Brasil 2014: el futbol compite a la par de las demandas de un país
Dos mundiales se disputarán en Brasil a partir del próximo 12 de junio.
El primero lleva cuatro años preparándose a toda velocidad, con una infraestructura que se concluye de último minuto y en la que las 32 mejores selecciones del mundo buscarán arrebatarle el título al vigente campeón, España.
El otro Mundial también lleva varios años fraguándose en las calles, en las favelas, en las protestas crecientes de la gente que encuentra insatisfechas sus demandas sociales y que ve en la competencia deportiva una oportunidad para que el mundo sepa de su enojo.
Las protestas iniciaron el año pasado durante la Copa Confederaciones, cuando millones de personas salieron a las calles para protestar por las injusticias sociales.
En las últimas semanas han continuado los reclamos por los excesivos gastos del Mundial y a ellas se han sumado las huelgas de transportistas y policías en varias ciudades brasileñas, algunas de ellas sedes mundialistas.
Una encuesta publicada este martes por el Centro de Investigación Pew indicó que 72% de los brasileños estaban "insatisfechos con la marcha del país", y 61% dijeron que fue mala idea albergar la Copa Mundial , ya que se llevó el dinero de las escuelas, la atención de la salud y otros servicios públicos.
‘Tarjeta roja’ de los brasileños al Mundial
La gente que sale a las calles en Brasil critica que se hayan dedicado cerca de 11,360 millones de dólares a la organización del Mundial en lugar de invertir ese dinero en un mejor sistema educativo o sanitario.
Según un informe de la presidencia brasileña, el gobierno invirtió en infraestructura para la Copa 17,600 millones de reales (aproximadamente 7,800 millones de dólares) en obras de movilidad urbana, transporte público y modernización de los principales aeropuertos; mientras que en los estadios se invirtieron 8,000 millones de reales (3,560 millones de dólares), de los cuales la mitad son préstamos, según el reporte.
Uno de los movimientos que ha salido a protestar es el de Trabajadores Sin Techo (MTST) que durante más de dos décadas han ocupado terrenos baldíos para construir casas improvisadas y ahora exige al gobierno la solución a sus demandas.
El Movimiento exige viviendas dignas para los trabajadores y derechos sociales como educación, salud y transporte y se han manifestado en la ciudad de Sao Paulo, ciudad donde se inaugurará el mundial el próximo 12 de junio.
Hasta ahora, el Gobierno ha rechazado las peticiones del MTST para que expropie diferentes áreas urbanas para construir viviendas populares, por lo que amenazó con "radicalizar" sus protestas durante la competición si sus reivindicaciones no son atendidas.
"No nos están dejando alternativa sino la radicalización", afirmó el coordinador del MTST, Guilherme Boulos, en Sao Paulo, donde miles de personas viven en la calle o en campamentos.
Las autoridades brasileñas han reiterado a lo largo de estos días que permitirán las manifestaciones, siempre y cuando sean pacíficas.
“Aunque sean en contra de algo, mientras sean pacíficas, las manifestaciones son muy bienvenidas. La gente que va a la calle a manifestarse por sus derechos es muy bienvenida”, dijo el embajador de Brasil en México, Marcos Raposo Lopes, en una entrevista con CNNMéxico .
La presidenta Dilma Rousseff también dijo que las manifestaciones eran un signo de una democracia que funciona y que estarán permitidas mientras no haya vandalismo, violencia o intentos de interrumpir los partidos.
Aunque la gran mayoría de la gente se manifiesta de forma pacífica, se teme la presencia de un elemento radical: un grupo llamado Bloque Negro .
Sus miembros se cubren usualmente el rostro con pasamontañas o pañoletas y a menudo rompen ventanas, dañan edificios y provocan incendios.
"El Bloque Negro se compone de jóvenes de clase media baja que suelen tener una ideología anarquista, pero están más preocupados por los problemas de Brasil tales como la mala calidad de la educación y la salud pública", dijo a CNN Rafael Alcadipani, académico que investiga a los principales grupos de protesta de Brasil.
Las demandas salariales salen a escena
Tanto trabajadores del transporte público como policías han llevado a cabo huelgas en las últimas semanas en varios estados del país en demanda de mejoras salariales.
En las últimas semanas ha habido huelgas de transporte en Sao Paulo, Río de Janeiro y Salvador , entre otras de las sedes del Mundial, que se sumieron en un caos que pudiera repetirse durante el evento si los sindicatos vuelven a convocarlas en medio de la cita del futbol.
Los trabajadores del metro de Sao Paulo, ciudad de 20 millones de habitantes y donde se realizará la inauguración de la competencia, están en huelga “ilimitada” desde este 5 junio . El servicio de metro de esta ciudad transporta cada día a unos 4.5 millones de personas.
En mayo pasado, una huelga de choferes de autobuses en esa ciudad provocó caos vehicular y embotellamientos de 168 kilómetros.
Las autoridades atribuyen los paros a un intento de los trabajadores de aprovechar la "visibilidad" que el Mundial le garantiza a sus reivindicaciones salariales.
No obstante, el embajador Raposo Lopes considera que aprovechar el momento por parte de los trabajadores es normal. “Las compañías aéreas hacen huelga en vísperas de Navidad; la gente tiende a hacer las manifestaciones y aprovechar el momento que tienen”, dijo el diplomático.
Otro sindicato que amenaza con paralizarse durante el Mundial es el de la Policía Federal, responsable de aduanas y aeropuertos y de fiscalizar el ingreso de extranjeros al país, entre otros asuntos.
El desafío a la seguridad
Las protestas, una avalancha de huelgas y la violencia urbana suponen un desafío para el plan de seguridad que Brasil ha elaborado de cara al Mundial 2014, que movilizará a 157,000 policías y soldados de las tres fuerzas armadas.
Por aire patrullarán 48 aeronaves, entre ellos helicópteros y aviones , mientras que 20 barcos y 60 embarcaciones menores —como lanchas rápidas— patrullarán los mares.
Las protestas contra el Mundial no han alcanzado hasta ahora la dimensión multitudinaria de las manifestaciones ocurridas en junio de 2013 durante la Confederaciones, pero aún así preocupan al Gobierno, según admitió el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo.
"Nuestra sensación es que las manifestaciones serán menores, pero estamos preparados para todo", indicó Cardozo en una reciente rueda de prensa, en la que presentó el plan de seguridad para el Mundial.
El ministro aseguró que desde el año pasado los cuerpos policiales han sido entrenados para evitar los "abusos" en la represión que hubo el año pasado, que fueron condenados por organismos de derechos humanos nacionales y extranjeros.
"No se pueden aceptar abusos ni violencia, sea de manifestantes o de policías", declaró Cardozo.
Otro desafío para la seguridad de las 32 selecciones y de los 600,000 extranjeros que son esperados en Brasil para el Mundial es la creciente.
Un reciente informe elaborado sobre datos oficiales indicó que en 2012 se registraron en Brasil 56,337 homicidios, lo que supuso un récord y un aumento del 13.4 % desde el año 2002.
La estadística dice que 6.4 personas mueren cada hora en Brasil de forma violenta.
A fin de mantener el orden durante el mes que durará el Mundial, que tendrá lugar entre el 12 de junio y el 13 de julio, las autoridades de seguridad tendrán un gran centro de coordinación en Brasilia, que estará en comunicación "permanente" con unos similares instalados en las otras once ciudades sedes del Mundial.
El Gobierno informó de que ha invertido 1,900 millones de reales (863 millones de dólares) en materia de seguridad para el Mundial, lo cual incluyó la compra de armas de "baja letalidad", cámaras de alta definición y equipos de inteligencia.
Asimismo, las autoridades estarán en guardia frente a los hinchas violentos que pudieran llegar del exterior y tendrán una vigilancia particular para los "barras bravas" argentinos y los "hooligans" ingleses, que son los que más preocupan.
"Hay intercambio de información con otros países", que enviarán listas de sospechosos que "tendrán un seguimiento especial" y a los que se les podría negar el ingreso al país, alertó Cardozo.
No obstante, el mayor temor es que se repitan las protestas que el año pasado marcaron a fuego la Copa Confederaciones.
Un momento político delicado
La conflictividad social que se vive en Brasil representa un momento delicado para Dilma Rousseff, que buscará un segundo mandato en las elecciones presidenciales de octubre.
Para muchos brasileños, el éxito de la Copa del Mundo e incluso de la selección brasileña está ligado a sus perspectivas electorales.
Rousseff es la favorita, pero su ventaja ha disminuido de manera constante, por lo que es muy probable que haya una segunda vuelta.
Con información de AFP y EFE