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El primer debate entre Trump y Biden tendrá un impacto limitado en el voto

El duelo entre los dos candidatos a la presidencia estadounidense será visto por más de 80 millones de personas, pero los pocos votantes indecisos y la polarización en el país le restan interés.
mar 29 septiembre 2020 05:04 AM
Primer enfrentamiento
Los electores tendrán tres oportunidades de ver a Biden y Trump frente a frente. La siguiente será en Miami, Florida el 15 de octubre.

Frente a decenas de millones de estadounidenses pegados a sus pantallas, el presidente Donald Trump y el ex vicepresidente Joe Biden se enfrentarán en su primer debate, aunque su impacto en la elección de noviembre puede ser limitado en un país muy polorizado y donde hay pocos indecisos.

El primero de los tres debates presidenciales que están previstos antes de las elecciones del 3 de noviembre se celebrará este martes en Cleveland, Ohio -uno de los estados clave para los comicios- y durará 90 minutos sin pausas comerciales.

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El primer duelo entre Donald Trump y Hillary Clinton en septiembre de 2016 registró una audiencia récord de 84 millones de personas.

Aunque las cifras aguardadas el martes son similares, serán más del triple de la audiencia de los discursos del presidente y su rival en las convenciones republicana y demócrata. Solo el Super Bowl de fútbol americano tiene más audiencia, con unos 100 millones de telespectadores.

"Es un momento único (...), el único momento en que vemos a los dos candidatos juntos y a los dos grandes partidos debatir ostensiblemente, fuera del Congreso", dijo a la agencia AFP, John Koch, profesor experto en debates en la Universidad Vanderbilt.

Sin embargo, es poco probable que este duelo cambie el voto de espectadores e internautas estadounidenses, bombardeados desde hace semanas por la publicidad electoral para la elección presidencial del 3 de noviembre, subrayan analistas.

Además, la proporción de indecisos es menor hace cuatro años y muchos estadounidenses ya han comenzado a votar; pero la expectación es máxima, en parte "porque las convenciones fueron virtuales" y las oportunidades de campaña se han limitado, en palabras de Aaron Kall, director de debate en la Universidad de Michigan y editor de un nuevo libro llamado Debatiendo con Donald.

"El primer debate de las elecciones presidenciales de 2016 lo vieron 84 millones de personas, y no me sorprendería que la audiencia sea superior esta vez", indicó Kall a la agencia EFE.

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Otros analistas recuerdan como la ex secretaria de Estado Hillary Clinton fue considerada ganadora de los tres debates en 2016, para luego perder la elección.

Esta desconexión entre el desempeño de los candidatos y el resultado de los comicios no es nueva: el demócrata John Kerry también fue considerado ganador de los debates contra el presidente saliente George W. Bush en 2004, en vano.

La última vez que un debate influyó en los sondeos fue en 1984, cuando Ronald Reagan, entonces el presidente estadounidense más viejo de la historia con 73 años, balbuceó frente a Walter Mondale, recuerda Bob Erickson, de la Universidad de Columbia. Pero Reagan rebotó en el debate siguiente donde destacó la "juventud e inexperiencia" de su rival, y ganó la elección.

Kall recuerda en su libro que los presidentes que buscan la reelección en Estados Unidos suelen sobreestimar su capacidad y acaban "haciéndolo mal en los debates, especialmente en el primero", como le ocurrió a Barack Obama en 2012 o a Reagan en 1984.

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Si le pasara también a Trump, aún tendría otras dos oportunidades de corregirse, con los debates del 15 de octubre en Miami, Florida y el 22 en Nashville, Tennessee.

Desde el primer duelo televisivo estadounidense de 1960, que opuso a Richard Nixon y John F. Kennedy, los debates se han tornado mucho menos informativos, señaló Michael Socolow, historiador de los medios en la Universidad de Maine, a la agencia AFP.

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En 1976, el demócrata Jimmy Carter aún pudo "presentar ideas nuevas" durante el debate frente al presidente saliente Gerald Ford, dijo. Actualmente "los espectadores saben lo que (los candidatos) van a decir antes de que el debate tenga lugar", y el ejercicio es esencialmente "un espectáculo que permite verificar si conocen bien su texto".

Sobre todo cuando el clima político es tan polarizado que los indecisos -que podrían inclinarse a un lado u otro en un debate- "se han tornado raros", subrayó Koch.

Aunque no provoquen grandes cambios, los debates permitirán a quienes tengan ciertas dudas confirmar su opción: en 2016, un 10% de los electores dijeron que se decidieron de manera definitiva "durante o justo después del debate", según el Instituto Pew.

Una oportunidad para Joe Biden

En este contexto, el estilo y la simpatía de cada candidato cuenta muchas veces más que sus palabras. Y en ese ámbito los espectadores podrían estudiar con curiosidad a Joe Biden, al que muchos no conocen bien.

"Las personas lo observarán para ver si es simpático, si les hace sentir cómodos", dijo David Barker, de la American University.

El ex vicepresidente de Barack Obama, de 77 años, mencionará probablemente en el debate la muerte de su primera esposa y de su pequeña hija en un accidente de automóvil en 1972, así como el fallecimiento de su hijo Beau de un cáncer del cerebro en 2015, tragedias personales que le han generado empatía y se han vuelto "una herramienta política eficaz", según Barker.

Pero en una sociedad ultramediatizada, las impresiones inmediatas de los telespectadores no tienen tanto impacto como la evaluación de los candidatos por parte de los comentaristas políticos, que estudian cualquier momento de duda y cada gesto o frase inesperada.

"Lo que pase después del debate, y cómo es utilizado, puede tener más impacto" que el propio debate en sí, dice Amy Dacey, ex responsable del Partido Demócrata. Los candidatos pueden incluso "intentar hacer decir alguna cosa a su adversario" para reutilizarlo luego en su publicidad, dijo.

El formato de los debates, fijado en 1988 por una comisión especial, es neutro políticamente y limita al máximo los riesgos para los candidatos: un conductor hace las preguntas y repreguntas sobre temas elegidos con anticipación, y las respuestas son cronometradas.

Para este debate habrá seis temas sobre la mesa: el historial político de ambos candidatos; la Corte Suprema y la nominación de Trump de una nueva juez para esa corte; la pandemia de la COVID-19; la economía; el racismo y la violencia ciudadana; y la integridad de las elecciones, según ha desvelado el moderador, el periodista Chris Wallace.

La pandemia solo debería modificar ligeramente este ritual: no habrá público, o será muy escaso, y Biden puede aparecer al inicio con barbijo, para subrayar la gravedad de la pandemia de coronavirus que Trump es acusado de minimizar.

¿En el barro?

Cada tema se debatirá durante quince minutos, y el moderador tendrá el reto de evitar que la discusión se salga de los temas previstos y que los ataques se vuelvan demasiado feos o personales, dado que tanto Trump como Biden son propensos a lanzarse al barro cuando alguien les desafía.

"Espero no morder el anzuelo y meterme en una pelea con este tipo. Va a ser difícil, porque creo que va a estar gritando", afirmó Biden durante un acto virtual este mes.

Todos los observadores consultados por Efe esperan un debate "beligerante", en palabras de Alan Schroeder, profesor emérito de la Universidad Northeastern y experto en debates televisados.

"A los dos candidatos les cuesta contener sus emociones, y creo que las cosas se pondrán feas, especialmente en el caso de Trump, cuyo estilo se basa en insultos y burlas de patio de colegio. El reto para Biden será parar esos abusos sin perder los estribos", resumió Schroeder.

Jennifer Mercieca, una experta en retórica política de la Universidad de Texas A&M, cree que el debate de Cleveland será "aún más combativo" que los que Trump mantuvo con Hillary Clinton en 2016. "Me preocupa que Trump se burle del tartamudeo de Biden. No me extrañaría que las cosas se pusieran así de feas", aseguró a la agencia EFE.

En el caso de Biden, sus aliados tienen claro lo que debe evitar: "Cuando te metes al barro con un puerco, el puerco se lo pasa bien y tú acabas cubierto de barro", dijo el viernes el senador demócrata Chris Coons.

Con información de EFE y AFP

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