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¿Cuál es la importancia de los debates en la campaña presidencial de EU?

Analistas políticos señalan que la Historia demuestra que lo que ocurre en los debates puede afectar al resultado de las elecciones
mié 03 octubre 2012 05:33 PM

(CNN) Tras meses de hablar de sus contrincantes y sus políticas, el mundo finalmente podrá ver a Barack Obama enfrentarse a Mitt Romney en el mismo escenario en una serie de tres debates televisados, en preparación para las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, como Gran Bretaña, en donde todas las semanas, el primer ministro debe defender por televisión sus políticas bajo la presión de la oposición, los enfrentamientos cara a cara entre los dos contendientes por la Casa Blanca sólo ocurren cada cuatro años.

A pesar de que los debates rara vez influyen en los resultados de las elecciones, cualquier error, o cualquier golpe de demagogia en contra del oponente, puede alterar la percepción que el público tiene de ambos contendientes, para bien o para mal.

¿Cuál es la historia de los debates presidenciales en EU?

Los debates son un fenómeno relativamente reciente. El primer debate que se transmitió por televisión fue el que se llevó a cabo entre el republicano Richard Nixon y el demócrata John F. Kennedy, en blanco y negro, en 1960.

El gran número de personas que escucharon por radio el primero de los cuatro debates entre Kennedy y Nixon concedieron la victoria a este último; sin embargo, por televisión, un Kennedy bronceado y jovial derrotó a un Nixon sudoroso y demacrado (Nixon había padecido una infección hacía poco). Aunque Nixon se veía mejor en los siguientes debates, Kennedy ganó las elecciones.

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No volvió a haber debates hasta que Jimmy Carter se enfrentó a Gerald Ford, en 1976. Desde entonces, en todos los años electorales los candidatos republicanos y demócratas se han visto las caras en una serie de (normalmente tres) debates; en dos ocasiones, en 1980 y 1982, se unió al debate un candidato independiente.

Jimmy Carter se negó a participar en el primer debate, en 1980, en contra de Ronald Reagan, porque John Anderson, el candidato independiente, fue invitado a participar. El boicot de Carter resultó en una drástica disminución de la audiencia del debate. El debate se canceló y Anderson fue eliminado del programa del tercer debate que tuvo lugar varias semanas más tarde.

¿De qué tratan los debates?

En los ciclos electorales más recientes, los tres debates han tratado de política interior, política exterior y temas generales, en un formato de auditorio, en el que los asistentes pueden hacer preguntas. Los candidatos a la vicepresidencia también se enfrentan en un debate previo a las elecciones.

Generalmente, el moderador, que en los últimos años ha provenido de alguna de las principales cadenas de noticias de Estados Unidos, hace preguntas a los candidatos. Estos tienen un tiempo determinado para responder y refutar.

El orden en el que se responden las preguntas se decide por sorteo. Esta noche, Obama será el primero en responder, de manera que Romney tendrá la última palabra. La comisión apartidista de Debates Presidenciales elige las fechas y sedes de los debates, que tradicionalmente se llevan a cabo en universidades a lo largo de Estados Unidos.

¿Cuánto interesan al público los debates?

Aunque durante los debates Romney y Obama tendrán la oportunidad de profundizar en sus puntos de vista y rebatir directamente el plan de su oponente, los expertos señalan que la gran mayoría de los estadounidenses ya decidieron por quién votará, según el partido al que apoyan. A pesar de que los debates no son considerados típicamente como un factor que influya en el resultado de la elección, ha habido excepciones. El dominio telegénico de Kennedy sobre Nixon durante el primer debate televisado ayudó a inclinar la balanza a favor del demócrata, en 1960.

Durante un debate en 1980, Ronald Reagan hizo frente a una avalancha de críticas y acusaciones del entonces presidente Jimmy Carter, a las que respondió sereno y sonriente: “Aquí vamos de nuevo”. Su famosa respuesta detuvo temporalmente el impulso de Carter. Luego de estar rezagado en las encuestas previas al debate, Reagan ganó ventaja y más tarde derrotó a Carter.

Muchas veces no es el debate en sí lo que perjudica al candidato, sino el recuento posterior. Las cámaras captaron en 2000 a un molesto Al Gore, quien suspiraba y movía la cabeza en señal de desaprobación cada vez que George W. Bush hablaba. La escena fue transmitida por televisión y satirizada una y otra vez, al punto que “la gente empezó a percibir que Gore tenía una disposición irritable ante la gente en general”, de acuerdo con la historiadora Doris Kearns Goodwin. Gore, quien antes de los debates era el gran favorito, perdió su ventaja a lo largo de la temporada de debates. Finalmente perdió la controvertida elección, cuando la Suprema Corte de Estados Unidos falló a favor de Bush.

¿Los candidatos actuales son buenos para debatir?

Como se mencionó antes, en la política estadounidense no hay muchos debates entre republicanos y demócratas; no obstante, ambos candidatos son considerados oradores competentes.

Obama manejó bien al republicano John McCain en los tres debates de hace cuatro años, según el asesor de debate, Todd Graham, ya que no se desvió de sus argumentos, se mostró desenvuelto y no se tomó a pecho los ataques a sus políticas.

Es probable que el ingenio de Obama le haya resultado contraproducente en un debate en las primarias de 2008. Cuando Hillary Clinton le dijo que era agradable, Obama respondió: “Tú eres lo suficientemente agradable, Hillary”. Los asistentes rieron, pero muchos televidentes pensaron que el comentario había sido malintencionado.

Graham dice que, a pesar de que Obama tiene reputación de ser un excelente orador, su desempeño en los debates no ha cumplido con las expectativas que ha creado en sus discursos, y agregó que en ocasiones el presidente puede comportarse de forma extraña y extenderse en sus respuestas.

Actualmente, Romney es quien tiene la mayor experiencia, ya que salió airoso de las primarias republicanas en las que participó en casi 20 debates. Graham señala que Romney es constante, tiene excelentes argumentos de apertura para responder a las preguntas y tiene un profundo conocimiento de los temas.

Según algunos expertos, la principal debilidad de Romney es que a veces parece falso. Graham dice que cuando Romney sonríe y agradece después de una acalorada respuesta, da la impresión de que “está ensayando un discurso” y no debatiendo con su oponente.

¿Los debates tratan de política o de dramatismo?

En buena parte de los debates se dan áridos discursos políticos; sin embargo, los debates pasan a los anales de la historia nacional gracias a un error o a un comentario ingenioso.

Reagan era el presidente más longevo de la historia en 1984; cuando se le preguntó en un debate si pensaba que la edad representaba un problema para él, el presidente de 73 años respondió: “No creo que la edad sea tema en esta campaña. No me aprovecharé de la juventud e inexperiencia de mi oponente para fines políticos”. Incluso el contendiente demócrata, Walter Mondale, de 56 años, soltó una carcajada.

A veces, en un debate pesa más el lenguaje corporal que las palabras. El presidente George H.W. Bush volteó a ver su reloj mientras un miembro de la audiencia hacía una pregunta, en un debate en 1992. Con ese gesto, Bush, cuyas esperanzas de ser reelecto se estaban desvaneciendo, dio la impresión de no estar interesado en las preocupaciones de la gente.

John McCain desató la controversia cuando se refirió a Obama como “Ése” en el segundo debate presidencial, en 2008. De acuerdo con el New York Times, Obama dijo en broma algunos días más tarde, en una cena a la que ambos candidatos asistieron, que su nombre significaba “ése” en swahili.

Los vicepresidentes y sus contrapartes han contribuido tanto como sus jefes con algunas frases memorables. Una de las mejores respuestas de todos los tiempos fue la de Lloyd Bentsen, quien dijo sarcásticamente al candidato republicano a la vicepresidencia, Dan Quayle: “Usted no es ningún Jack Kennedy”. Recordemos también a James Stockdale, compañero de fórmula de Perot, cuando dijo en el debate de apertura de 1992: “¿Quién soy? ¿Qué hago aquí?”, lo que arrancó carcajadas a la audiencia.

Un mal desliz puede acabar con una campaña mucho antes de que se lleven a cabo las elecciones primarias, como lo demostró el republicano Rick Perry, a finales de 2011. Durante las primarias, en Michigan, Perry fue el primer candidato de la historia en decir “ups” en un debate cuando olvidó el nombre de la tercera dependencia gubernamental que había propuesto recortar. Cuando se le presionó para que respondiera, Perry dijo: “La tercera agencia de la que podría prescindir, junto con la de Educación… la de Comercio y, veamos, la de… No recuerdo… la tercera es… No recuerdo, lo siento. Ups”.

Tras el debate, Perry manejo su error como sólo un gobernador de Texas podría haberlo hecho: “Qué bueno que llevaba puestas mis botas, porque en verdad metí la pata”, dijo.

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