con las pocas que poseen. Ellos le dieron a CNN un video de un hombre deshabilitando a un tanque con un lanzagranada de propulsión de cohete.

La evidencia de la guerra llega hasta el hospital central en donde hombres, mujeres y niños están en cuartos llenos, siempre asustados y con médicos que trabajan sin parar sin el equipo, medicina adecuada o hasta anestesia.

“No salimos de aquí”, dice el médico Ali el-Misrati. “Dormimos aquí. Ahora vivimos aquí.”

Mohammed, de 12 años, y su hermano mayor fueron heridos cuando morteros atacaron sus casas. Mohammed perdió varios de los dedos de su mano izquierda. Ahora su padre jura venganza.

“Gadhafi debería morir”, dice.

Un hombre que le pueda hacer esto a su gente, dice el padre de Mohammed, no puede ser humano.

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