La violencia en las favelas de Río no cesa pese a vigilancia mundialista
A unos meses del arranque del Mundial de Brasil 2014, la violencia en las favelas en Rio de Janeiro no ha cesado.
La ira que desató este martes la muerte de un joven bailarín es la más reciente imagen previo a la fiesta mundialista del futbol.
Douglas Rafael Pereira, conocido en la favela de Pavao-Pavaozino como DJ, era bailarín en un programa de TV Globo, orgullo de los jóvenes del barrio. Según sus amigos, agentes de la Unidad de Pacificación —instalada en esta favela desde 2009— lo mataron a golpes al confundirlo con un traficante de drogas.
Camiones de la policía especial (Bope) entraron este martes a la favela para encontrarse con barricadas en llamas, tiroteos, jóvenes lanzando piedras y botellas de vidrio desde lo alto.
"Quedamos bloqueados, no podemos salir", dijo un estudiante francés que vive en la entrada de la favela.
"¿Qué Copa del Mundo es esta, qué Juegos Olímpicos son estos, que se beben la sangre de jóvenes inocentes?", gritó entre lágrimas Daisy Carvalho, militante por los derechos humanos, entre las barricadas humeantes.
La policía indicó en un comunicado que la muerte del joven es investigada y que el parte médico "apuntó que las escoriaciones de Douglas son compatibles con muerte ocasionada por una caída".
La madre del DJ, Maria de Fatima da Silva, aseguró que más de 12 horas después pudo ver el cuerpo de su hijo, que estaba en posición de defensa, "todo golpeado. No tiene marca de disparos", dijo al sitio G1.
Según testimonios, tras el inicio de los desórdenes, los policías antidisturbios rodeados por la multitud se refugiaron en una casa, amenazando con disparar si intentaban entrar.
Luego llegaron los policías de elite, con sus uniformes negros, ametralladoras y pistolas automáticas, para intercambiar disparos con traficantes, según algunos relatos. Mateus, un muchacho de 27 años con retraso mental que participó de los disturbios, murió de un balazo en la cabeza.
"Lo que más me revuelve es que escuché de boca de un policía que iban a matar a un joven para dar el ejemplo. ¡Y lo hicieron!", lamentó Carvalho.
"Uno de ellos me llamó puta y zorra, diciendo que los defensores de los derechos humanos defendían a los bandidos. ¿Acaso no tienen madre? Las favelas deben unirse y bajar a las calles para decir que queremos paz, pero no a estos policías asesinos. Yo le digo a los turistas: ¡no vengan a la Copa del Mundo!", agregó furiosa la joven militante.
Tras el cese de los enfrentamientos, quedó el hedor de los contenedores de basura incendiados y la electricidad fue cortada en toda la colina.
Simone, madre adoptiva de Mateus, pidió justicia por las dos muertes que sacudieron al barrio, "pero la justicia no es para los pobres".
Una pequeña de dos años agrega: "Mateus se convirtió en una pequeña estrella".
Tras la violencia del martes, la zona amaneció en aparente calma, en parte por ser día feriado por San Jorge, muy venerado en Rio de Janeiro y patrón de ladrones, policías y portadores de armas de fuego.
Surfistas bajaban a la playa con sus tablas, caminando entre policías de élite fuertemente armados y decenas de basureros que limpiaban los restos de las barricadas que ardieron unas seis horas la víspera en las calles que dan acceso a la favela.
A finales de marzo, la policía brasileña dio un duro golpe al narcotráfico en el país sudamericano al ocupar sin resistencia uno de sus bastiones más importantes en Rio de Janeiro, el complejo de favelas de Maré.
En los últimos meses el Batallón de Operaciones Especiales ha tomando el control de algunos puntos estratégicos. En las operaciones realizadas en Maré y otras favelas, la policía arrestó al menos a 94 traficantes, incluido su cabecilla, Marcelo Santos das Dores, conocido como Menor P.
A la operación en las favelas se sumaron, a principios de abril, efectivos del ejército en la fase llamada de "estabilización", custodiando los barrios hasta el 31 de julio, dos semanas después de la final del Mundial, cuando entregarán la zona a la policía.
Con información de AFP.