Anthony Wayne, un alto diplomático de EU para la embajada de México
Nota del editor: el autor es politólogo e internacionalista, miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y profesor del ITAM y la UIA.
La designación de Earl Anthony Wayne, de 60 años , como el próximo embajador del gobierno de Barack Obama ante el de Felipe Calderón ha provocado reacciones encontradas en México. Por un lado, están quienes perciben ese nombramiento como un mensaje claro de que Estados Unidos ve a México como un Estado fallido. Por el otro, algunos incluso han minimizado el nombramiento, calificándo a Wayne como “un diplomático de medio nivel, un embajador interino”, en palabras de Jorge Castañeda, ex canciller mexicano.
Pensar así es fijarse solamente en el más reciente cargo de Wayne. Es cierto, el embajador viene de Afganistán y es cierto, estuvo un tiempo en una oficina dedicada al combate al terrorismo en el Departamento de Estado. Sin embargo, en las tres décadas que lleva en el servicio exterior estadounidense se ha especializado mucho más en asuntos de cooperación para el desarrollo, en temas económicos y comerciales, en asuntos europeos y hasta en temas de propiedad intelectual que en el combate al terrorismo.
Wayne no es de medio nivel. Por el contrario, es de los pocos diplomáticos estadounidenses que han llegado al grado de Career Ambassador y es un funcionario que ha ocupado responsabilidades de alto nivel dentro del Departamento de Estado y en las misiones diplomáticas de Estados Unidos en el mundo. De hecho, todavía hay muchos que piensan que la embajada estadounidense en México es la más grande del mundo, cuando en realidad es la de Iraq, un búnker cuyo costo de construcción se reporta en 700 millones de dólares.
Ahora bien, cuando se anunció la sorpresiva salida de Carlos Pascual, en abril pasado y como consecuencia de los cables dados a conocer por WikiLeaks y porque el Presidente Calderón lo desacreditó públicamente, varios analistas pensaron que no habría embajador estadounidense en México sino tal vez hasta el 2012. En contraste, Wayne fue nominado en cuestión de semanas y su ratificación por parte del Senado estadounidense podría darse entre los recesos que tendrá a fines de mayo y a principios de julio. En otras palabras Wayne podría ser ratificado en junio próximo y podría llegar a México en agosto.
Todo ello denota un mensaje: pese a las percepciones en los medios, para Obama la relación con México sigue siendo prioritaria y Wayne tendrá la tarea de reestablecer la confianza del presidente Calderón, aunque ello no será tarea fácil por varias razones.
En primer lugar, en breve los calendarios electorales de México y Estados Unidos de sincronizarán. Barack Obama enfrentará la reelección en noviembre del año próximo, al tiempo que la sucesión presidencial en México se dará en julio del 2012. Los tiempos electorales siempre causan turbulencias en la relación y Wayne tendrá que demostrar su capacidad de apagar los fuegos que prenderán las declaraciones de los candidatos presidenciales al referirse a México en la contienda por la Casa Blanca. Será un año complicado.
De igual forma, se ha mencionado ya que, a diferencia de Carlos Pascual, Wayne es un diplomático menos politizado y menos activo. Sin embargo, revisar supaso por la Embajada de Estados Unidos en Argentina podría dar una pista de qué tipo hará en México.
Wayne llegó a ese país en el 2006, en un momento en el que la relación entre los entonces presidentes Néstor Kirchner y George W. Bush pasaba por un momento de tensión. Kirchner le había dicho no al Área de Libre Comercio de las Américas impulsada por Bush en la Cumbre de las Américas de 2005. Por ello, la primera labor de Wayne fue la de aliviar la tensión entre los dos presidentes, tarea que logró en poco tiempo. Sin embargo, una vez logrado esto, realizó un fuerte activismo al acercarse a los sectores de la sociedad civil y reunirse con periodistas que condenaban la falta de libertad de expresión en los medios argentinos.
De hecho, los cables dados a conocer por WikiLeaks a partir del 2009, y firmados por el entonces embajador Wayne, advierten al gobierno de Estados Unidos sobre la “falta de voluntad política” del gobierno argentino para combatir la corrupción y hacen referencia a asuntos como un gravámen del 15% para negocios con el sector privado, las fallas del sistema judicial y la falta de transparencia. En otras palabras, lo que tanto incomodó al presidente Calderón en México de Carlos Pascual no terminará con Wayne.
Wayne llegará a México y dependerá de sus habilidades diplomáticas para entender la psique del Felipe Calderón y conocer los límites que no debe cruzar. De su efectividad dependerá su permanencia en el cargo y el hecho de que —en efecto—, haya en México un buen intermediario con Obama, no para el Presidente, sino para la multiplicidad de actores que involucran la relación bilateral.
El otro cambio al que hay que estar atentos es al que se dará en el Departamento de Estado con la salida de Arturo Valenzuela, de la Subsecretaría de Asuntos Hemisféricos, pues se empieza a correr el rumor de que Carlos Pascual podría irse a ese cargo y ello sí levantaría las cejas de más de uno en México.