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Habitantes de Tlahuitoltepec recuerdan a sus vecinos muertos en el alud

Un niño recuerda a su amigo de cinco años, que perdió la vida tras ser sepultado por el lodo en el derrumbe del martes pasado
sáb 02 octubre 2010 07:13 PM
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Oaxaca 05

Mario dice que Félix era su amigo, que jugaban juntos. "Yo era más grande que él, siempre lo cuidaba a la hora de jugar". Así recuerda Mario a su amigo de cinco años, sepultado debajo de un cerro: perdió la vida junto a sus padres y sus dos hermanas mientras dormía en el barrio 'El Calvario', una comunidad donde habitan unos 10,000 indígenas mixes.

Mario es de complexión delgada. Por el frío que ha hecho en estos últimos días, sus mejillas están coloradas. Todavía no es invierno y las temperaturas bajan a los 4 o 5 grados centígrados.

El niño cuida celosamente el único teléfono satelital que tiene el cabildo; su mamá le ha dicho que con nadie lo comparta, pero cuando pregunta a los periodistas "¿Ustedes son de los que dan las noticias?", y se le contesta que sí, lo presta sin chistar: "No importa que me regañen, tómenlo".

A la una de la madrugada del martes 28 de septiembre , un pequeño arroyo cambió su corriente de agua, proveniente de un manantial, por cientos de toneladas de piedras, lodo, árboles y fragmentos de casas, que minutos antes estaban asentadas cuesta arriba. El alud arrastró la casa de Félix.

Sin despegar la mirada del teléfono, sigue recordando a Félix. "Qué feo fue eso, yo jugaba con él, jugábamos a las escondidas, pero como él era más pequeño, siempre se escondía", relata.

En ningún momento recuerda a Félix como un difunto. Narra imágenes de cuando se divertían frente a la casa de su amigo, una vivienda destruida más, entre muchas del barrio.

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Félix Hernández González quedó sepultado entre los escombros del cerro desgajado la madrugada del martes. Recién el jueves, dos días después, los rescatistas recuperan el pequeño cadáver.

Los cuerpos de sus hermanas Diana y Jacqueline, y de sus papás Eduardo y Carolina, fueron localizados un día antes. Todos los integrantes de la familia, al igual que otros seis indígenas mixes de Santa María Tlahuitoltepec, fueron desenterrados del Barrio 'El Calvario' para volverlos a enterrar en un panteón del pueblo .

Mario no llora, pero se muerde las uñas y repite una y otra vez que Félix era su compañero de juego.

Betsy Lorena Hernández Jiménez era prima del pequeño fallecido. Recuerda esa madrugada y llora inconsolablemente, sin explicarse cómo logró escapar con sus hermanos y su papá.

"Escuchamos un fuerte ruido, me desperté y de repente bajó toda la tierra, cuando me di cuenta el lodo estaba en nuestra casa", dijo.

"Salimos corriendo por la tarde arriba, corrimos, no sé para dónde, gritábamos, ya no me acuerdo, no sé hacia dónde nos fuimos, después nos enteramos que mis tíos y primas no lograron salir", narra Betsy, sin dejar de suspirar y conteniendo el llanto.

En Santa María Tlahuitoltepec, conforme pasan los días desde la desgracia que enlutó a todo el pueblo, poco a poco la memoria colectiva va reconstruyendo lo que ocurrió a partir de que el reloj marcó la una de la madrugada, el martes 28 de septiembre.

Hombres y mujeres que aún no conciliaban el sueño, estaban preocupados por la intensa lluvia, la espesa neblina y la oscuridad -el servicio de energía eléctrica se había interrumpido- y porque los derrumbes, deslaves y agrietamientos del suelo ya se veían por diferentes sitios del pueblo desde la tarde del lunes.

De pronto escucharon un fuerte ruido, "Como cuando va a temblar... Después de un retumbo la tierra se movió”, comentó José Rafael Vargas Pacheco, agente municipal suplente de la agencia municipal de Santa Cruz Tlahuitoltepec.

Esa noche, Rafael decidió pernoctar en su casa del barrio Llano Grande, en Santa María, después de acudir a una reunión al palacio municipal, donde escuchó una plática del regidor de Salud, Eduardo Hernández Martínez, sobre las medidas de seguridad que deberían tomar ante cualquier contingencia.

"Lo primero que nos recomendó es que no nos durmiéramos, que todos estuviéramos en nuestras casas, pero en alerta, por si alguien requería ayuda", recuerda José Rafael.

A la una de la mañana, el palacio municipal se había quedado semivacío, solo se encontraban los policías de guardia. El presidente municipal y los regidores habían partido a sus casas, igual que los pobladores que aún estaban en el edificio, alrededor de las 12 de la noche.

El regidor de Salud, Eduardo Hernández Martínez, también se fue a descansar a su casa, al lado de su esposa Carolina, de sus hijas Diana y Jacqueline, así como de su pequeño hijo Félix, sin esperar que al siguiente día amanecerían sepultados bajo sus viviendas.

A veces, Mario voltea hacia el oriente del pueblo, donde el cerro se vino abajo . En total, 11 personas murieron.

Mientras, los cientos de habitantes de esta comunidad están en campamentos sin poder volver a sus viviendas porque correrían peligro. Las autoridades los han reubicado .

Los mixes de Tlahuitoltepec han sido informados de que pueden volver a sus hogares hasta que los geólogos hayan terminado un estudio del terreno, en los asentamientos humanos.

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