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Raúl Castro se retira, pero para Cuba todo sigue igual

Miguel Díaz-Canel, quien es el nuevo primer secretario del Partido Comunista de Cuba, promete dar continuidad a la línea política que el país ha seguido desde hace más de 60 años.
lun 19 abril 2021 10:56 AM
La retirada de Raúl Castro como líder del Partido Comunista de Cuba marca el fin de una era pero no de la economía centralizada, que seguirá rigiendo y lo hará, según anunció él mismo este viernes, con menos concesiones al capitalismo de lo que muchos esperaban ante la grave crisis que sufre la isla.
Para los analistas, urge un relevo generacional. “La edad sumada de los tres líderes actuales del Partido Comunista se acerca a 300 años”, dice John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Cuba-EU.

La retirada de Raúl Castro como líder del Partido Comunista de Cuba marca el fin de una era pero no de la economía centralizada, que seguirá rigiendo y lo hará, según anunció él mismo este viernes, con menos concesiones al capitalismo de lo que muchos esperaban ante la grave crisis que sufre la isla.

"Hay límites que no podemos rebasar porque llevaría a la destrucción del socialismo", sentenció Castro en su informe de apertura del VIII Congreso del PCC, el último que pronuncia al frente de la formación, en la que lo relevó este lunes como primer secretario el actual presidente, Miguel Díaz-Canel.

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Se trata del máximo cargo político en Cuba, una de las cinco naciones comunistas en el mundo, junto con China, Vietnam, Laos y Corea del Norte.

El relevo se da en medio de una profunda crisis económica en el país por la pandemia del coronavirus y el reforzamiento del embargo que mantiene Estados Unidos contra el país desde hace 60 años.

Aunque es una transición simbólica, en un país donde la mayoría sólo ha conocido a Fidel y Raúl Castro al frente del poder, no necesariamente supone un cambio en la línea política de Cuba.

"Yo desde que nací conozco un solo partido y hasta ahora se vive con él, y nadie se muere de hambre", dijo a la agencia AFP Miguel Gainza, un artesano de 58 años, que trabaja en La Habana Vieja y apoya este sistema político.

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"Lástima que Fidel se haya muerto porque él sí resolvía todo", lamentó.

Un país distinto al de 1959

Rodeado de un fuerte hermetismo, a puerta cerrada y sin transmisión televisada, el Congreso del PCC de 4 días se celebra en La Habana con aforo reducido debido a la pandemia del coronavirus: 300 delegados frente a los más de mil del congreso anterior en 2016 (la formación cuenta con 700,000 militantes).

Esta minoría votó el domingo manera directa y secreta para elegir al Comité Central, integrado por 114 miembros.

Para John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Cuba-Estados Unidos, es necesario un relevo generacional. "En la actualidad, la edad sumada de los tres líderes actuales del Partido Comunista se acerca a 300 años", dice.

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La salida de Castro podría estar acompañada de la jubilación de otros militantes que lograron el triunfo de la revolución en 1959, incluido el segundo secretario, José Ramón Machado Ventura, de 90 años, y Ramiro Valdés, de 88 años.

El partido está envejecido. El 42.6% de sus militantes tiene más de 55 años, lo que frustra las aspiraciones de los jóvenes.

Kavulich considera que en el partido hay una "falta de voluntad para aceptar que ya no necesita luchar por una revolución, sino administrar un país no de mediados del siglo XX, sino de la segunda década del siglo XXI”.

Entre muchos cubanos hay un cansancio por la escasez y las largas filas para abastecerse. El país importa el 80% de lo que consume.

El gobierno, acosado en los últimos cuatro años por el endurecimiento de sanciones desde Washington, continúa teniendo entre sus prioridades el combate ideológico.

"La existencia en Cuba de un único partido ha estado y estará siempre en el foco de las campañas del enemigo", dijo Castro en su discurso.

"Esta unidad debe cuidarse con celo y jamás aceptar la división entre revolucionarios bajo falsos pretextos de mayor democracia", añadió.

Castro admitió el viernes los "problemas estructurales" de Cuba, "que no proporcionan incentivos para el trabajo y la innovación", pero también defendió el control del Estado sobre los medios de producción, y por tanto el monopolio de los sectores clave de la economía: las importaciones y el comercio.

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El PIB cubano se desplomó un 11% en 2020 a causa de la pandemia del coronavirus, las ineficiencias internas y el recrudecimiento del embargo de Estados Unidos.

Disidencia virtual y "contrarrevolución interna"

En la pizzería en la que trabaja con música de rap de fondo, Luis Enrique Oramas, de 30 años, dijo a la agencia AFP que "si dejaran a las personas opinar lo que piensan, sería como en otros lugares, (habría) dos y hasta tres partidos”.

"A la mayoría de las personas nos gustaría más que como se está moviendo el país ahora mismo, teniendo un partido en el que todos piensan lo mismo", añadió.

La polarización política cubana y los debates sobre la actualidad del país se han trasladado con especial fragor a redes sociales como Twitter y Facebook, incluyendo la retransmisión en directo de protestas o críticas al gobierno y abriendo canales directos de acceso de la ciudadanía a sus dirigentes.

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Activistas, artistas e intelectuales mantienen una intensa actividad en redes, en un país donde las manifestaciones son casi inexistentes.

Por ello, la "actividad ideológica" y la confrontación de la subversión en estos nuevos escenarios será otro de los temas sobre la mesa, aunque para Raúl Castro, "la contrarrevolución interna carece de liderazgo y estructura organizada y concentra su activismo en las redes sociales", mientras "las calles, los parques y las plazas serán de los revolucionarios".

"No debe existir espacio para la ingenuidad a estas alturas ni entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías sin asegurar la seguridad informática", advirtió el menor de los Castro.

También aludió a la financiación de medios de comunicación desde el exterior "para generar contenidos ideológicos que llaman abiertamente a derrocar la Revolución y exhortan a desarrollar manifestaciones en espacios públicos, así como actos de violencia contra agentes del orden".

Durante el congreso, el partido adoptó una resolución para enfrentar la "subversión" política e ideológica.

Mientras se celebraba el congreso del PCC, una veintena de activistas, periodistas independientes y artistas denunciaron en Twitter que la policía les impedía salir de sus casas, un recurso empleado para evitar que se reúnan.

¿Y la relación con Estados Unidos?

Sobre Estados Unidos, el discurso de Castro no ha variado en los últimos años: rechazo frontal a las sanciones y el embargo financiero —recrudecido además durante la pandemia— y apertura al diálogo “sin condiciones inherentes” a la soberanía cubana.

Del deshielo con Estados Unidos, iniciado con el ex presidente Barack Obama, queda poco a nada, tras cuatro los de hostilidad durante la administración del republicano Donald Trump.

Aunque en Cuba se esperaba que la llegada al poder del demócrata Joe Biden en enero pasado suavizara las tensiones bilaterales vividas con Trump y propiciara un nuevo acercamiento, la Casa Blanca ya ha dicho en dos ocasiones —la última el viernes mismo— que cambiar la política hacia la isla no es prioridad en su agenda.

En su intervención, Castro también tuvo espacio para culpar al "neoliberalismo" de las manifestaciones de "inestabilidad social" en América Latina, una "contraofensiva" contra los gobiernos progresistas que "se fortaleció cuando la política de Estados Unidos cayó en manos siniestras con pretensiones intervencionistas y de la derecha cubanoamericana con amplia trayectoria terrorista y corrupta", sentenció.

Con información de AFP y EFE

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