Jóvenes entrenan y luchan contra el acoso sexual en la India
En un polvoriento barrio en las afueras de Lucknow, la capital de uno de los estados más pobres y más conservadores de la India, Uttar Pradesh, un grupo de vigilancia está haciéndose indispensable. Pero no son vigilantes ordinarios.
Son mujeres —la mayoría adolescentes— que patrullan sus calles para proteger a las jóvenes y niñas contra el acoso sexual. Vestidas con sus trajes tradicionales rojo y negro, usados por las mujeres en el sur de Asia, apuntan a los hombres que se pasan de la raya.
¿El castigo? La humillación, a veces el peor de los penas públicas. Su motivación es dolorosamente evidente: cada chica que pertenece a las llamadas Brigadas Rojas ha sido víctima de un asalto sexual, algunas incluso han sido violadas por sus propios familiares, dicen.
Su historia
En la mayoría de los casos, los crímenes han quedado impunes y la víctima sufrió su trauma y vergüenza de forma silenciosa. Estas jóvenes se han visto obligadas a actuar, dicen, porque nadie más lo hará.
Los delitos sexuales no son exclusivos de la India, pero en este país el número de denuncias de violación se ha incrementado drásticamente, de 2,487 en 1971 a 24,206 en 2011, según cifras oficiales. Pero los activistas dicen que esos datos son solo la punta del iceberg.
La mayoría de las mujeres en la India —un país donde un estigma cultural lleva a muchas víctimas de violación a no denunciar el crimen— son habituales las historias de abuso y acoso sexual en el transporte público o en la calle, de acuerdo con el Consejo Indio de Relaciones Globales.
La cuestión parece que llegó a un punto de inflexión en diciembre del año pasado, cuando una mujer de 23 años fue violada y golpeada por un grupo de hombres mientras viajaba a casa en un autobús público en Delhi.
El ataque que causó la muerte de la joven causó indignación en todo el mundo y provocó manifestaciones a lo largo de la India, mientras los manifestantes pidieron leyes más estrictas sobre los delitos sexuales y un cambio en las actitudes hacia las mujeres.
Con la atención mundial centrada en India tras el lamentable caso de la capital, las autoridades admitieron que era necesario actuar. El Ministro del Interior, Sushilkumar Shinde, dijo que la India iba a contratar a más mujeres policías. En la actualidad solo el 7% de la Policía está integrada por mujeres, según cifras del gobierno.
Las primeras audiencias judiciales por la vía rápida también se han introducido para tratar de agilizar los casos en un sistema de justicia empantanado por la burocracia. Significa que los juicios, una vez que comienzan, deben celebrarse a diario hasta que se dicte la sentencia.
Sin embargo, los nuevos casos que van aflorando siguen manteniendo a la nación en estado de choque, como la niña de 7 años que fue violada en el baño del tren el fin de semana pasado después de haber sido alejada de sus padres.
La lucha contra la discriminación sexual en las calles de Lucknow inició mucho antes de que la atención internacional sobre los delitos sexuales llegara a la India.
Las Brigadas Rojas fueron fundadas en esta localidad hace años por la profesora Usha Vishwakarma, que descubrió que una niña de 11 años que acudía a sus clases había sido violada por su tío.
Poco después de esta revelación, Vishwakarma tuvo que enfrentarse al intento de violación de un colega, que luego trató de atacarla. Se las arregló para luchar contra él, pero cuando trató de denunciar el incidente, la policía local no le prestó la menor atención. A nadie le parecía importarle.
"Esto realmente me afectó" dijo a CNN Vishwakarma, de 26 años. Explicó que la gente de su comunidad pensó que se había vuelto loca. Su agresor siguió libre y sin ningún castigo.
Con el tiempo se enteró de que todas sus estudiantes habían experimentado algún tipo de abuso, desde comentarios lascivos y silbidos hasta casos de abuso sexual y violación. Muchas de las niñas dijeron que tenían miedo de salir solas por temor a ser manoseadas o algo peor. Fue entonces cuando decidió que las jóvenes tenían que protegerse a sí mismas en medio del silencio ensordecedor dentro de su propia comunidad.
La Brigada Roja nació para ello. Van vestidas de rojo y negro. El rojo para simbolizar el peligro y la lucha, mientras que el negro representa protesta.
En grupos de cuatro o cinco mujeres, su trabajo consiste en dirigirse públicamente a aquellos hombres que han intentado acosar a una niña y reclamarle que deje su actitud. Si el autor se niega a escuchar sus advertencias, le castigan burlándose públicamente de él: un acto valiente en una sociedad dominada por hombres.
Vishwakarma admitió que se han visto obligadas a recurrir a la violencia en más de una ocasión, aunque subrayó que esto no va más allá de un tortazo.
"La idea es humillarlos. Estamos en nuestro derecho, se trata de defensa propia. La policía no nos apoya así que tenemos que defendernos por nuestros propios medios", explica la profesora.
Saben defenderse
Y ellas saben defenderse. Acuden regularmente a clases de artes marciales de autodefensa y ataque para utilizarlas cuando sea necesario. En un gimnasio al otro lado de la ciudad, las niñas —15 en el grupo— son puestas a prueba en colchonetas por un instructor local de Kung Fu.
Él las entrena en varias técnicas, desde puñetazos y patadas hasta cómo desestabilizar a un atacante que se acerca por detrás.
Una imagen descolorida de Bruce Lee mira hacia abajo con aprobación, mientras cada una de las chicas ataca al instructor con un intenso enfoque y convicción.
Gyan, su instructor, explica que se está enseñando a las niñas de forma gratuita. "Yo lo hago por mi hija", dijo. "Estas chicas son valientes y lo que les están haciendo es humillante".
La sesión termina con ellas haciendo una fila e inclinándose con respeto a su instructor. Han aprendido claramente cómo canalizar su ira.
Educación contra el acoso
Pero no se trata solo de Kung Fu. La formación que las niñas reciben les da también un gran apoyo en cuestiones de género, sexualidad y la salud. Incluso ayuda a las niñas más pequeñas que asisten a la escuela.
Horas más tarde de la clase, las chicas se reúnen con otros partidarios en una protesta junto a una carretera muy transitada en el centro de Lucknow. Dirigidas por Vishwakarma, las chicas elaboraron carteles en inglés e hindú en los que reclaman seguridad para las mujeres y el castigo más estricto para los delincuentes sexuales.
Algunos viajeros en los autobuses las miran con curiosidad, mientras otros pasan por alto la escena por completo.
Cuando les preguntas si se trata de un problema cultural arraigado, la hermana de Vishwakarma, Lakshmi, de 16 años, sacude la cabeza enfáticamente. "Este no es un problema cultural, es un problema social porque los hombres tienen un estatus social más alto que las mujeres".
La protesta en la carretera solo atrae a unas pocas personas, pero para Vishwakarma, la Brigada Roja está marcando la diferencia. "Las que estaban sin voz antes, ahora tienen una voz y pueden hablar por sí mismas y se animan", dijo.
La madre de Vishwakarma admite que tiene sus reservas acerca de lo que están haciendo sus dos hijas.
"Tenía miedo al principio, les pregunté '¿por qué hacen esto?' También hubo mucha presión en el barrio en contra de lo que hacían. Porque celebraban reuniones a altas horas de la noche”, recuerda.
“Entonces alguien me dijo: 'déjelas hacer lo que creen' Ahora siento que lo que están haciendo es bueno y ayudan a llevar una gran cantidad de cambios, muchos niños que solían acosar a las chicas ya no lo hacen porque tienen miedo".
Cuando se le preguntó de dónde saca su valor, Vishwakarma responde simplemente: "Cuando uno sufre, se obtiene el valor. Cuando se es víctima, se obtiene el coraje".