La lucha del FBI contra el terrorismo va hacia el agua
Exploran las profundidades del océano para cazar evidencias dejadas por depredadores más mortíferos que el gran tiburón blanco.
Son miembros del Equipo Técnico de Inmersión del FBI , un grupo de élite conformado por agentes especiales para rastrear al terrorismo debajo del agua.
En operaciones a partir del próximo año, este equipo compuesto por 10 personas podría ser llamado a buscar pistas dejadas por terroristas internacionales en agua contaminada por desechos químicos, biológicos, radiológicos o nucleares.
“Últimamente han habido demasiados escenarios”, dice el miembro del equipo, el Agente Especial de Supervisión, James Tullbane, haciendo referencia a los ataques de 2008 en Mumbai, India, el cual comenzó cuando terroristas entraron a la ciudad portuaria en barco.
“Si se observa a Mumbai y se observa a numerosos incidentes internacionales que tuvieron lugar en donde hay ataques contra civiles estadounidenses o ataques contra intereses del mismo país en los que el agua ha estado implicada, determinamos que en verdad necesitamos ampliar nuestras habilidades”.
Hace un año, el FBI creó el Equipo Técnico de Inmersión con la misión central de reunir pruebas después de un ataque terrorista para ayudar a encontrar y procesar a los responsables.
La capacidad del equipo para operar en agua contaminada y sumergirse a profundidades extremas diferencia a estos buzos de los ya existentes grupos de Búsqueda Submarina y de Reacción a Evidencias del FBI.
Una gran parte de la formación del Equipo Técnico de Inmersión se enfoca en bucear en materiales peligrosos, comenta Tullbane. En lugar de tanques de oxígeno, los buzos utilizan una manguera conectada a un sistema de suministro en la superficie.
“No sólo les suministra oxígeno, recolecta el aire que se exhala y lo envía de regreso a la superficie”, dice Michael Tyms, el administrador del programa del Equipo.
Los buzos también portan trajes especiales y duros cascos de acero a la vieja usanza para que puedan operar de forma segura en agua contaminada sin ser expuestos a toxinas.
El nuevo equipamiento permite a los buzos buscar la escena del crimen en profundidades de casi 100 metros. Un buzo recreativo está seguro a unos 40 metros de profundidad.
El equipo, que está a la mitad de su programa de dos años de entrenamiento, tiene previsto entrar plenamente en funciones el próximo año, una vez que todas sus certificaciones estén completas, afirma Tullbane. Mientras tanto, los buzos realizarán misiones que sienten que son capaces de hacer sin un alto riesgo de lesión.
Hace unas cuantas semanas, el equipo fue llamado a servicio después de que la Guardia Costera de EU pidió ayuda al FBI en un caso que involucraba un "narcosub", un navío semisumergible utilizado regularmente para pasar drogas de contrabando.
Cuando la Guardia Costera descubrió el barco frente a las costas de Honduras, su tripulación hundió la embarcación. Fueron detenidos posteriormente, según un comunicado de prensa de la Guardia Costera.
“La idea fue, 'Hey, alguien podría bajar y rescatar esos narcóticos'”, dice Tyms. “Así que nos llamaron y dijimos, ‘Sí, ese es el tipo de misión que podríamos hacer”.
Armados con su sónar lateral de vanguardia y su sistema de suministro de oxígeno en la superficie, los buzos del FBI se dirigieron al Caribe y a una sucia mancha de agua contaminada, irónicamente, cerca de un lujoso lugar de buceo recreativo, el segundo arrecife de barrera más grande del mundo.
“Una vez que se hundió, el diesel (combustible) se filtró hacia el agua, en la bodega de carga”, comenta Tyms.
En la bodega de carga, a unos 25 metros bajo la superficie, los buzos encontraron cerca de 7,000 kilos de cocaína, con un valor estimado de 180 millones de dólares en venta, según la Guardia Costera.
Los buzos bajaron en pares. Se necesitaron ocho buzos, 15 inmersiones y 24 horas en el agua para que llevar a la superficie los bloques de cocaína fuertemente empacada.
El equipo de buceo del FBI desempeñó un papel “esencial” en localizar y recuperar las drogas, según el capitán de corbeta, Peter Niles.
Durante su misión, la amenaza más peligrosa para los buzos no provinieron de las aguas peligrosas o de la maratónica sesión de buceo, comenta Tyms.
“Nuestro momento para el recuerdo fue cuando dos buzos saltaron al agua y un tiburón apareció de la nada y empezó a nadar alrededor de ellos”, dice.
El equipo tiene la esperanza de que el curioso tiburón persista como su encuentro más peligroso en la tarea de inmersión.