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¿Los 'zama zamas' de Sudáfrica tienen el peor empleo del mundo?

Los mineros ilegales llegan para tratar de ganarse la vida con el oro que logran extraer de las minas fuera de servicio en Sudáfrica
mar 11 agosto 2015 07:22 AM

Una idea me persigue mientras desciendo con dificultad por un húmedo tiro de arcilla y roca que es casi igual de ancho y largo que un ataúd. ¿Podría ser este el peor trabajo del mundo?

Es el lugar en el que trabajan los zama zamas, nombre que reciben los miles de mineros ilegales que atiborran las minas de oro fuera de servicio de Johannesburgo todos los días.

Blessing Ndlovu demuestra cómo se gana la vida y pica la roca con un mazo desgastado y un cincel; las astillas de piedra caen hacia la oscuridad.

El pánico se intensifica, pero lo reprimo.

"Cuando llegué a Sudáfrica, nunca pensé que tendría que hacer esto para comer", dice.

Ndlovu y su compañero, Respect Moyo, han estado jugándose la vida al penetrar en las profundidades de la Ciudad del Oro. Usan herramientas rudimentarias y pueden pasar varios días bajo tierra.

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Es un trabajo peligroso.

"A veces la tierra tiembla y caen rocas como esta", dice Moyo, quien yace bocabajo y señala una roca del tamaño de un balón de basquetbol. "Cuando se sueltan, nos golpean".

Ambos han perdido amigos a causa de las rocas que caen. Sin embargo, explican que la amenaza real son las bandas de zama zamas rivales, quienes matan a los mineros en las profundidades por un saco de rocas que contienen oro. Los han asaltado a mano armada al salir del subsuelo en más de una ocasión.

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Es un negocio muy cruel. En 2014, una banda rival robó el oro y dejó a alrededor de 200 zama zamas atrapados al bloquear las salidas de una mina ilegal. Los rescatistas salvaron a algunos, pero muchos murieron. En Sudáfrica, el incidente apenas causó indignación, ya que la xenofobia está muy arraigada.

Si las autoridades los atrapan, los zama zamas, que en su mayoría son extranjeros, terminan multados y arrestados. Sin embargo, la Policía no hace muchos progresos.

"Tratamos de atraparlos, pero ¿qué podemos hacer?", dice un policía que quiere saber por qué estamos filmando la estructura de la vieja mina.

Le pregunté si bajaría a la mina a atrapar mineros ilegales.

"No, jamás. Tengo un hijo pequeño. No estoy loco", dijo.

Las empresas mineras consideran que los zama zamas son una plaga costosa. La Cámara Minera de Sudáfrica señaló que entre 1999 y 2004, se perdieron más de 150 millones de dólares (2,422 millones 545,000 pesos, aproximadamente) a causa de los zama zamas.

El gobierno considera que esto es una crisis y señaló que la minería ilegal genera cientos de millones de dólares al año.

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Además, conforme el precio del oro cae y cada vez más minas sudafricanas cierran, los mineros ilegales se apresuran a trabajar en ellas como parte de una red delictiva sofisticada que lleva el oro de contrabando a los compradores internacionales, de acuerdo con los expertos.

Pero Ndlovu y Moyo son el último eslabón de esa cadena.

Huyeron de la implosión económica de Zimbabue y dicen que como son inmigrantes indocumentados, sus opciones son limitadas.

En Sudáfrica hay un índice de desempleo de más del 50% entre los jóvenes y los inmigrantes suelen ser los últimos en encontrar un empleo formal.

Ejercen su oficio en los túneles en desuso de la mina Durban Deep. La mina, que solía ser el ejemplo de la industria minera lucrativa y profundamente racista durante la época del apartheid, cerró hace más de quince años.

Ahora, las viejas casas de los mineros se desmantelan a mano, ladrillo por ladrillo, para vender los materiales. En unos letreros desteñidos todavía se ven los anuncios del campo de golf de la empresa y del salón de judo.

"Desde luego que no me gusta este trabajo y estoy asustado todo el tiempo", dice Moyo mientras mira hacia abajo por los túneles. "Pero no puedo encontrar empleo en otro lado".

Subir por el tiro es más difícil que bajar. Conforme ascendemos, vemos el brillo tenue de las lámparas de los otros mineros que están debajo de nosotros, meciéndose como si fueran luciérnagas.

Cuando salgo del agujero, pienso que sí, que este tiene que ser el peor empleo del mundo.

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