Bordadoras por la paz, en busca de justicia con hilo y tela
Cada vez que toma la aguja y la ensarta en el pañuelo blanco, que jala el hilo y completa la puntada, Leticia Hidalgo dice que siente como si acariciara a su hijo Roy. Una y otra puntada, una y otra puntada en hilo color verde para su hijo, para besarlo, abrazarlo a la distancia. Para mantener la esperanza de que algún día aparecerá.
Cada jueves o domingo en distintas plazas del país, lo mismo en Monterrey que en Guadalajara o Coyoacán, en la Ciudad de México, a veces incluso en Argentina o España, Leticia y otras madres de desaparecidos, amigos y desconocidos solidarios, bordan los nombres, las historias de quienes hoy no están. Bordan para no olvidar. Bordan mientras platican, mientras se consuelan, mientras planean su estrategia de búsqueda.
Rosendo Torres Cortés, policía federal, 32 años. Desapareció el 10 de julio de 2011 en Ciudad Lerdo, Durango. Tu familia te ama y te extraña, nos haces falta. Regresa pronto. Dios te bendiga.
Bordan en color rojo por los que fueron asesinados y en color verde por quienes desaparecieron. Bordan nombres, flores, corazones. Lo hacen unificados en el colectivo Bordando por la Paz que surgió en la plaza de Coyoacán el 2011 por iniciativa de otro colectivo, Fuentes Rojas, cuyo nombre surgió luego de que pintaron las fuentes del Distrito Federal con tinta roja para denunciar la sangre derramada durante el combate al crimen organizado durante le gobierno de Felipe Calderón (2006-2012).
Gustavo Castañeda Puente detenido y desaparecido por policías municipales de Monterrey, Nuevo León, tripulantes de las unidades 534, 358 y 540, el 25 de febrero de 2009. Tengo tu sonrisa tatuada en el corazón. Te amo hijo, tus papás y hermanos no nos cansamos de buscarte y de esperarte. Bordó: mamá.
Letty Hidalgo comenzó a bordar justo hace un año, el Jueves Santo del 2012, cuando el grupo llegó a Monterrey. Se juntó con otros padres de desaparecidos en la plaza Lucila Sabella y comenzó a escribir el nombre de su hijo hasta que completó el pañuelo:
Roy, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, secuestrado el 11 de enero de 2011. Hijo de mi corazón, te sigo buscando y esperando. Fuerza, Roy, love you, aguanta, aguanta, sangre de mi sangre, corazón de mis amores. Tu mamá.
“Comencé a bordar y empecé a sentir. Lo sentí como un acompañamiento, estar cerca, darle voz. Mientras bordaba era como acariciarlo, como besarlo, abrazarlo”, dice.
Después bordó los nombres de otros estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León que fueron asesinados o desaparecidos como su hijo. Suri, estudiante de filosofía asesinado en un fuego cruzado mientras pintaba bardas con mensajes de paz. Pedro, de arquitectura, también muerto afuera de su casa, frente a sus papás, cuando una bala perdida lo alcanzó.
Mónica Alejandra Ramírez Alvarado. Desapareció el 14 de diciembre de 2004 en el trayecto a su casa, en Ecatepec, a la FEZ Iztacala, a la edad de 21 años. Monis, queremos que sepas que te seguimos buscando. ¡No descanzaremos hasta encontrarte! ¡Sabes lo mucho que te amamos!
Bordar por los buenos y los malos
Los primeros días, recuerda Letty, la gente que cruzaba por la plaza en el centro de Monterrey, se acercaba al tendedero de pañuelos y curiosa comenzaba a leerlos, pero apenas se daban cuenta de lo que decían, se iban.
“Era como si no quisieran enterarse de lo que estaba pasando, así como cerrar sus ojos a la realidad”, dice.
Pero los familiares estaban ahí reclamando atención y aceptación social, entonces, cuando alguien se acercaba le hablaban, le decían quienes son y los sueños que se les truncaron.
Juan Melchor Flores Hernández, trabajaba como estatua viviente, era conocido como Vaquero Galáctico, fue víctima de desaparición forzada a la edad de 24 años por los patrulleros de las unidades 534, 348 y 540, por la policía regia de Monterrey, Nuevo León, el 25 de febrero de 2009. Te queremos y extrañamos, seguimos esperándote. Bordó su mamá.
Letty recuerda que entonces empezaron a llegar otros como ellos, familiares de asesinados o desaparecidos que estaban solos o que tenían miedo de salir a manifestarse.
“Cada semana nos llegaban uno, dos casos nuevos, hubo un domingo que llegaron 6 casos, ninguno tenía denuncia (formal ante las autoridades)”.
Mi nombre es María Herrera Magdaleno, busco a mis cuatro hijos desaparecidos en dos situaciones: Jesús Salvador Trujillo Herrera, de 24 años, esposo y padre de familia de Dos Menores; Raúl Trujillo Herrera, mi hijo de 19 años de edad, desaparecidos con otras cinco personas el 18 de agosto de 2008, en Atoyac de Álvarez, estado de Guerrero. Rafael Cervantes, Gustavo Trujillo Herrera, de 27 años, Luis Armando Trujillo Herrera, de 25 años. Desaparecidos el 22 de septiembre de 2010 en Boca del Río, Veracruz, junto con mi sobrino y el esposo de mi nieta, Jaime Vargas y Gabriel Melo. Exijo a las autoridades me ayuden en la búsqueda de mis hijos. A mis hijos: no hemos dejado de buscarlos ni un solo día sus esposas, hij@s y toda la familia los esperamos en cada momento con el amor de siempre.
Una ocasión vieron a un muchacho que rondaba y rondaba por ahí. Hasta que se animó y se acercó. Les dijo que su hermano había sido asesinado porque era asesino a sueldo y les pidió, con un poco de vergüenza, un pañuelo en su memoria.
“Aquí no juzgamos, aquí recordamos a todos”, les dijo una de las bordadoras y en un pañuelo azul, porque era fanático de los Rayados, comenzó a bordar el nombre del joven asesinado.
Tres personas murieron y sus cabezas fueron encontradas por policías y militares en la carretera libre a Reynosa, Cadereyta, Nuevo León 02-02-2011 665/80 000
¿Por qué bordar y no pintar las bardas con sus nombres? Letty sonríe y trae a la memoria esa costumbre de las madres de bordar el nombre del hijo en el uniforme de la escuela.
“Es darles pertenencia, es decirles este pañuelo es tuyo”, responde.
En el blog http://bordamosporlapaz.blogspot.mx/ Teresa Sordo habla de crear cosas bellas en medio de lo detestable.
“Bordamos tal vez porque queremos crear algo bello de los pedazos que recogemos del infierno. Porque unas manos pueden transformar las cosas y necesitamos transformarlas en cosas bellas porque ya muchas manos trabajan en hacer lo detestable, lo innombrable, lo incomprensible”.
Saúl Armando Romo Romero, 28 años, Nuevo Laredo, Tamaulipas. Desaparecido el 30 de julio de 2011. No esperes que te olvide, no olvides que te espero.
Quizá sea también que al ser un ejercicio lento, delicado, de cuidado, el bordar involucra a uno con cada letra de lo que está escribiendo. Cada letra del día que desaparecieron. Cada letra de su nombre.
Ahora, alrededor de la Estela de Luz —o de la Paz , como quiere llamarla Javier Sicilia— se colocaron vitrinas de acrílico con los pañuelos con los nombres.