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'Warp Speed': el programa con el que EU impulsa la vacuna para el COVID-19

El gobierno de Donald Trump ha invertido o comprometido más de 10,000 millones de dólares para que lograr comprar 300 millones de dosis del medicamento antes de enero de 2021.
mié 02 diciembre 2020 05:04 AM
En proceso
Pfizer y su socia, la alemana BioNTech, quieren producir 50 millones de vacunas antes de que finalice el año y 1,230 millones de dosis en 2021.

El 15 de mayo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un plan para desarrollar una vacuna contra el COVID-19 antes del final de año, una misión que no se verá afectada mayormente por el incidente de la vacuna de AstraZeneca/Oxford, uno de los seis proyectos apoyados por Washington.

"Es una empresa científica, industrial y logística inmensa, nunca vista en nuestro país desde el Proyecto Manhattan" (que originó la bomba nuclear), declaró entonces el mandatario, que fue acusado de avanzar en solitario y de promover un "nacionalismo" de las vacunas.

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Trump bautizó la operación Warp Speed (Máxima velocidad), en referencia a un término de ciencia ficción que implica ir más rápido que la velocidad de la luz.

Para ello nombró a un general del ejército y a un exdirectivo de los laboratorios GSK para combinar la experiencia de los científicos del Departamento de Salud con la logística militar.

Seis meses después, el programa con el que Estados Unidos quiere obtener en tiempo récord una vacuna contra el COVID-19 ha conseguido apoyar con éxito el desarrollo de un antídoto contra la pandemia, pero aún se enfrenta a los desafíos de la distribución y la aceptación por parte de la sociedad.

El gobierno estadounidense ha invertido o comprometido más de 10,000 millones de dólares dentro de este programa para obtener 300 millones de dosis de una vacuna contra el virus SARS-CoV-2 antes de finales de enero de 2021, algo nunca antes conseguido en la historia.

Normalmente, el desarrollo de una vacuna requiere de décadas de investigación y pruebas para dar con una solución segura y eficiente, algo que, a falta de resultados definitivos, parece haberse conseguido en solo diez meses sin comprometer la seguridad.

Dos candidatas a vacuna, la de Pfizer y Moderna, ya han solicitado su aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), el órgano encargado de dar luz verde a su comercialización, y en las próximas semanas podrían recibir autorización para distribuir los viales, que ya se están produciendo lo más rápido posible y cuentan con una cadena de suministro preparada.

El reto de llevar la vacuna COVID-19 a todos los rincones de América Latina

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En enero, un tercer proyecto desarrollado por el grupo estadounidense Johnson & Johnson, podría también arrojar frutos y por ende aportar más dosis, para ayudar a llegar al objetivo de que todos los estadounidenses estén vacunados para el mes de abril.

En total, el plan apostó por seis proyectos, dos por cada tecnología para diversificar los riesgos. Pfizer y de Moderna utilizaron una tecnología nueva que usa el “ARN mensajero", Johnson & Johnson y AstraZeneca confían en un vector viral y Novavax y Sanofi/GSK usan una base de proteínas.

La esperanza era que al menos uno de los proyectos fructificara.

Para Trump, el hito conseguido por Moderna y Pfizer —ambas farmacéuticas han recibido dinero del gobierno, pero solo Moderna lo utilizó para sufragar la primera parte del desarrollo— es el único punto brillante de su gestión de la pandemia, que va camino de dejar más de 300,000 muertos y que en las últimas semanas ha registrado máximos de fallecimientos diarios.

El presidente estadounidense apostó todo a las futuras respuestas farmacéuticas, en detrimento de medidas inmediatas de salud pública que podrían haber salvado cientos de miles de vidas este año.

"Estados Unidos no es bueno a la hora de prevenir", indicó en septiembre a la AFP Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, pero sí es bueno en ciencia.

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"Esta es una fortaleza de Estados Unidos que no tiene nada que ver con Trump. Cierto es que donó miles de millones de dólares, pero son las empresas las que condujeron esto", afirmó el experto que también destacó la excelencia de los Institutos Nacionales de Salud que ayudaron al desarrollo de la vacuna de Moderna y que gestionaron los ensayos clínicos.

Un "efecto acelerador"

Inicialmente la vacuna desarrollada por Oxford con el socio industrial AstraZeneca estaba entre las primeras posiciones para competir. En junio la asociación anunció que en septiembre se iba a saber si había una vacuna efectiva o no.

Pero en septiembre se produjo un primer incidente cuando un participante de las pruebas en Reino Unido se enfermó. Hubo que esperar seis semanas para retomar los ensayos en Estados Unidos.

Después, una confusión sobre las dosis llevó al grupo a anunciar el jueves 2 que realizaría más pruebas para disipar las dudas.

Los expertos piensan que Estados Unidos puede permitirse el lujo de prescindir de AstraZeneca, en espera de nuevos resultados.

Así millones de estadounidenses serán vacunados con las dosis de Pfizer o de Moderna antes del Año Nuevo si la FDA da su visto bueno.

La Unión Europea encargó dosis a seis fabricantes, entre ellos cinco que son apoyados por Warp Speed.

"La potencia de la inversión tuvo un importante efecto acelerador", dijo a la AFP en París Loïc Chabanier, de la consultora EY.

El apoyo de Estados Unidos permitió financiar ensayos clínicos a gran escala, además de la renovación de edificios o la construcción de fábricas.

"Los estadounidenses financiaron el estudio clínico para el planeta entero", dijo la AFP el consejero delegado de Moderna, Stéphane Bancel. El gobierno de Trump encargó 100 millones de dosis, que serían pagadas incluso en caso de un fracaso del intento.

"Nosotros no somos Pfizer o AstraZeneca", indicó Bancel. "Nosotros necesitamos un flujo de caja enorme", explicó.

Los pasos que siguen

La FDA reunirá el día 10 de diciembre a su Comité Asesor de Productos Biológicos para determinar si la vacuna de Pfizer recibe la aprobación de emergencia para su distribución y justo una semana después, el 17 de diciembre, lo hará para determinar si Moderna obtiene autorización.

El Comité Asesor para Inmunización de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) celebra un encuentro este martes para determinar qué grupos tienen prioridad para recibir las primeras dosis de las vacunas, posiblemente, este mismo mes.

El personal sanitario, de emergencias, así como las residencias de ancianos podrían ser los primeros en recibir las primeras dosis para progresivamente ampliar a la población general la campaña de vacunación.

Los CDC estiman que hay unas 21 millones de personas que trabajan como personal médico y unos 100 millones de adultos con antecedentes médicos de alto riesgo.

Sin embargo no habrá una regla única en Estados Unidos. Al igual que en la campaña de vacunación contra la gripe H1N1 de 2009, el gobierno federal hará recomendaciones y dará libertad a cada estado para decidir el modo de distribución y el orden de prioridad entre personas mayores, cuidadores y empleados de supermercados, entre otros.

Reconocidos grupos de expertos ya han emitido opiniones, muchas veces divergentes, que revelan la tensión central del debate: la vacunación debe proteger a los más vulnerables y también facilitar la reactivación de la sociedad.

Es en este tema, de cómo reanimar la economía lo más rápido posible, en el que Estados Unidos podría distinguirse.

En un informe de 200 páginas elaborado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, se da prioridad al personal sanitario "al frente" de la pandemia. También a los paramédicos, policías y bomberos que están muy expuestos al virus.

Las personas que tienen dos o más patologías (cáncer, obsesidad, diabetes tipo 2, etc) independientemente de su edad, y los 2 millones de personas en residencias de ancianos les siguen.

Los expertos estadounidenses se basan después ya no en la edad sino en la profesión y privilegian a los trabajadores "críticos". Primero los maestros y los trabajadores que sirven para alimentar a los estadounidenses, quienes conducen autobuses y trenes, venden medicamentos, mantienen el orden o entregan correo y paquetes.

Estos son también a menudo los trabajadores precarios, de minorías hispanas y negras, que han sido golpeados de manera desproporcionada por la pandemia. Una injusticia que los expertos quieren reparar explícitamente.

Después de que estos millones de trabajadores reciban la vacuna, se podrían vacunar personas con una sola patología, los sin techo, los presos y los mayores de 65 años. Luego, los adultos jóvenes y especialmente los estudiantes, que tienen menos riesgo, pero han demostrado que son grandes propagadores del COVID-19.

Quedan por resolver problemas concretos: si bien es fácil enfocarse en las residencias de ancianos y los hospitales, ¿cómo se supone que los farmacéuticos y los médicos pueden confirmar que un cliente es un trabajador esencial o que tiene dos patologías?

Además, la administración de Donald Trump ha dicho que no estará sujeta a los consejos de su agencia de salud, y que los hogares de ancianos recibirán vacunas Pfizer/BioNTech a mediados de diciembre en caso de una luz verde de los reguladores.

La distribución será "la misión del siglo"

Pfizer y su socia, la alemana BioNTech, quieren producir 50 millones de vacunas antes de que finalice el año y 1,230 millones de dosis en 2021.

Las primeras 100 millones de dosis de la multinacional deberían ir a parar a Estados Unidos, según un acuerdo que forma parte de la Operación Warp Speed por el que Washington se compromete a pagar 1,950 millones de dólares a Pfizer, con la opción de ampliar a 500 millones de vacunas.

Moderna espera tener listas para comercializar 20 millones de dosis antes de fin de año y ampliar su músculo manufacturero, mucho más modesto que el de Pfizer, a las entre 500 y 1,000 millones de dosis durante 2021.

Aerolíneas como United, American Airlines o Lufthansa ya están listas para lo que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) ha definido como "la misión del siglo", en la que esta modalidad de transporte será clave para vacunar no solo a los estadounidenses, sino a todo el planeta.

Las grandes aerolíneas del mundo deberán movilizar el equivalente a 8,000 Boeing 747 durante dos años años para suministrar 14,000 millones de dosis a casi cada hombre, mujer y niño del planeta.

Con información de AFP y EFE

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