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Ecuador elige presidente entre dos opciones opuestas

La segunda vuelta electoral en el país se definirá entre Andrés Arauz, un economista aliado del ex presidente Rafael Correa, y Guillermo Lasso, un ex banquero de tendencia conservadora.
vie 09 abril 2021 05:04 AM
Ecuador se alista para una elección que no solo definirá quién será el nuevo presidente a partir del 24 de mayo. La segunda vuelta enfrentará el próximo domingo a Andrés Arauz, un joven economista ungido por el expresidente Rafael Correa, y Guillermo Lasso, un ex banquero y poderoso empresario de tendencia conservadora.
Por Ecuador pasa la línea imaginaria que divide a la Tierra en dos hemisferios. Esa ubicación geográfica está lejos de replicarse en el mapa político, donde las posturas de Andrés Arauz y Guillermo Lasso parecen divergir hacia los polos.

Ecuador se alista para una elección que no solo definirá quién será el nuevo presidente a partir del 24 de mayo. El resultado de la segunda vuelta electoral que enfrentará el próximo domingo a Andrés Arauz, un joven economista ungido por el expresidente Rafael Correa, y Guillermo Lasso, un ex banquero y poderoso empresario de tendencia conservadora, también marcará claramente cuál será el rumbo que adoptará el país para intentar dar respuestas a la actual crisis política, económica y sanitaria.

Más allá de que ambos candidatos giraron hacia el centro en las últimas semanas como parte de la estrategia para captar el voto de los independientes, sus posturas son claramente divergentes.

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"Hay mucho en juego en esta elección porque las posiciones de Arauz y Lasso son muy diferentes", dice Andrés Mejía, profesor de Economía Política del King's College, en Londres. "El país decidirá si va con Arauz hacia una mayor intervención del Estado a costa de sacrificar la disciplina fiscal y tomar más deuda, o si se dirige a un ajuste ortodoxo con Lasso mediante el recorte de gastos en medio de una pandemia”".

Con esas opciones por delante, todos los sondeos indican que los candidatos llegan en condiciones de paridad a la elección del domingo. Tras ser el postulante más votado con el 32.7% de los sufragios en la primera vuelta del 7 de febrero pasado, Arauz partió con ventaja la campaña rumbo al ballotage.

Sin embargo, esa brecha se fue acortando: la estrategia de atar su destino a la figura de Correa, que está imposibilitado de presentarse a la elección, le puso un techo a sus posibilidades de captar a los más de 4.4 millones de votos que optaron por terceras opciones en el primer turno electoral.

La figura de Correa, que gobernó el país entre 2007 y 2017, sigue dividiendo aguas en Ecuador. Si bien el ex presidente cuenta con un amplio núcleo duro de seguidores, carga a la vez con altos niveles de rechazo en buena parte de la sociedad. Esa relación de fuerzas se expresó claramente en la primera vuelta electoral.

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Atento a que los votos del correísmo duro son insuficientes para vencer en un ballotage, Arauz inició en las últimas semanas una rápida estrategia para diferenciarse de la figura de su mentor.

"Desde la campaña de Arauz hay un movimiento interesante de moderación, de intentar borrar esa memoria polarizante y divisiva que tiene la figura de Correa", dice Mejía. "El candidato se muestra más conciliador, más abierto al diálogo, pero se trata de un giro que no termina de resultar muy creíble".

Ese viraje no se reduce solo a las formas, sino que incluye también definiciones que lo acercan al centro ideológico. En esa línea, Arauz decidió abandonar su ambigüedad en torno a la dolarización para fijar con claridad su posición a favor de mantener ese esquema monetario que rige en Ecuador desde el 2000.

La razón de ese cambio es clara: la dolarización goza de altísimos niveles de aprobación entre los ecuatorianos desde que, en medio de una grave crisis financiera, el país abandonó el sucre para convertirse en la primera nación sudamericana que reemplazó su moneda nacional por el dólar estadounidense.

El primer beneficio derivado del cambio monetario fue el descenso sostenido de la inflación: mientras en 2000 había alcanzado el 96% anual, desde 2003 se mantiene por debajo del 10%. Sin embargo, más allá de ese factor de estabilidad, la pérdida de una moneda propia genera dificultades no tan visibles.

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Por caso, sin la posibilidad de implementar una política monetaria autónoma, en los últimos años los gobiernos no tuvieron otra opción que tomar deuda para garantizar un flujo constante de dólares ante la baja del precio del petróleo y la falta de competitividad de los otros sectores exportadores. Eso llevó al país a un nuevo callejón sin salida: en agosto del año pasado, Ecuador debió acordar una reestructuración de deuda por 17,400 millones de dólares con acreedores privados.

Atento a esos efectos sobre la economía, Arauz había publicado en abril del año pasado, cuando todavía no era candidato, un artículo titulado “Desdolarización mala y desdolarización buena”, en el que planteaba cambios muy parciales al esquema monetario. Esa postura, aunque matizada, se convirtió en un flanco débil a golpear por Lasso, quien sigue esgrimiendo ese artículo como un signo inequívoco de que Ecuador abandonará la dolarización si Arauz llega a la presidencia.

Ante las posibles consecuencias electorales de esa jugada, el candidato del correísmo viene repitiendo que no habrá ningún cambio. "Jamás atentaría contra la dolarización que nos da certidumbre a todos los ecuatorianos y al aparato financiero", dijo en una entrevista periodística reciente.

"Parte de la corrida de Arauz hacia el centro pasa por la intención de despejar cualquier duda sobre la continuidad de la dolarización", dice Simón Pachano, profesor investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Quito.

"Eso, sumado a que viajó a Estados Unidos para visitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y reunirse con los tenedores de la deuda ecuatoriana, ha moderado su perfil, aunque dudo de que los sectores anticorreístas se dejen seducir por este giro tardío".

El voto indígena será clave

Lasso también busca correrse hacia el centro impulsado por la necesidad electoral. Con el 19.7% de los votos cosechados en la primera vuelta, necesita captar gran parte de los votos de quienes optaron por candidatos que quedaron fuera del ballotage si pretende triunfar el domingo.

Por ahora, sus esfuerzos para desvincularse de su imagen de banquero duro con un discurso más emocional y, sobre todo, el anticorreísmo que predomina entre los partidos menores le están permitiendo achicar la brecha que lo separaba de Arauz tras la primera vuelta.

Esa tendencia viene siendo impulsada por el apoyo de buena parte de los candidatos que no ingresaron a la segunda vuelta electoral. El líder de Izquierda Democrática, Xavier Hervas, que sorprendió con el 15.6% de los votos en febrero pasado, ya anunció que votará a Lasso. A eso se le suma el respaldo de los ex candidatos Pedro Freile, Lucio Gutiérrez, Guillermo Celi, César Montúfar y Gustavo Larrea, quienes en conjunto obtuvieron el 5.8% de los sufragios en la primera vuelta.

"Los votos no son endosables, pero el apoyo explícito de quienes fueron candidatos le puede generar algún respaldo mayor a Lasso", dice Pachano. "Si bien es un personaje que tiene la contradicción típica de aquellos que se dicen liberales en lo económico y son extremadamente conservadores en términos de valores, en las últimas semanas empezó a mostrar algún cambio a partir de contactos con grupos feministas y de minorías sexuales, además de incluir algunas propuestas sociales a sus promesas económicas".

En cualquier caso, más allá de esos giros de campaña, todo indica que la balanza se terminará inclinando de acuerdo a las preferencias que finalmente adopten aquellos que votaron por el líder indígena Yaku Pérez en primera vuelta.

Férreo opositor durante los gobiernos de Correa, Pérez ya se había pronunciado a favor de Lasso en el ballotage que definió la anterior elección presidencial en 2017. Cuando parecía que esa postura podría repetirse, los efectos de las controvertidas elecciones del 7 de febrero pasado cambiaron el panorama.

Con apenas 0.35% de votos menos que Lasso, Yaku Pérez denunció un fraude orquestado entre la derecha y Correa para dejarlo fuera del ballotage. En ese marco, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) terminó por impulsar el voto nulo en las elecciones del domingo próximo.

Ante eso, el 19.3% de los votos cosechados por Yaku Pérez en la primera vuelta, claves para definir el ballotage, están en disputa. En los últimos días, Arauz celebró el año nuevo andino en Twitter en un intento de acercamiento a la comunidad indígena y de restablecer las relaciones dañadas con buena parte de esa etnia durante los gobiernos de Correa.

En tanto, Lasso, quien nunca se esforzó por cultivar una relación estrecha con las comunidades indígenas en su carrera política, publicó un video de campaña en kichwa, idioma usado en la Sierra y Oriente de Ecuador. Los aborígenes representan un 7% de los 17.4 millones de habitantes de Ecuador, según el último censo.

Por Ecuador pasa la línea imaginaria que divide a la Tierra en dos hemisferios. Esa ubicación geográfica está lejos de replicarse en el mapa político, donde las posturas de los dos candidatos que se enfrentarán en el ballotage parecen divergir hacia los polos. Todo indica que, una vez en el gobierno, el próximo presidente deberá girar a la moderación y alcanzar consensos para gobernar.

"Hay una alianza formal entre Yaku Pérez y Hervas, los candidatos que terminaron tercero y cuarto en la primera vuelta electoral y que, unidos, están cerca de contar con una mayoría en el Congreso", dice Mejía. "Quien sea el próximo presidente deberá conversar con estos partidos más cercanos al centro ideológico porque necesitarán de sus votos para aprobar proyectos en el Congreso, lo que puede moderar a cualquiera de los dos candidatos que finalmente gane la presidencia".

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